y en él, se recoge algo singular. La primera vez que a alguien se le ocurrió arrimar las estanterías a la pared, en lugar de ponerlas en el centro fue en la biblioteca de El Monasterio del Escorial, en Madrid, en 1584.
Con su espectacular bóveda de cañón de 12 metros de altura y sus grandes ventanales que al atardecer le dan una luz bellísima, esta biblioteca merece más de una visita. Según detalla Petroski, el miedo a los incendios impedía que se pudiera usar la biblioteca por la noche iluminada con velas:
"los muros orientados a este y oeste exhiben una docena de grandes ventanales que se levantan desde el suelo hasta alcanzar más de cuatro metros de altura, lo que proporciona al recinto una luz natural excepcional".
Los escritorios están situados a unos 80 centímetros del suelo, la habitual para que el lector pudiera sentarse y los libros muestran: "el corte delantero vuelto hacia fuera, de acuerdo con lo que es, según me informan, la costumbre habitual en España". Mundo Libro, Henry Petroski, Editorial Edhasa.