miércoles, 31 de marzo de 2021

"Nadie sale de casa a menos que su hogar sea la boca de un tiburón" - Taller de Poesía en Mediateca Centro de Arte, Alcobendas (Madrid)

 


"Nadie sale de casa a menos que su hogar sea la boca de un tiburón". Warsan Shire 

En Mediatecas de Alcobendas me encargaron organizar un Taller de Poesía en cinco sesiones

Estará impartido por los poetas David Hernández Sevillano, Premio Hiperión, Premio Miguel Hernández; Carla Nyman, Premio Valparaiso, Finalista Adonais; Pepe Ramos traducido al inglés, italiano e incluso polaco; Nuria Herrera creadora de MomentoVerso y Sergio Artero, organizador de Micros Abiertos de Poesía de San Ildefonso y el ciclo de eventos poéticos exPOErimentos.


3 Junio, 12h. Sergio Artero - Plaza de la Literatura, Alcobendas.      


10 Junio, 19h. Carla Nyman - Mediateca Pablo Iglesias, Alcobendas.                                                                 Presencial, Acceso libre hasta completar aforo



                                         Será presencial, será gratuito, será un Lujo - A partir de 16 años. 25 plazas.

                   Cada sesión es independiente - Mediateca Centro de Arte Alcobendas - Tel. 91 229 49 40





martes, 30 de marzo de 2021

Un poeta no puede mentir, quien ama la palabra es un sirviente de la luz - Manuel Francisco Reina, escritor y poeta

 

Manuel Francisco Reina es autor de una obra extensa que incluye novela, poesía y teatro. Ha escrito en los principales periódicos españoles desde ABC hasta El País. Miembro de la Academia de las Artes Escénicas de España publica ahora, tras una catarsis personal y por así decir, vivencial, un nuevo poemario El fiel de la balanza acerca de la traición y cómo es vivida más allá de la experiencia personal como una traición del mundo.  Fotografía: Jorge Pozo Soriano

Este poemario marca un antes y un después o es una anomalía, por así decir, en el transcurso de tu escritura.

En realidad todo mi obra tienen un componente bastante orgánico, dialoga entre sí. De hecho el título de este libro es de un verso que escribí hace más de veinte años y, curiosamente, fue mi última obra publicada, Sólo tu nombre es mi enemigo, Premio salvador Rueda de Poesía hace cuatro años,  hasta esta actual, El Fiel de la Balanza. Sí tengo la percepción de que este un libro importante por muchas razones. Porque nace en el trasiego de una crisis existencial y personal importante, en la que me planteé dejar de escribir, que era como dejar de vivir, en primer lugar. Porque conforme iba escribiendo este libro iba recuperando mi ser, mis razones de vida y motivaciones y, porque tanto en forma como en fondo, este poemario suponía un reto de escritura y de introspección muy importante. El refrendo de los primeros lectores, la acogida y  cómo se sienten involucrados en su lectura parecen confirmar mis intuiciones. 

Cuál es la diferencia entre compartir, expresar, sanar un dolor y el ajuste de cuentas. 

Bueno, esa es más una pregunta para un psicoterapeuta que para mí, pero es cierto que la escritura tiene mucho de catarsis, de terapia, de exorcismo si se quiere. El dolor no es un desconocido para mí. Ya lo he abordado en otras ocasiones, como en el poemario La Paternidad de Darth Vader, que habla de los malos tratos infantiles, en cuya contraportada,  el Premio nacional de las Letras Félix Grande escribió que en esos poemas yo “ponía al dolor a trabajar al servicio de la vida”. Eso es lo que hay que hacer, creo, cuando el dolor nos muerde, tratar de ponerlo a trabajar al servicio de la vida, convertir sus daños en energía para sobreponerse. Eso también está, de forma clarísima en este libro. Es cierto que en este libro hay bastante ironía, su poco de vitriolo o incluso su punto de mala leche, si se quiere, pero domina más la ternura, también la autocrítica, y la necesidad de recuperar el equilibrio mental y emocional que una traición profunda produce. 

