"Vivo sencillamente, ampliamente, intensa y libremente", escribió Antoni Benaiges a su amigo Patricio Redondo desde Bañuelos de Bureba, un pequeño pueblo de Burgos en 1935.
Benaiges, hijo de campesinos, había obtenido su título de maestro con 26 años y se había hecho cargo de una escuela en un pueblo sin agua, luz ni caminos. Los anteriores maestros pegaban a los niños con una vara y les castigaban duramente. Benaiges hacía excursiones con ellos, aplicó el método Freinet y confió en ellos, en su inteligencia y en sus ganas de aprender.
La recompensa en la España de 1936 fue fusilarle y arrojarlo a una fosa común:
"lo arrestaron y lo tuvieron unos días detenido. Le torturaron. Le arrancaron los dientes y le pasearon medio desnudo en un coche descapotado por Briviesca para humillarlo públicamente y que sirviera de escarmiento. Después se lo llevaron a la Pedraja, a él y a otra mucha gente. (...) los fusilaron (...)".La editorial Blume ha editado un libro conmovedor y hermosísimo sobre un maestro en un pueblo pobre, sobre un sueño y una promesa. Antoni Benaiges prometió a los niños enseñarles el mar, no pudo cumplirlo. En 2010 se abrió la fosa y se exhumaron sus restos.
Desenterrando el silencio. Antoni Benaiges, el maestro que prometió el mar ha sido escrito por Francesc Escribano, Francisco Ferrándiz y Queralt Solé. Se acompaña de las fotografías de Sergi Bernal y es el empeño colectivo de la Agrupación de Familiares de las Personas Asesinadas en los Montes de la Pedraja que con el permiso del Ayuntamiento de Villafranca Montes de Oca (Burgos) impulsó la exhumación de la fosa La Pedraja:
"Todos los trabajos técnicos en torno a la fosa común fueron realizados por un equipo multidisciplinar de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, dirigido por Francisco Etxebarria".En Madrid y hasta el 1 de septiembre tiene lugar una exposición sobre maestros y niños, sobre escuelas nuevas para un país nuevo más culto, más próspero, más libre. Madrid Ciudad Educadora. Memoria de la Escuela Pública (1898-1938).
"En los bombardeos no se respetaron los edificios escolares y estas imagenes son muestra del hueco enorme de desolación que se estaba viviendo. Son el esqueleto de lo que pudo ser la educación y no fue que, erguido sobre su propia destrucción, deja a la vista la miseria humana. Y los bombardeos obligaron a evacuar a los niños y a sus maestros junto con los intelectuales, artistas y literatos".