El hispanista Emilio Coco, distinguido con numerosos galardones: premio Alfonso X el Sabio, Premio Caput Gauri, Medalla de plata del Colegio de México, entre otros, ha publicado en la Editorial Vaso Roto, Antología personal (2008-2023). Él mismo es el traductor al español desde su lengua materna, el italiano, en el que fueron escritos. Coco ha traducido durante décadas autores emblemáticos de la poesía española al italiano como Federico García Lorca o José Hierro, aunque ahora, su atención se ha dirigido a la poesía hispanoamericana. En este sentido, codirige junto a Walter Raffaelli una colección llamada Iberoamericana que ha traducido más de cuarenta autores. "Son libros impecables, preciosos. Yo sólo traduzco a los buenos poetas y a los que me gustan cómo escriben”, ha afirmado.
Esta labor de traducción a la lengua española, según el también poeta y traductor mexicano Marco Antonio Campos, "es asombrosa en la recuperación de los ritmos y sentidos originales".
"Escribo poesía cuando me canso de traducir", decía en una entrevista. Poeta tardío, publicó su primer libro con 50 años, Profanaciones. "Mi relación con la poesía es conflictiva", zanjaba.
Desde este primer poemario, Emilio Coco ha publicado nueve títulos y varias antologías entre los que cabe citar, La memoria del vuelo, Contra desilusiones y tormentas o Vuelva pronto el verano y Del amor y otros duelos. Su obra se ha traducido a una docena de lenguas.
Esta Antología personal que acaba de ver la luz en lengua española, se abre con una selección de sonetos pertenecientes a El amor tardío que a menudo provocan una sonrisa. El lector siente cómo su esposa trajina entre comidas y quehaceres y él contempla asombrado y envejecido su vitalidad y alegría sin sombras.
Justa venganza
Si llegamos los dos a noventa años,
yo medio dislocado y alelado,
y tú sana del cuerpo y de la mente,
derecha como un huso, ello se debe,
me dirás con orgullo, a tantas horas
de gimnasio y a largas caminatas,
mientras yo alimentaba el alma mía
con poesía y otras pendejadas,
te pregunto, si juntos alcanzamos,
yo hecho migas y tú como una rosa,
los noventa malditos en cuestión,
si por no haber seguido tus consejos
de mí te tomarás justa venganza,
encantada de todos mis achaques.
Qué hago yo aquí sentado a la olivetti
en el rodillo puesto el folio en blanco
en posición exacta a doble espacio
las letras estampadas en las teclas
que arden bajo el peso de los dedos
y menos mal que está lista la cena.
"En mis poemas hablo de cosas cotidianas, de temas aparentemente menudos. Pero, en el fondo, lo que estoy deletreando son las poquísimas palabras que de verdad interesan al hombre: el amor, el deseo, la magia del recuerdo, el jardín de la infancia".
Si algún día me llamas para decirme
que quiere venir a mi pueblo,
no te lo prohibiré. Pero si insistes,
que sepas que aquí a nadie
le interesa lo que tu escribes,
es el pueblo de bares y pizzerías,
están en cada esquina
y los jóvenes, los pocos que se quedan,
sólo hablan si sujetan la Pepsi o la cerveza
a veces casi ni hablan
por tener el gusto de abrirlas
y tenerlas pegadas a los labios. [fragmento]
Emilio Coco vive en el mismo pueblo que le vio nacer, San Marco in Lamis, que según el poeta es perfecto para trabajar ya que lo único que puede hacer al terminar es pasear con sus amigos por la alameda.
Vivir al margen de la vida cultural es vivir en la tranquilidad, algo que no existe en las grandes ciudades, en donde, reconoce, los escritores se ven obligados a mudarse para estar en contacto con el mundillo literario e intelectual.
Éste es mi pueblo, con la biblioteca
y el teatro siempre vacíos
u ocupados por analfabetos (...)
Te lo ruego, no vengas,
es un país de muertos donde vivo.
Una corriente vertebra muchos de sus poemas recogidos en esta antología, una contención que resalta la propia vulnerabilidad y la amargura, la melancolía de los años, de tanta vejez.
Podrías ser una persona corriente
me lo reprocha siempre mi mujer
llevar una vida como cualquiera,
despertarse sin esas ansias
de encender el ordenador, saborear el café,
que, recién levantada, antes de ir al baño,
te hago con cariño y tú con prisas
malditas, cómo me iba a imaginar
que gastarías tus mejores años
persiguiendo afanoso tus fantasmas,
algo que no existe, que no se toca
pero que te trastorna, te afecta al corazón.
Podrías ser notario,
ser un gran político, un científico,
has preferido amargarte la vida
con tus versos, dudas e incertidumbres
y apartaste tus sueños de grandeza
todo aquello que tu inteligencia
te ha brindado en demasía
para perderte en un mundo de nada.
Ven a la cocina, ven a ayudarme,
hoy es tu santo y lo has olvidado
quería darte una sorpresa
pero se me quitan las ganas si te veo
con la mirada perdida. No me oyes,
Emilio, no me oyes. A tus inútiles
poetas me gustaría matarlos,
por el balcón tirarte con tus libros
que Dios me perdone.
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