Desde que los gobiernos ordenaran encerrar a las poblaciones por un virus y provocado una convulsión mundial de pánico; lectores y escritores se han preguntado cómo afectará todo ello a nuestras vidas y por tanto, a lo que se escribirá y leerá. Qué tendencias se agudizarán y cuáles desaparecerán, qué nuevos temas y formas se abordarán. Qué leeremos, qué escribiremos... y ya tenemos indicios.
Fin de la literatura del yo. Como James Stewart en La Ventana indiscreta nos fascinaban las peripecias de los vecinos. Así que, leíamos con gran interés la prosaica vida diaria en un país nórdico o el alardeo de las decisiones estúpidas.
La escala de nuestras preocupaciones ha cambiado y el auto-yo es por ahora, un insoportable ejercicio de ombliguismo.
Incremento de la Literatura fractal. Absortos en la vida multimedia, dedicados a mil tareas, la lectura competirá por la atención del lector desde los mismos lugares que le roban su espacio; cuando el posible lector llegue por fin, al texto, los escritores tendrán que batallar para atraparles con su capacidad de elaborar fragmentos significativos que estén interconectados. Que el lector pueda abrir cualquier página, le atrapen unas líneas y quiera continuar saltando del principio al final, retomando la lectura de cualquier manera para lograr que se dé por vencido al tercer o cuarto intento y se entregue al libro desde el comienzo hasta el final.
Poesía. Los algoritmos matemáticos excavan los anhelos más íntimos de cada persona, los sacan a la luz y los transforman en negocio. El perfil que los números trazan de cada uno de nosotros va más allá de lo visible, predicen nuestros comportamientos antes incluso de que podamos ser conscientes de ellos. El territorio del que se ocupaban los poetas, nuestro yo más íntimo, ha sido usurpado.
Medioambiente. Quizá éste sea el único Norte que tenemos y es el gran tema que absorberá nuestras reflexiones y nuestra escritura. Desde el catastrofismo al optimismo tecnológico, del fatalismo a los inspiradores ejemplos individuales. Desde el veganismo a los cuidados de la propia salud todo se conectará con un gran sentimiento social: la biofilia.
No ficción. Hartos de cuentos, buscaremos en historias reales la verdad, la sinceridad y la autenticidad que anhelamos para orientarnos en nuestra vida cotidiana.
Mujeres. La historia de las mujeres se conoce poco y mal. El virus ha vuelto a poner de manifiesto que un deterioro en las condiciones de vida impacta aún más en las desigualdades de género. Las mujeres han perdido el trabajo más que los hombres, han cuidado más tiempo de los niños en el encierro, han cocinado más, han conciliado más y se han ido a teletrabajar a la mesa de la cocina.
Audiolibros. La omnipresencia de pantallas y la fatiga visual que conllevan, ha dado un nuevo auge a los podcast radiofónicos y los audiolibros que se transformarán en productos cada vez más complejos, audionarraciones.