Maribel Orgaz – www.leerenmadrid.com - info@leerenmadrid.com
Julio 2016
La jet set madrileña, afirma Victoria Suever, conoce bien el paradisíaco Mozambique, el lugar en el que ha ambientado su primera novela. Este país africano, que fue una de las posesiones portuguesas más preciadas, era una tierra de oportunidades en donde muchas personas encontraron un lugar fértil para su inteligencia y tesón, como nuestra protagonista Amalia, que supo lograr allí una libertad impensable en la metrópoli.
Suever ha escrito una novela que comienza con una joven mujer y su continua lucha en un territorio africano fascinante.
El viento sopla del norte, su primera novela, lleva un largo camino recorrido.
Vivimos un tiempo en el que un lector es un tesoro. Hay que valorarlo mucho, teniendo en cuenta que muy poca gente lee libros y aún menos los compra. Un escritor tiene que elegir el público al que desea llegar, ha de personalizar su propia forma de promocionarse con un estilo y un discurso propios, tanto a la hora de escribir como a la de relacionarse con sus lectores porque ellos son los que invierten su tiempo y su dinero en tu obra. Por otra parte, en esta época se premia más la resistencia que el talento. Si decidimos elegir la promoción a través de redes sociales, tenemos que dedicarle al lector mucho tiempo para satisfacer sus demandas.
El telón de fondo de su novela es Mozambique. Un territorio colonial portugués que se independizó muy tarde.
El foco de la descolonización afectó sobre todo a las grandes potencias, Francia, Gran Bretaña y España, las que litigaban por quedarse con los puertos comerciales más importantes entre Europa y América, o Europa y Asia.
Las colonias portuguesas no tuvieron estructura militar hasta mediados del siglo XX: los portugueses no eran invasivos, y los nativos no deseaban con tanto ahínco echarles, porque su presencia apenas consistía en crear puertos comerciales. Los movimientos de emancipación en Latinoamérica siempre los impulsaron criollos que iban a estudiar a la capital de la metrópoli y, cuando volvían formados, deseaban la independencia de su país de origen. Normalmente eran los hijos de la primera o segunda generación de colonos, de alto nivel económico con acceso a las universidades europeas.
En los países africanos eso no sucede. Las etnias mozambiqueñas estaban muy aisladas, conservaban sus costumbres y tenían rivalidades entre ellas. Los portugueses no se involucraron demasiado en el modo de vida de los nativos, en consecuencia no se modernizan, por lo que no acceden a la universidad en Lisboa, hasta mediados del siglo XX.
Cómo se construye un personaje, la microhistoria en la gran historia, sin convertirlo en un portavoz de las ideas de su autora.
La dinámica de una ficción histórica me ha llevado a escribir la novela con total objetividad, sin manipular datos, fiel a los acontecimientos y hechos documentados. Tampoco quise, al escribir, manifestar preferencias por ninguno de mis protagonistas acreditados históricamente.
A partir de tales personajes “intocables”, he creado otros ficticios, que entran y salen del curso de la crónica histórica, aportándole ambiente y musicalidad. Creo que a mi lector le interesa, más que otra cosa, la narración paralela de las personas comunes que cabalgaron con los documentados por la historia con mayúsculas. Por lo demás, mi narración intrahistórica ha de ser creíble y traer consigo sentimientos de amor, miedo a la muerte, venganza, etc. Los personajes de ficción que me permito deben hablar y pensar como lo hacían en la época que trato; sin alterar los hechos principales. Son mis personajes de ficción los que han de mantener al lector en vilo, con el libro entre las manos, sin ganas de soltarlo.
Con las microhistorias que planteo en mi relato, he pretendido establecer contrastes entre los grandes gobernantes o reyes de la historia ya escrita, y el devenir de la gente del pueblo llano. Porque retrato preferentemente sociedades rurales y humildes, de campesinos y pescadores, abocadas a la supervivencia. Retrato a la gente que nunca sale en los libros.
Los libros como el suyo son la guía turística perfecta para visitar de una manera personal y única, un país.
Es una casualidad que, en mi libro, uno de los personajes realice un viaje a través del país. Y aunque las villas han cambiado de nombre allí, las playas vírgenes se han llenado de hoteles, los palmerales se han secado, y las ciudades coloniales se han llenado de edificios modernos y vehículos, Mozambique mantiene todavía conexiones con su pasado. Su naturaleza, sus urbes y muchos de sus monumentos, a día de hoy, se pueden rastrear a través de mi libro. Basta con mirar su índice, se enumeran en el libro las catedrales del país, baluartes aún en pie, estaciones de tren, puertos, playas, archipiélagos, clima, y formas de vida que, en algunos lugares, mantienen separados a los nativos con sus costumbres tribales de la población blanca urbanizada.
