Juan Carlos Ortega ha publicado un hermoso poemario de amor a su hijo, El bebé en la editorial Cuadernos del Laberinto. En este mismo sello también ha publicado Optimismo radical y la Mariposa del caos creador y ha participado en la antología Amor. Poesía amorosa contemporánea. Es autor de Regreso (2010) y Canto cotidiano (2012); ha participado en las antologías Tragaluz 17 (2011), Verso Cero (2013), Haré confeti de mis versos (2014), 21 poetas sin ánimo de título (2015), Red de versos (2016) y Paso poema (2017). En la entrevista le vienen a la memoria otros poetas que también expresaron a través de su obra el profundo amor a sus hijos.
Al leer sus poemas sobre su hijito he recordado la ternura de Nabokov cuando frente a Dimitriv recién nacido contó los dedos de sus mano y se maravillaba de que algo tan diminuto estuviera perfectamente conformado.
El nacimiento de un hijo es un momento de máxima ternura y felicidad. El primer poema del libro recoge ese momento en el que te quedas absorto contemplando el milagro de la vida en forma de cuerpecito desnudo. No es nada nuevo, dice el poema, es la vida/ nada más/ pasando con su brillo.
Sucede cada día miles de veces a lo ancho del mundo y al mismo tiempo cada padre lo vive como una experiencia excepcional y única, incluso aunque no sea tu primer hijo, como es mi caso. Eso no le resta ni un ápice de emoción. Sientes el corazón abierto y un profundo agradecimiento a la vida que pone en tus manos el mejor regalo.
Por otro lado, a mi he ha resultado curioso que te haya venido a la mente el genial escritor ruso Nabokov porque además de la literatura, estaba obsesionado con las mariposas. Fue un gran entomólogo y mi último libro se titula La mariposa del caos creador. Me parece una maravillosa coincidencia.
El tono de este poemario parece ser también un legado para un hijo, para que cuando sea adulto rememore en estas páginas el amor con el que fue presentado al mundo.
Así es. Algunos poemas son directamente mensajes para el adolescente y el adulto que llegará a ser un día. Son poemas que hablan de lo que vivimos juntos, de las caricias, los abrazos, del amor que crecía entre nosotros, de la felicidad de tenerlo simplemente cogido de la mano. Quería que no olvidara nunca que fue un niño muy deseado y muy querido y que fui feliz acompañándolo por el camino de la vida mientras iba aprendiendo las cosas sencillas e importantes: sonreír, sostenerse sobre sus dos pies y andar, aprender a hablar, o simplemente disfrutar del placer de estar vivo.
También era importante para mí trasmitirle el mensaje de que siempre será dueño de su vida y que contará con todo mi apoyo para realizar sus propios sueños, sin tener que cumplir con mis expectativas. Los hijos no nos pertenecen, ni tenemos derecho a proyectar nuestros anhelos sobre ellos.
Y también quise trasmitirle el amor a la naturaleza, por eso algunos de los poemas como El bebé ama, Paseo por el bosque de castaños o Los pájaros en el árbol describen su primeros contactos atentos y fascinados con una naturaleza hermosa e imponente a sus ojos. Momentos mágicos que la memoria infantil olvida y que yo quería dejar plasmados en el libro para que él pudiera recuperar más adelante.
Es la poesía la forma natural de hablar sobre un acontecimiento como el nacimiento de un hijo.
Para alguien con corazón y alma de poeta como yo, sí que lo es. A mí la poesía me nace del corazón y mi corazón está lleno de ternura y amor por mi hijo. De hecho, el libro fue surgiendo sin una intención clara. Cuando me ponía a escribir poesía me salían poemas sobre mi hijo sin habérmelo propuesto. Al ver cuantos poemas le estaba escribiendo nació espontáneamente la idea del libro.