El fiel de la balanza son poemas en prosa ¿Qué te llevó a esta forma?

Soy un lector voraz, lo he sido siempre y eso, y la suerte de tener desde muy joven la amistad y el consejo de maestros como Rafael Alberti, Pilar Paz Pasamar, Fernando Quiñones, José Hierro, Francisca Aguirre, Félix Grande, Antonio Hernández, entre otros muchos, me han convertido en un escritor muy exigente conmigo mismo. Todos tenemos temas que nos obsesionan, y nuestro sello, o al menos se pretende, pero para repetir siempre el mismo libro, mejor no escribir. 

En mi caso cada libro me pide su forma y su tono. Después de haber publicado en más de dos décadas de carrera ya, 15 o 16 libros de poesía, este libro me pedía una forma más compleja, menos tradicional, y eso que me siento muy cómodo en la lírica tradicional que me parece imprescindible. Hace tiempo que estoy muy en sintonía con la llamada poesía total o totalizadora esa que, sin perder el lirismo y la creación de lenguaje y de ritmo busca recursos en otros géneros como el teatro, la música, la novela, el cine, y para eso, el poema en prosa es perfecto. He leído muchos de los referentes como Rubén Darío, que ya lo usó, o sobre todo, Cernuda en su Ocnos o Variaciones sobre un tema Mexicano y, sobre todo, en el Vicente Aleixandre y Juan Ramón Jiménez último, que me parece un poeta oceánico, interminable.  


¿Crees que la poesía ayuda a que el sufrimiento no nos haga peores? 

Bueno, yo he conocido a poetas que son malísimas personas pero, creo que, quien ama, trabaja y respeta la palabra es un sirviente de la luz, y más en tiempos tan oscuros. Recuerdo el maestro Ernesto Cardenal, al que tuve la suerte de conocer y tratar en mi viaje a Nicaragua cuando presenté La Princesa Paca, mi novela sobre Darío y Francisca Sánchez del Pozo, reprendió a otro poeta por mentir. Le dijo “un poeta no puede mentir. Mentir es robarle verdad a la palabra” y, eso me impresionó mucho. Quizá porque mi abuelo, que era un cordobés cabal por quien yo llevo este nombre y apellido, me inculcó que una persona vale lo que vale su palabra. Para mi es ley. 

De todos los poemas que componen este volumen, puedes indicar al lector uno en especial.

Creo que cada lector encontrará el suyo, o los suyos. Creo que el último poema Mientras dura la fiesta, es un poema de recuperación de la voluntad, del control y del equilibrio. De empoderamiento, si se quiere decir con más contemporaneidad. Tal vez ese, por lo que tiene de autoafirmación, y no me refiero sólo a mí, este libro y estos poemas trascienden y van más allá de la anécdota personal, por eso los lectores están conectando con su lectura. 

En otras entrevistas tienes palabras muy elogiosas para tu agente literario y la editorial. 

Hace muchos años, Antonio Gala me reprochó, en mis comienzos editoriales, que creara lazos afectivos con los editores y la gente con la que trabajaba. Me dijo que me equivocaba y que había que ser implacable y alguna cosa más que me reservo. En algunos momentos me he acordado, sobre todo porque todo ha cambiado mucho, no necesariamente a mejor. Sin embargo, no renuncio al trato humano. No renuncio a crear vínculos y creo que es mejor y más fructífero cuando encuentras personas con las que te entiendes y estás en sintonía. 

En esta travesía vital difícil de mis últimos tres años, casi cuatro, en silencio editorial, he hecho mucha limpieza. Mi lema ha sido, y sigue siendo, entre alguno otro: “todo lo que no suma resta” pero, también, he encontrado comprensión, apoyo y ánimo. Tanto con mi nueva agencia, Editabundo, con Pablo Álvarez y David de Alba a la cabeza, como con Cuadernos del Laberinto y su editora, Alicia Ares. Si nos comportamos como máquinas, habremos perdido lo único que nos hace distintos: nuestra humanidad. 


