Según Naipul, esta seguridad le venía inculcada de "escuchar" [sic] a su padre que consideraba ser escritor el mejor oficio del mundo y él quiso serlo.
Directores de cine, pintores, escultores y otros artistas también hablan de esta determinación como el combustible interno que alimenta su trabajo. Werner Herzog lo explicaba así en sus notas de rodaje de esa pesadilla que fue Fitzcarraldo (La conquista de lo inútil. Editorial Blackie Books):
"Tengo 38 años, ya he pasado por todas. El trabajo me lo ha dado todo y también me lo ha quitado todo. No dejo que nada ni nadie me confunda".
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