En la última sesión del Club de Lectura de Centro de Arte de Alcobendas nos animamos a compartir relatos navideños y aquí están algunos de ellos.
Una vuelta a los orígenes - Paz Gallego de la Houssaye
Todavía recuerdo una de las ultimas navidades con mi abuela. Un mes, o antes, como todos los años, empezábamos las dos a decorar todos los rincones de la casa, a ella le encantaba la navidad, y me transmitió ese amor desde casi la cuna. Pero a partir de los 8 ó 9 años noté algo diferente en su manera de ver la navidad.
Es cierto que los adornos , el árbol, etc. eran como en otras casa o en las tiendas, pero había algo mas; a parte de la típica celebración, mi abuela hacia cosas extrañas y decía unas palabras bastante extrañas y desconocidas para mi.
Cuando quise preguntarle, me respondió que algún día me lo explicaría y lo entendería todo. Y hasta que ese día llegara el olor a velas, plantas e inciensos, y el murmullo de palabras extrañas pero bellas a la vez, me acompañaron durante cuatro años mas, hasta que cumplí los 13 años, edad a la que dejé de ser niña.
Solo entonces tuve derecho a saber que las mujeres de mi familia materna procedían de una ancestral estirpe de mujeres sagradas descendientes de los antiguos celtas; cuando todo se regia por los ciclos del sol y dela luna, el pasar de las estaciones y las cosechas.
Al igual que nosotros, tenían sus fiestas, y la navidad no podía faltar. Claro está que lo celebraban a su manera. Parte de esta festividad la tomaron a su vez de los pueblos nórdicos. Me contó mi abuela que daban inicio desde el festejo del Solsticio de Invierno, la noche mas larga del año.
De ellos heredamos el reunirnos en familia en torno a una mesa, los juegos y los bailes; nuestro pastel del tronco de navidad, colocar y adornar un árbol dentro de las casas ¡ y hasta la figura de Santa Claus !. También decoraban los hogares con muérdago y acebo , que según mi abuela traían prosperidad y fertilidad al poblado.
Al terminar mi abuela de contarme todo esto, entendí muchas cosas, y esta vez pude ayudarla mejor con los preparativos de las fiestas.
Con la casa llena de velas, adornos y escuchando y cantando villancicos, dimos comienzo a la navidad mas especial de mi vida.
Desde entonces, cada año, uníamos ambas tradiciones; la cristiana de mi padre y la pagana de mi madre, festejándolas con amor y respeto.
Ahora que ya no están, siempre será una bonita forma de honrar a mi abuela, a mis padres y de continuar la tradición con mis hijos.
Des-Cuento de Navidad- Cristina Díez Pulido
-¡Ánimo señora!, algo así y a este precio no lo va a encontrar muchas veces.
-No sé, dije entre un mar de dudas. Es que es algo que yo no suelo comprar.
-Esto es canelita en rama, como decía mi abuela. Sabe usted, el bicho este que está en el aire ha hecho que unos productos suban y otros que bajen. Y este es de los que han bajado. Además no hay nada que una más a una familia y ayude más a la comunicación. Se lo digo yo que llevo muchos años en el oficio. Y no me dirá que en este año de sinsabores no lo necesitamos más que nunca…
-Bueno, bueno, contesté empezando a esta más convencida. Es cierto que es un año muy malo y necesitamos un poco de alegría.
-Se lo pongo, ya verá como no se arrepiente y le cambia el sabor a esta Navidad. Ya me contará como le ha ido con él.
Y a pesar del frío, de la niebla de las gafas, de la asfixia de la mascarilla y el chorro de gel, salí contenta de la tienda con mi jamón en el carrito lista para celebrar la Navidad.
Contarlo ya es un Cuento… - Marcela Meyorín Lorenzo
Ahora, que lo cuento si que parece
un Cuento de Navidad…
La semana antes de la Navidad, el
profesor del taller de escritura creativa pidió que escribiéramos un Cuento de
Navidad para la semana siguiente… leí todos los apuntes y luego los cuentos que
nos envío… alguno de los apuntes decía “todo buen escritor ha escrito un Cuento
de Navidad en su vida” …
Yo nunca escribí un Cuento de
Navidad, nunca antes… a medida que
pasaban los días y se acercaba el momento, menos inspiración venía a mí… se me
habían ocurrido un par de estructuras, ideas inconexas y ninguna me gustaba lo
suficiente para sentarme a escribirla. Me senté un día, otro y otro frente al
ordenador, llovía, nevaba ahí afuera, pero no lograba escribir nada parecido a
un Cuento de Navidad…
No se me ocurría nada… nada de
nada… o mejor, se me ocurría que no me gustan los Cuentos de Navidad, que no me
gustan las personas sean sólo buenas un día o una semana y no el resto del año.
Que no creo en la magia de la
Navidad que no creo en los milagros, que no suelo hacer casi nada de lo que la
mayoría hace en Navidad.
Que nunca ganaré la Lotería porque
no juego, excepto ese día en qué quedaba una décima del número del bar y lo
compré casi de compromiso mientras todos me miraban.
Y que gané
sólo una vez esa Navidad, una pedrea y en Reyes otra y alcanzo para comprar
sólo un regalo, fue lindo esa vez ganar, por una vez sólo una vez.
Que no me gusta armar el árbol el
día 8 cómo marca la tradición y prefiero tenerlo armado todo el año, ese
pequeño árbol que me dieron hace tiempo unos amigos esta siempre en la
habitación que escribo.