É X O D O

TUS PIES CONOCEN tan bien el desierto, que podrían atravesarlo a ciegas. Tan a fondo recuerdan la naturaleza del exilio, que en las noches has caminado sonámbulo, arrastrándote como un animal herido por sus dunas. El éxodo y el desierto son el mismo nombre de la soledad impuesta. De la traición de Dios y del hombre; del corazón que pelea por seguir latiendo a pesar del golpe que lo ha dejado seco de sangre e inerme. Porque el exilio, como la esfinge sólo hace una pregunta: ¿para qué seguir?. Y en esa pregunta otra interrogación encerrada: ¿con qué motivo? Como ante el monstruo guardián del tiempo sólo puedes dar una respuesta. De esa respuesta dependerá que sigas vivo, o devorado por el dolor y la tristeza; tormenta de arena que sepulta para siempre nombres, personas, templos o ciudades, como si nunca hubieran existido.


El fiel de la balanza
Manuel Francisco Reina
 

miércoles, 24 de marzo de 2021

El futuro anticipado, Isaac Asimov y Yo robot, The Alan Parsons Project - Jaron Lanier y Alessandro Baricco - Club Lectura on line Mediateca Centro de Arte, Alcobendas (Madrid)

 

Los robots de Isaac Asimov, explicaba el cineasta Ridley Scott eran mejores que los humanos "y eso se volvía en su contra". 

En el club de lectura de la Mediateca Centro de Arte de Alcobendas, ahora online, hemos seleccionado, dentro de la disponibilidad del préstamo colectivo que se ofrece a bibliotecas e instituciones culturales, tres lecturas bajo el epígrafe: El futuro anticipado.

Yo robot de Isaac Asimov, Frankenstein de Mary Shelley y Dr. Jekyll y Mr Hyde de R.L. Stevenson componen una mirada proyectada sobre un mundo futuro que ahora es presente. 

En los años 50, Isaac Asimov publicaba en un solo volumen una serie de cuentos que había dado a la luz en revistas pulp  y que organizaría de la manera que él imaginaba sería nuestra relación con las máquinas. 

Los robots, en un principio, cuidan niños y ni siquiera hablan. Después, se encargan de trabajos de cierta habilidad peligrosos para los humanos, se les envía a la colonización espacial y finalmente, sustituyen a los políticos para poner orden en el comportamiento humano: irracional, dominado por las pasiones, limitado por la pereza y la falta de ética. En una palabra, estúpido.

"No me importa lo que hagas no quiero ser como tú", cantaba The Alan Parson´s Project en el álbum I robot, inspirado en estos cuentos. "Una joya subestimada y luminosa de los años 70"; "cada canción es una pieza que construye un robot", elogian sus fans 

La singularidad de la ficción especulativa de Asimov destaca en su tiempo sobre la de otros escritores contemporáneos del género como Arthur C. Clarke o Robert Heinlein impregnada de una anticipación sutil y profunda. La vitalidad y coraje con la que su imaginación se despliega sobre oscuros significados es probablemente, el propio carácter del escritor reflexionando con decisión acerca de nuestras limitaciones.

Es irrelevante, sugiere, que las máquinas tengan forma de robot, es nuestra desidia la que nos llevará a transferir a un sistema de código numérico la solución de nuestros problemas sociales y personales. Desarrollaremos un conocimiento, vaticina Asimov, no humano para solucionar conflictos, hambrunas por mala distribución de alimentos e incluso nuestra incapacidad de amar. A nadie parece sorprenderle que un niño tenga que agarrar siempre su mantita para dormir o se le dé un osito de peluche como compañía, ¿qué diferencia hay parece sugerir el escritor de origen ruso, con entregarle una cosa, un robot-niñera como Robbie? En Japón, actualmente, miles de robots cuidan a los ancianos. 

