Maribel Orgaz - info@leerenmadrid.com
Alessandro Pierozzi acaba de publicar
Los instrumentos musicales: música en el tiempo en Alianza Editorial. Pierozzi, músico y actual Subdirector de la Biblioteca Pública Luis Rosales ha tardado casi tres años en escribir este recorrido
exprés, como él mismo lo denomina,
desde la Antigüedad hasta el Renacimiento de los instrumentos sinfónicos: cuerda frotada (violín, viola, violonchelo, contrabajo), cuerda pulsada (arpa y guitarra) y cuerda percutida (piano), viento madera (flauta, oboe, clarinete, fagot, saxofón), viento metal (trompeta, trompa, trombón, tuba), viento con teclado (órgano) y finalmente percusión (timbales más pequeña percusión formada por unos veinte instrumentos con un pequeño análisis de los mismos).
Pierozzi añade que es en este período en donde se asientan los cimientos de los grandes instrumentos clásicos que se desarrollarán desde el Barroco en adelante.
Su calendario de
presentaciones y encuentros, comenzó el 23 de abril, el Día del Libro, en la Quinta de Mahler, junto a Jorge de Persia, autor del libro
La orquesta, en un encuentro moderado por el maestro José Ramón Encinar; posteriormente se produjo otro encuentro con los lectores en la sede de la SGAE, y las presentaciones continuarán el 3 de agosto en la Fundación Wenceslao Fernandez Florez en Cambre (A Coruña), el 17 de octubre en la Biblioteca Elena Fortún Retiro (Madrid), el 15 de noviembre en la Biblioteca Pedro Salinas Centro (Madrid) y el 29 de Noviembre en la Biblioteca Manuel Alvar (Madrid)
De entre todos los instrumentos musicales que ha recogido en el libro, cuál es su preferido.
Alessandro Pierozzi - Para hacer un libro de estas características hay que amar todos los instrumentos, pero, sobre todo, amar su música, su sonido, las emociones que expresan; han sido mis grandes acompañantes a lo largo de estos casi tres años. Y por tanto sería complicado ensalzar uno por encima de los demás, pero si tuviera que quedarme con uno, ese es el piano. Es el instrumento con el que he crecido desde pequeño, con el que me he forjado como músico y cada vez que suena un Nocturno de Chopin o un concierto para piano y orquesta de Rachmaninov el reloj del tiempo, de mi tiempo, se detiene en unas pausas que parecen eternas, como si el mundo girase alrededor de esas 88 teclas blancas y negras y las notas salientes de ese artilugio me atraparan instante tras instante sin soltarme. Es una sensación tan intensa y, a la vez, tan inexplicable…¡es algo único!
A quién va dirigido Los Instrumentos Musicales.
Durante el proceso de elaboración, en muchas ocasiones me apareció la duda de ¿
estaré describiendo con claridad tal o cual instrumento?, ¿
conseguiré plasmar con palabras algo tan complejo como un instrumento que emite sonidos y que los lectores lo entiendan? Un amigo violonchelista me dijo en una ocasión una frase que me dejó muy pensativo:
El instrumento se toca y se escucha, no se lee. Así que pensando en esos lectores intenté
universalizar lo más posible dicha audiencia, intentando con el propósito de llegar a todo tipo de público, aunque sabiendo de la dificultad que ello suponía: aficionados, profesionales, estudiantes… En este sentido me ayudó mucho la filosofía de la colección de música de Alianza Básica dentro de la que se enmarca el libro, creada por Alianza Editorial y que pretende llegar a un
público amplio interesado en poder acceder a los temas más complejos de la música.
Al comentar este extremo con algunos compañeros y amigos músicos, ellos me comentaron que es muy complicado llegar y gustar a todo el mundo. Mi respuesta siempre fue:
Lo sé, pero voy a intentarlo…¡espero haberlo conseguido!
La creación de un instrumento musical ¿es producto de una persona y su época?
