domingo, 16 de octubre de 2022

La poesía es la búsqueda de la belleza - Tratado de Dióptrica de Alberto Wagner y Pedro Lecanda

 


Alberto Wagner Moll y Pedro Pedro Lecanda Jiménez-Alfaro han escrito un poemario al alimón, Tratado de Dióptrica. El lector, como se explica en esta entrevista, no sabrá al leer los poemas la autoría individual de los mismos. La obra es conjunta y se presenta con este desafío a quienes se acerquen a ella. La entrevista se realiza a uno de los dos autores de este composición singular, Alberto Wagner Moll que había publicado con anterioridad el poemario Jaima (Ars Poética, 2018) y es colaborador en la revista Trépano, de la editorial Ojos de Sol. Wagner fue, además, galardonado con el segundo premio del certamen literario «Florencio Segura», 2018. Pedro Lecanda, por su parte, ha publicado Artes escritas en la Toscana (Sapere Aude, 2021), el poemario De Gravedad y Gracia (Ars Poética, 2018). 

Ambos son colaboradores habituales en medios digitales como Fil&co, ElCuaderno o Epojé. Ambos convocaron a otros artistas, los fotógrafos que ilustran los poemas. 


¿Qué va a encontrar el lector en Tratado de dióptrica? Un título que puede llevar a confusión y que esconde un poemario y un álbum de fotografías.

En Tratado de dióptrica el lector va a encontrar, sobre todo, una propuesta artística que gira en torno a la reinterpretación y la influencia. La dióptrica es el estudio de la refracción de la luz, es decir, la ciencia que observa cómo la luz se fragmenta en los objetos. Así pues, nos parecía que podíamos encontrar una similitud entre la refracción de la luz y la partición del arte en multiplicidad de objetos diversos. Los poemas se construyen a partir de las imágenes, las cuales, a su vez, se escogen a partir de textos. El juego es constante, como ocurre con la luz. Al llamarlo “Tratado” buscábamos recordar a las obras de la edad moderna, que, además de obras científicas, eran piezas artísticas y teológicas. La luz siempre se ha identificado con el elemento material más cercano al espíritu, por lo que también parece apropiado asimilarla al arte. 


Un libro colaborativo, en el que habéis participado dos poetas y cinco fotógrafos. ¿Cómo surgió el proyecto y cómo se hizo posible?

Lo curioso del caso es que, realmente, solo Alberto mantiene una relación personal con todos los artistas que han colaborado en el libro. Creemos que en el arte se establecen relaciones que van más allá de lo personal o individual. Por este motivo, la dinámica de influencias no tiene por qué identificarse con dinámicas existentes en la vida cotidiana. 

Por otro lado, esta obra nace a partir de una colaboración primaria entre Alberto y Pablo Estrada. Empecé a escribir textos breves a modo de pies de página a sus fotos y, viendo que el resultado era bueno, comencé a extenderlo a otros artistas. La incorporación de Pedro fue posterior y sirvió para arrancar de cuajo la asimilación que podía darse entre poesía y Alberto, cosa que queríamos evitar.


Los dos habéis publicado poesía con anterioridad pero en Tratado de dióptrica  el autor individual cede su lugar en favor de la obra. El lector no sabe qué poemas son de uno o de otro, ¿a qué se debe esta invisibilidad?

La intención de anonimizar el texto es, en primer lugar, la de estimular una valoración más despersonalizada por parte del público. Cuando sabemos quién es el autor que ha escrito el texto tendemos a establecer un prejuicio valorativo, ya sea positivo o negativo. Eso, en cierto modo, contamina a la poesía como tal. Nosotros queríamos evitar eso y depuramos la autoría con el objetivo de que únicamente se apreciara la poesía que había dentro.       


   

Habéis definido Tratado de dióptrica como un rizoma que busca infinitamente una nueva versión de su belleza. 

El rizoma es un concepto que empleó Deleuze para hablar de realidades que no se desarrollaban uniformemente, siguiendo un patrón prestablecido, sino que crecían y aumentaban rompiendo los esquemas prefigurados. El arte es, por esencia, ruptura. Incluso el arte imitativo, cuando es bueno, supera a su referente, le añade nuevas notas o recoloca las ya presentes. Como al hablar, que podemos prever, pero nunca adivinar, qué quiere decir la otra persona, cuando dos obras de artes se influencian entre sí el resultado no puede ser nunca presupuesto. Eso es lo que queríamos significar al hablar de rizoma.


¿Cómo definirías la poesía?

La definición de la poesía, como la del arte, es una tarea inacabable e infinita. Sin embargo, creo que su base fundamental, su nota característica, es que la poesía es la búsqueda lingüística de belleza. Aunque haya cambiado el concepto de lo bello con el paso de los siglos, sigue permaneciendo esa atracción que genera. La belleza es la impresión atractiva que genera un objeto en nosotros. La poesía es la búsqueda de esa impresión a través de las palabras.


Últimamente parece que la poesía goza de muy buena salud, ¿a qué crees que es debido?

Creo que la poesía, por su brevedad y su atención a los sentimientos humanos, encaja mejor con una generación más proclive al consumo masivo de obras y más centrada en su individualidad. Este impulso puede deberse, curiosamente, a una egolatría de fondo; adoración de la vida propia en de la realidad circundante. Sin embargo, la poesía alcanza sus cotas más altas cuando, a partir de esa concreción particular, interpela a un público universal. El relanzamiento de la poesía, debido a motivos egoístas, podría ser el punto de partida de una nueva empresa poética que, justamente, señale el camino para sobrepasar el individualismo.


¿A qué poetas admiras?

Si tuviera que quedarme con unos pocos poetas, creo que señalaría a Bécquer, como estímulo primario, a Jorge Riechmann por el acercamiento a la poesía actual y Antonio Gamoneda, por ser, para mi, la cota máxima de la poesía actual.


Alberto Wagner y Pedro Lecanda 
Editorial Cuadernos del Laberinto




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