Disrupciones en el código de la programación de los robots producen efectos inesperados: Herbi deduce que no dañar a un ser humano es también no hacerlo en su alma y su psique, incluso si para evitar ese daño hay que mentir. Cuando los ingenieros descubren este robot compasivo y empático, que sólo quiere leer novelas sentimentales para conocer mejor cómo es el comportamiento humano, los ingenieros le dan caza y vuelven loco. "Pensábamos quizá más que en futuro robots, en gente que ya se comportaban como robots", explicaba Eric Woolfson en una entrevista sobre la composición del disco. 



Me descompongo 
por la mitad y pierdo la pieza

nadie puede entender ni una palabra de lo que digo

cuando me descompongo, sólo un poco y pierdo la cabeza

nada de lo que intento funciona como siempre.

(The Alan Parson Project)


 Las máquinas comparan su capacidad con la de sus amos y deducen que sólo un ser superior ha podido crearlas, luego dejan de obedecerles: "soy inteligente... y este dueño es débil", El robot perdido.

Podría ser que alguien más está

mirando en mi mente.

Algún otro lugar

en algún lugar

en otra época. 

(The Alan Parson Project)


Los cuentos de Yo robot plantean la urgencia de definir qué es humano, qué nos corresponde hacer en este mundo empujado a la digitalización, qué debe permanecer irreductible entre los algoritmos. 

El inventor de la Realidad aumentada, Jaron Lanier  y autor de ¿Quién controla el futuro?  advierte:
"la ideología del Silicon Valley, la de un mundo tecnológico inteligente, se asemeja más a una nueva religión. Un mundo inteligente en donde la red toma las decisiones, cuida de nosotros y se ocupa de nuestras relaciones sociales".

En cambio, el escritor italiano Alessandro Baricco que insiste en un siglo siglo XX horrendo, es un entusiasta del mundo digital.

El autor de Seda, publicó en 2019 The Game: "el Game descansa sobre la decisión de poner la vida de las personas en manos de las máquinas".

Al contrario que Asimov, Lanier o The Alan Parson´s Project, el temor de Baricco es una renqueante Revolución Digital que no logre imponerse, que sea parcial, dirigida sólo por un grupo de ingenieros californianos que no haga más que acentuar las desigualdades sociales y no permita dar paso a una civilización mejor: 

"Lo que el Game necesita es humanismo (...), en los próximos 100 años, mientras que la inteligencia artificial nos llevará aún más lejos de nosotros, no habrá bien más valioso que todo lo que haga sentirse seres humanos a las personas".

"Quizá para darle un ejemplo incierto, toda nuestra civilización técnica ha creado más infelicidad y miseria de la que ha suprimido", escribía el bioquímico y prolífico escritor de divulgación científica Isaac Asimov en el último relato de Yo robot: El conflicto evitable., "quizá la civilización agraria o pastoral con menos cultura y menos gente, sería mejor".

El pasado 19 de diciembre de 2020, Alessandro Baricco escribía con renovada esperanza en un periódico español:

"Se libra una batalla importantísima. La cultura del siglo XX, por un lado; la cultura digital, por el otro. Estoy simplificando, pero todos sabemos que la brecha existe, todos la hemos visto (...) Estoy seguro de que en los dispositivos digitales hay movimientos mentales en los que podemos reconocer la misma torsión visionaria que idolatramos en las acrobacias de un Copérnico o de un Darwin. (...) Albergo la sospecha de que, sea como fuere, la belleza de los seres humanos nunca se perderá".

La paradoja es que un científico advertía sobre la deriva de la ciencia y la tecnología, y en cambio, un autor de novelas ambientadas casi todas ellas antes de la luz eléctrica y los aviones, se muestre entusiasmado con la posibilidad de una vida mayoritariamente virtual.