Que prefiero comer verduras,
frutas o higos en Navidad… ya no como carnes rojas, ni blancas… y me gusta
prepararme algo de comer de lo que preparaban de pequeña en casa…
Que me gusta hacer regalos,
elegirlos pensando en los demás… aunque sean cosas que me gustan a mí también.
Que no me gustan las cenas
multitudinarias con cuñados, tíos, tías, primas… cuándo los que están ahí no
quieren estar.
Que hace años que no voy a mi casa
para Navidad, que siento nostalgias de esos días y muchos otros, lejos de la
casa en que nací.
Que no creo en los “buenos deseos”
de Navidad, que sólo creo en los “deseos” que nos marcan la vida.
Escribí un cuento que hablaba de
eso… de deseos… no pude escribir más, el miércoles en el curso todos lo
criticaron y dijeron que no era ni siquiera un “cuento” … no llega ni a cuento.
Lo guardé en un cajón, nueve meses
después leí de un concurso de “Cuentos de Navidad” que daba la posibilidad de ganar
una beca en New York… había que enviar un “Cuento de Navidad” y ahí fue mi cuento, perdón mi "no
Cuento de Navidad”, lo envíe a regañadientes, sabiendo de antemano que no seré
nunca un buen escritor porqué no escribo “Cuentos de Navidad”, nunca he escrito
un “Cuento de Navidad”. Jamás.
Quince días más tarde, un email en
mi casilla de correo, me da la enhorabuena he ganado el concurso y también, la
beca… les ha encantado mi “no Cuento de Navidad” creen que tengo potencial, que
puedo ser el escritor que siempre quise ser porqué escribo unos "Cuentos
de Navidad" maravillosos.
Mañana vuelo a New York por un
año, tal vez, pueda ser escritor, aunque no escriba “Cuentos de Navidad”.
Christmas en el Ecuador - Marga Olivero
¡Por fin llegó Nochevieja!
Mamá nos ha prometido ir a la playa de Bata en el jeep hasta el embarcadero y luego en la lancha por el rio Senye, si nos tomamos la quinina semanal sin protestar y sin quitarnos el gorro para el sol en ningún momento.
Vivimos en el poblado de Akonangi con otras familias, cada familia en una casa. A nosotros nos cuida el boy Uka, no conseguimos hablar pichinglish pero nos entendemos bien con él.
Esta mañana los otros boys salieron a cazar un antílope, pescar miguas y recoger piñas para la cena especial de esta noche. Será a la luz de los petromán, ya que la luz la apagarán a las 6 de la tarde como todos los días.
Un compi de papá a las 12 dará las campanadas golpeando una sartén con un cucharón. Los mayores tomarán doce almendras garrapiñadas y los peques tendremos doce pasas para no atragantarnos.
Mañana, como premio, cuando nos levantemos evitando el amanecer por el mosquito jenjen, nos llevará papá a Casa Grande donde vive el dueño de la factoría a ver el chimpancé que está en una jaula en el porche.
Chema, mi hermano mediano, no podrá llevar a su titi que siempre lleva colgado en el pecho porque se ponen muy nerviosos tanto el titi como el chimpancé.
Papá nos ha dicho que tiene que ir a la capital en una semana cuando llegue el barco que viene una vez al mes, ya que probablemente los Reyes Magos nos envíen algo. Chema y Alfre han pedido unos helicópteros
teledirigidos y yo un carrito para pasear a las muñecas. Quiero también una muñeca negrita, pero no sé si me la traerán porque mamá dice que ya tengo muchas, pero es que son todas rubias.
Creo que son las últimas Navidades con papá, mamá y los chicos pues para el verano me mandan a España a estudiar con Charo, mi abuelita.
Voy a intentar pasar estas Navidades lo mejor posible con todos mis amiguitos de aquí ya que las siguientes estaré sola con la abuela en Madrid, echando mucho de menos a los que se quedan aquí.
Progresa Adecuadamente - María Díaz
Dos cosas tenía claras: Un
día sería de fiesta y el 13 moriría mi
padre.
El hombre que inventó diciembre me explicó que necesitaba un muerto. No hay Navidad que se precie sin uno.. ¿Navidad, qué es eso?,
le pregunté. Qué curiosa eres. Para que tengan rigor, las fiestas tienne que
ser bautizadas y la palabra Navidad me suena a eternidad. ¡Y termina igual! El
muerto también debe ser único. Lo mismo
da que sea cuchillero o infiel. Guapo o solo padre y como el tuyo lo era todo. No entendí bien esa parte. Estoy
segura de que mi padre era lo justo de ese todo. Del oficio de padre aún estaba
en progresa adecuadamente. Esta afirmación no le hizo mella. Siguió con su
razonamiento: Navidad y un cadáver. Le dije que mi padre no era un cadáver
demasiado cadáver. Había muerto deprisa y así no se puede morir. Déjate
de monsergas, acaso no fue un gran muerto. Con la mirada tan cerrada que parecía que estaba
haciendo el amor. Antes de poder
contradecirle, la amante de segunda de
mi padre, tomó vela en el entierro. Acaso no le aguanté que solo fuera tu padre. La respuesta y otro acaso se quedaron en mi lengua.
El
hombre que inventó
diciembre, paró el cuento y nos dejó allí. Cada una regañando por su muerto y
la Navidad.