Pienso que, en la mayoría de casos, la invención de los distintos instrumentos que hemos heredado de la tradición clásica-europea debe personalizarse en nombres concretos (inventores) que vivieron su momento (Bartolomeo Cristofori–el piano– a principios del siglo XVIII, Adolphe Sax –el saxofón– en 1846, los pistones de Bluhmel y Stolzel –para los instrumentos de viento– en 1818…), pero no debemos desligar su resultado definitivo de una lógica evolución natural a través de los tiempos, llena de tradición, de intentos con diferentes materiales, de pruebas con distintos diseños, de éxitos y fracasos. Como comento en el libro: "L
os instrumentos que tocamos, escuchamos y admiramos no son fruto ni de la actividad de un determinado pueblo primitivo ni de la genialidad, nacida de la noche a la mañana, de un inventor o un constructor ni de la inspiración de un compositor o del capricho de los intérpretes. A lo largo de los siglos se han transmitido a través de los diferentes pueblos y culturas evolucionando y adaptándose a todo tipo de situaciones, factores y posibilidades…Muchos quedaron en los albores, otros marcaron un punto de inflexión y la mayoría siguieron su evolución natural”. Creo que esta idea está presente a lo largo de este
viaje y así he intentado reflejarlo en cada uno de los capítulos.
¿Los instrumentos surgen para imitar los sonidos de la Naturaleza?
Estas teorías sobre el posible origen natural, mitológico o simbólico en el mundo del arte, en este caso en lo referente a los instrumentos musicales, según creencias, mitos o épocas, pienso que no acaban de asimilarse definitivamente en nuestra cultura occidental. En otras culturas como la africana, la andina o la china donde, por ejemplo, su cultura se basa en la esencia del hombre y en los elementos primarios de la vida y los instrumentos se clasifican según el material de construcción, son muchas las variantes simbólicas que se utilizan para explicar un determinado sonido o lenguaje. Me gustaría, en este caso, hablar más de música compuesta para el ámbito sinfónico e inspirada en mucho de los elementos de la Naturaleza utilizando para ello instrumentos como auténticos
vehículos programáticos. El mar (
La mer de Debussy), las aves (
El canto de los pájaros de Pau Casals), los astros (
Los planetas de Holst) son algunos de los ejemplos que han inspirado obras geniales y momentos estelares protagonizados por los distintos instrumentos
La enseñanza musical en España necesita una gran mejora, desde su amor por la música, qué podemos hacer.
Las carencias musicales desde los primeros niveles educativos son patentes en España. Es una auténtica pena que el discurso se pierda por el camino porque los pocos elegidos que llegan a la cima demuestran ser grandes solistas internacionales, con un gran talento (Javier Perianes, Pablo Ferrandez, Ana Maria Valderrama…) y también son muchos los directores, conjuntos y orquestas españolas de gran valía que ocupan puestos de honor en el escalafón mundial. Si no se incide y no se inculca en las primeras etapas de formación de un niño la pasión y la emoción por la música, es muy complicado luego exigir que haya un público educado y entendido en este bello arte.
Cuantas veces habremos oido la expresión
me fascina, me encanta la música, pero no tengo ni idea. No pretendo con esto decir que todo el mundo tenga que aprender lenguaje musical, tocar un instrumento o escuchar una sinfonía al día (aunque lo aconsejo vivamente), pero sí debemos crear y facilitar la mejor de las sintonía con los oídos de la población para que comience a introducirse en las venas de la música y vivirla intensamente para que esta llegue de la mejor forma a los corazones de la gente.
En los últimos años se han ido aparcando las enseñanzas musicales y artísticas en la educación obligatoria en beneficio, por ejemplo, de un bilingüismo, en mi opinión, mal gestionado o de asignaturas más
tecnológicas, muy necesarias en la sociedad actual pero no hasta el punto de convertirlas en excluyentes. Creo que debería abrirse un gran tiempo de reflexión y debate sobre esta materia porque haría mucho bien al desarrollo de esa tan “celebrada” sociedad del siglo XXI.
Cómo apreciar el koto desde el oído accidental o el piano desde el de un Murri de Australia.
La música es un lenguaje universal y por ello es de todos. Cualquier persona en cualquier rincón del mundo sabe apreciar belleza, emoción, calidad. Y eso lo aporta, indudablemente, un instrumento musical.
Cuando escucho una trompeta tocada por mariachis en el folklore mexicano, o un bandoneón rioplatense o una guitarra portuguesa interpretando un fado se me ponen, literalmente, los pelos de punta. Soy de los que cree que la sensibilidad de los seres humanos está preparada para que estas sensaciones se repitan en las almas de millones y millones de personas.
En este sentido, un ejemplo que me parece muy interesante por su matiz de mestizaje es la música andalusí o arábigo-andaluza, interpretada por conjuntos, muchos de diferentes zonas de Marruecos como Tetuán, que mezclan instrumentos de tradición occidental como violines o violonchelos con guitarras españolas e instrumentos de tradición sufí como laudes o panderos. ¡Lo aconsejo vivamente!