Club Lectura on line Centro de Arte - Alcobendas, Madrid

Consulta fechas y lecturas aquí.  - Para inscribirse aquí: 912 29 49 40


sábado, 20 de marzo de 2021

Aprender el arte de pescar estrellas - Miguel Hernández, A plena luz - Instituto Cervantes, Alcalá de Henares

 


A los 14 años su padre le sacó de la escuela. A pesar de que los jesuitas le ofrecieron una beca, su futuro era ocuparse del ganado y la finca paterna. El chico ordeñaba las cabras y leía lo que podía en la Biblioteca Municipal y en la del vicario de la diócesis a la que pertenecía su pueblo. Muy pronto ansió salir de allí e irse a Madrid.

En Alcalá de Henares, en el hermosísimo patio de columnas toscanas del Colegio del Rey, en donde estudiaron desde Quevedo a los hijos de las familias al servicio de la Casa Real, se ha prorrogado hasta abril, la emotiva exposición Miguel Hernández a plena luz. A la inauguración acudió el poeta Luis García Montero, también director del Instituto Cervantes, y la visita de público es tan continúa que ha sido obligada alargarla. 

En Madrid, Miguel Hernández encuentra a Maruja Mallo y a través de ella, se desprende por fin "de lo rural". A Juan Ramón Jiménez le confiesa, explica una cartela, que desea huir de Orihuela (Alicante). Como a tantos otros, desde Carmen de Burgos a Emilia Pardo Bazán o Rafael Alberti, sólo una gran ciudad les permitió encontrar a otros igual de diferentes a ellos, desarrollar su talento y respirar

"Le decía antes que escribo poesía. Tengo un millar de versos compuesto sin publicar (...). En provincias leen bien pocos los versos y los que leen no los entienden. Y heme aquí con un millar de versos que no sé que hacer con ellos. A veces me he dicho que quemarlos tal vez fuera lo mejor. Soñador, como tantos pienso ir a Madrid...". Carta a Juan Ramón Jiménez, 1931. 

En Madrid, Miguel Hernández traba amistad con los que siempre le fueron fieles: Pablo Neruda, Vicente Aleixandre, Carmen Conde. 

"Desde su casa en la calle Velintonia, Vicente Aleixandre le acoge en pupilaje. Cuando se casa con Josefina Manresa, su novia de Orihuela, le regala un reloj de oro", Miguel había atendido al futuro Premio Nobel en una de sus convalecencias de la tuberculosis e incluso cocinó para él. La gratitud de Aleixandre se extendió más allá de la vida del poeta en Josefina al enviudar, orientándola en la conservación y publicación del legado de su marido.

El 29 de abril de 1939, Miguel Hernández consigue cruzar clandestinamente a Portugal. El 30 de abril tuvo que vender su reloj de oro, el comprador le delató y el régimen del dictador Salazar le devolvió a España. Preso, en un cambio de guardia, un paisano suyo, Salinas, le reconoce. El guardia Salinas se ensaña con él torturándole durante cinco días en la cárcel de Huelva. De allí se le envía a Madrid y de inmediato, Pablo Neruda emprende una campaña internacional para liberarle. 

Tras abandonar la prisión vuelve a Orihuela, en donde otro vecino le delata y es enviado a la cárcel de Madrid en donde coincide con el dramaturgo Buero Vallejo. "El régimen no quiere otro Lorca" y le envía de una prisión a otra hasta recalar en marzo de 1942 en un correccional de Alicante. Enfermo de tuberculosis fallece el 28 de ese mismo mes. "La banda de presos tocó la marcha fúnebre de Chopin". 

"Lo murieron", acotó Vicente Aleixandre. "Poco se podía guardar de Miguel", anotó su viuda, "no tenía nada". 

Josefina, continúan las cartelas de la exposición ocultó como pudo, en un baúl e incluso bajo el tejado, sus cartas y poemas. En los últimos años aparecieron cuatro cuentos escritos en papel higiénico cosido a mano. 

"Desapareció en la oscuridad y recordarle a plena luz es un deber de España,

un deber de amor".  Pablo Neruda