A los 14 años su padre le sacó de la escuela. A pesar de que los jesuitas le ofrecieron una beca, su futuro era ocuparse del ganado y la finca paterna. El chico ordeñaba las cabras y leía lo que podía en la Biblioteca Municipal y en la del vicario de la diócesis a la que pertenecía su pueblo. Muy pronto ansió salir de allí e irse a Madrid.
En Alcalá de Henares, en el hermosísimo patio de columnas toscanas del Colegio del Rey, en donde estudiaron desde Quevedo a los hijos de las familias al servicio de la Casa Real, se ha prorrogado hasta abril, la emotiva exposición Miguel Hernández a plena luz. A la inauguración acudió el poeta Luis García Montero, también director del Instituto Cervantes, y la visita de público es tan continúa que ha sido obligada alargarla.
En Madrid, Miguel Hernández encuentra a Maruja Mallo y a través de ella, se desprende por fin "de lo rural". A Juan Ramón Jiménez le confiesa, explica una cartela, que desea huir de Orihuela (Alicante). Como a tantos otros, desde Carmen de Burgos a Emilia Pardo Bazán o Rafael Alberti, sólo una gran ciudad les permitió encontrar a otros igual de diferentes a ellos, desarrollar su talento y respirar.
"Le decía antes que escribo poesía. Tengo un millar de versos compuesto sin publicar (...). En provincias leen bien pocos los versos y los que leen no los entienden. Y heme aquí con un millar de versos que no sé que hacer con ellos. A veces me he dicho que quemarlos tal vez fuera lo mejor. Soñador, como tantos pienso ir a Madrid...". Carta a Juan Ramón Jiménez, 1931.
En Madrid, Miguel Hernández traba amistad con los que siempre le fueron fieles: Pablo Neruda, Vicente Aleixandre, Carmen Conde.
"Desde su casa en la calle Velintonia, Vicente Aleixandre le acoge en pupilaje. Cuando se casa con Josefina Manresa, su novia de Orihuela, le regala un reloj de oro", Miguel había atendido al futuro Premio Nobel en una de sus convalecencias de la tuberculosis e incluso cocinó para él. La gratitud de Aleixandre se extendió más allá de la vida del poeta en Josefina al enviudar, orientándola en la conservación y publicación del legado de su marido.
El 29 de abril de 1939, Miguel Hernández consigue cruzar clandestinamente a Portugal. El 30 de abril tuvo que vender su reloj de oro, el comprador le delató y el régimen del dictador Salazar le devolvió a España. Preso, en un cambio de guardia, un paisano suyo, Salinas, le reconoce. El guardia Salinas se ensaña con él torturándole durante cinco días en la cárcel de Huelva. De allí se le envía a Madrid y de inmediato, Pablo Neruda emprende una campaña internacional para liberarle.
Tras abandonar la prisión vuelve a Orihuela, en donde otro vecino le delata y es enviado a la cárcel de Madrid en donde coincide con el dramaturgo Buero Vallejo. "El régimen no quiere otro Lorca" y le envía de una prisión a otra hasta recalar en marzo de 1942 en un correccional de Alicante. Enfermo de tuberculosis fallece el 28 de ese mismo mes. "La banda de presos tocó la marcha fúnebre de Chopin".
"Lo murieron", acotó Vicente Aleixandre. "Poco se podía guardar de Miguel", anotó su viuda, "no tenía nada".
Josefina, continúan las cartelas de la exposición ocultó como pudo, en un baúl e incluso bajo el tejado, sus cartas y poemas. En los últimos años aparecieron cuatro cuentos escritos en papel higiénico cosido a mano.
"Desapareció en la oscuridad y recordarle a plena luz es un deber de España,
un deber de amor". Pablo Neruda
Magnifica síntesis Maribel, despierta el interés de ver la exposición. Lo intentaremos. Gracias
ResponderEliminarGracias Lola. Es una joya de exposición y creo que se nota, la admiración por el poeta. Un abrazo.
ResponderEliminarMaribel