lunes, 28 de septiembre de 2020

La valija diplomática es un indicador de las relaciones entre Estados - Magdalena Cruz Yábar, diplomática y escritora

 


Magdalena Cruz Yábar ha estado destinada como diplomática en Viena, Nueva Delhi y Nueva York y si tuviera que elegir un hipotético destino lo haría a futuro, en un mundo en el que, confía, la gente viajaría con más facilidad y por tanto, se conocería mejor. En éste, Crónica de una disputa anunciada, 22 historias reales sobre la valija diplomática y sus entresijos, su segundo libro publicado ha reunido sus dos pasiones: el mundo diplomático y el jurídico. En el tiempo de los selfies, explica divertida que lo que menos le gusta es hacerse una fotografía.

Crónica de una disputa anunciada, 22 historias reales sobre la valija diplomática y sus entresijos es tu segundo libro pero como dices en el prólogo es probable que la mayoría del público desconozca qué es la valija diplomática. 

En efecto, la valija diplomática, un concepto que un diplomático escucha de forma inadvertida a diario, no es un medio de comunicación conocido para el público en general. La prueba de fuego consiste en preguntar que qué forma tiene. En verdad es una simple saca de lona que, sin embargo, goza de una protección reconocida por un convenio internacional y sin parangón entre los medios de comunicación, como es la inviolabilidad, representada en un cierre con precinto que, de abrirlo, no puedo volverse a cerrar, quedando así en evidencia la violación de la correspondencia oficial de una misión diplomática contenida en la valija. 

De todos los relatos, cuál sería el más peculiar.

Eso tendrá que juzgarlo el lector, pero para mi, sin duda, el más impactante sigue siendo el que se desarrolló en Roma, más que nada por la prueba gráfica que aún se conserva en el Museo Criminológico de dicha ciudad. Me imagino una y otra vez al funcionario de aduanas en el aeropuerto de Fiumicino abriendo ese baúl y no dando crédito a sus ojos. 

De todo el proceso de escritura este libro, qué ha sido lo más laborioso.  

Para ser sincera, todo el proceso fue muy intenso, pero no excesivamente largo, pues de los seis meses que duró, la mitad lo dediqué a escribir y otro poco a corregir. Sin embargo, una vez acabada la redacción y contra todo pronóstico, lo que más me costó fue conseguir una foto de la autora para la solapa del libro. No soy muy amiga de las fotos, y menos en solitario, por lo que al final no me quedó más remedio que pedirle una foto a un amigo y recortar sin ningún miramiento aquella estampa captada durante una noche de verano. 

Eres también coautora de otro libro acerca de cómo son seleccionados los diplomáticos en varios países. Puedes indicarnos alguna anécdota sobre estos procesos.

Al ser germano hablante me encargaron escribir sobre el sistema de la carrera diplomática en Alemania. Recuerdo que lo más curioso del sistema alemán era que no te permitían opositar si tenias más de 32 años (cosa impensable en España y ahora ya también en Alemania) y que, una vez superados los exámenes, los opositores se veían obligados a convivir durante varios meses en una especie de internado que dejaba al descubierto sus verdaderas aptitudes sociales a la hora de relacionarse y adaptarse a un nuevo entorno.

En qué nuevo destino te gustaría ejercer o incluso, en un vuelo de fantasía, en qué lugar y tiempo.

Hasta ahora he ejercido mi profesión de diplomática en Europa, Asia y América del Norte, pero en un futuro me gustaría completar mi experiencia con destinos en Latinoamérica y África, que he recorrido ampliamente por turismo, pero no tanto por trabajo. Si en un vuelo de fantasía tuviera que embarcarme, nunca lo haría al pasado, sino siempre al futuro, con teletransportadores que acortaran las distancias entre todos los puntos de la tierra y nos permitieran conocernos mejor los unos a los otros.

Una carrera tan absorbente como la diplomática, ¿deja tiempo para escribir? 

El escribir no depende tanto de la carrera, sino de las ganas que tenga uno de llevarlo a cabo. La idea de este libro rondaba en mi cabeza desde que terminé mi tesis doctoral desde hace años; simplemente aproveché la confusión de la pandemia para detraer del día esas horas que siempre me habían faltado.


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