Si lo que se pretende es descansar y conocer hermosas playas, hoteles lujosos y gastar mucho dinero, puede hacerlo en avión o barco, de ciudad en ciudad, desde Maputo, la capital, comercial e histórica, con su lujosa zona colonial, el Mercado de Xipamanine, el Central y la caótica ciudad moderna, repleta de tráfico y rascacielos. La hermosa playa de la isla de Inhaca, cercana, donde pasar unas horas y volver.
Desplazándonos siempre hacia el norte se pueden visitar las principales ciudades: Xai-Xai, Inhambane, Vilanculos, Beira, Quelimane, Angoche, Nacala y Pemba. Estas ciudades todas costeras, tienen frente a ellas archipiélagos de islas paradisiacas como Barazuto, Quirimbas, Ilha de Mozambique, Ilha Paraíso, o una isla privada, Madjumbe Island. Turistas de lujo como la reina Máxima de Holanda, la cantante brasileña Preta Gil o Sonsoles Suarez (hija del expresidente Adolfo Suarez), y su actual marido, el mozambiqueño Paulo Wilson, DJ en la discoteca Ten con Ten, de moda en la “cool set” madrileña, son visitantes asiduos de este lindo país.
Otra forma interesante de viajar por es por tierra, en tren o camiones, en contacto con la gente, en plan aventura. Partiendo de Maputo, hacia el norte, avistando animales y disfrutando de la prolífera vegetación, la elección sería pasar por los Parques Nacionales: Limpopo, en Gaza donde podrá observar en su hábitat, varias especies de animales salvajes, sobre todo elefantes o La Reserva Natural de Gile. Algo imprescindible es el avistamiento de delfines o tiburones ballena en Tofo o en el Canal de Mozambique. En Quelimane, capital de Zambezia, donde además encontrará cientos de especies de aves.
Para bucear o hacer snorkell, el Parque Nacional de Barazuto y el de las Quirimbas, con sus arrecifes de coral, peces multicolores, y cabañas a pie de playa de arena blanca resplandecientes e intactas, donde todavía desovan la tortugas.
Y tengo que mencionar las ciudades interiores, como Tete, Niassa y Nampula, donde existen otro tipo de bellezas: la montaña de Gurue, la presa Niassa, la más grande de África y las comunidades locales que invitan a quedarse en esta “terra da boa gente”.
Javier Moro dice que cada libro le lleva tres años: uno para documentarse y viajar, otro para escribir y el tercero para promocionarlo. ¿Cómo es su proceso?
A mí este libro me ha llevado más tiempo, creo que por ser mi primera obra. Visité Lisboa, Aveiro, Coimbra, Oporto, Évora, Elva, Beja, Vila Praia de Ancora, entre otras ciudades y pueblos portugueses que aparecen en mi libro, para poderlos describir bien. Llegó un momento en que la información al alcance de la mano se me agotó, y fui a Lisboa para “bucear” entre museos y bibliotecas, aprendiendo portugués para poder asimilar más información documentada cara a mi libro.
Viajar a Mozambique y conocer el país no fue lo que me llevó más tiempo. Pero sí el establecer relaciones con personas de edad avanzada, con la mente clara y dispuestas a compartir conmigo sus vivencias de juventud, evocando antiguos "modus vivendi", el aspecto que tenían las ciudades de época, los mercados y los transportes. Más de un año estuve en contacto con semejante memoria viva a través de Internet. A veces yo avanzaba en mi relato y lo daba a leer a quien podía haberlo protagonizado. Me refiero a personas de edad avanzada mozambiqueñas que, al leerlo, me corregían errores. En la época que describo a menudo había que desplazarse por Mozambique en barco, la selva era peligrosísima y no existían carreteras, ni gasolineras para todos los trayectos que podía imaginar en mi libro. Así que, ahí estaba yo reestructurando lo ya escrito, reescribiendo todo el argumento de mi libro para que el relato fuera plausible, no solo verosímil.
Escribir el libro me llevó tres años, incluido en ellos el tiempo necesario para documentarme. Me documentaba según lo requería la orientación de mi historia. Llevo promocionando mi libro ya otros dos años y creo que no debo dejarlo de momento.
Vargas Llosa usa siempre la misma pluma para escribir, Isabel Allende enciende una vela y empieza siempre el mismo día cada año su nueva novela… ¿alguna manía de escritora?
Sí, yo también tengo alguna manía de escritora y algunos hábitos poco convencionales. Escribo casi siempre de madrugada, en compañía de la luna cómplice de mis ideas. Así el sol no quema mis palabras. Escribo además con una gran botella de agua cerca y los teléfonos apagados. El silencio, para mí, es imprescindible.
El viento sopla del norte
Victoria Suever
Editorial Ledoria
@suevervictoria
http://www.editorial-ledoria.com/