A mí me viene ahora a la cabeza el libro del poeta y revolucionario José Martí, titulado Ismaelillo, que dedica enteramente a su hijo. Es un libro precioso, porque adivinamos en él a un hombre tierno y amoroso diferente del político comprometido con la lucha por la independencia del pueblo cubano.
Aunque se considera un libro modernista, José Martí huye del lenguaje artificioso y retórico y utiliza un lenguaje sencillo y natural para hablarnos del sincero amor que siente por su hijo. En el prólogo le dice a su hijo: Tengo fe en el mejoramiento humano, en la vida futura, en la utilidad de la virtud y en ti. Emocionantes palabras que podría suscribir literalmente.
Así que no he sido el primer poeta ni seré el último que escribe inspirado por el amor a un hijo.
Si la poesía es intensidad, ritmo y voz, qué es la voz.
Tu pregunta me sugiere que la poesía tiene su propia voz. La mayoría de las veces yo no sé de qué voy a escribir. Me pongo a la tarea con oficio, como quien tiene una tarea encomendada que cumplir. Y es la propia poesía la que viene a visitarme, la que me dicta con su propia voz lo que tengo que escribir. A veces es solo un susurro que me cuesta oír y otras me habla tan deprisa que apenas tengo tiempo de seguirla. Pero siempre oigo su voz, como un impulso que llega no sé muy bien de dónde, pero que me hace escribir. Por eso tengo la sensación de que lo que escribo no es mérito mío, que yo solo soy una especie de canal para que la voz de la poesía se exprese a través de mí.
La poesía llena teatros, cuál cree que es el motivo en estos tiempos nada poéticos.
Todo ser humano es un poeta en potencia. Y la poesía pertenece al acervo cultural de la humanidad. Está en nuestro inconsciente colectivo y en nuestra propia naturaleza. Todos somos capaces de apreciar su valor y emocionarnos con ella en algún momento de nuestra vida. A algunos se les olvida, distraídos por el pragmatismo de los quehaceres diarios, pero no me extraña que llene teatros, o que se siga leyendo y escribiendo como siempre se ha hecho, porque emocionarse es una necesidad de los seres humanos y la poesía es una forma de satisfacer esa necesidad.
Mis padres eran gente humilde, sin estudios, pero se empeñaron en darme una educación y gracias a ellos encontré la poesía, que estaba al alcance de mi mano, y que siempre ha estado acompañándome en mis emociones y vivencias. Tengo mucho que agradecerle. Sin ella, mi vida hubiera sido bien distinta.
De los poetas actuales que lee, cuáles cree que son interesantes para otros lectores.
Yo voy mucho a las librerías a descubrir poetas. Me gusta abrir al azar un libro y dejarme sorprender. Así descubrí por ejemplo al chileno Gonzalo Rojas, que me ha tenido enganchado a sus obras completas durante meses. Es brillante jugando con las palabras, muy imaginativo, un maestro del ingenio.
Pero como me has preguntado por poetas actuales, citaré a la poeta canaria Ana Pérez Cañamares, que tiene un tono realista y crítico que me encanta. Me parece que su poesía es excelente y muy recomendable.
El sueño de un hogar feliz
Juan Carlos Ortega
El sueño de un hogar feliz
se dirige a mí
y me pone un bebé en brazos
con sus ojos grandes y luminosos
que se abren hacia el mundo.
Trae también una mujer,
una compañera de secreta sabiduría
que hace grande lo pequeño,
con una vida propia
sin falsas dependencias.
El sueño de un hogar feliz
no me trae un milagro
sino una pregunta:
¿es esto lo que quiero,
abandonar lo superfluo
renunciar a satisfacer mis caprichos
aceptar mi responsabilidad?
El sueño de un hogar feliz
ya ha estado antes aquí,
corro el peligro de la repetición.
Comprendo que soy un ser humano
en busca de aventuras
pero ya ha llegado el momento
de no querer siempre otra cosa.
Y firmemente agarro la mano
del sueño de un hogar feliz.