lunes, 27 de marzo de 2017

Me encanta Madrid, tan generosa y acogedora - Hernán Gené, actor

Maribel Orgaz - info@leerenmadrid.com
Quizá también haya días clown, dias en los que incluso nos cuesta salir por la puerta, que necesitamos una silla y todas se nos quedan pequeñas, que ponerse la chaqueta y echarse al mundo son un imposible. En esta entrevista, el gran maestro de clown y teatro físico, Hernán Gené, explica en qué consiste la singularidad de este registro actoral sobre las tablas. Fotografías: Cristina DMoreno

En una entrevista comentaba que el clown es ridículo por vulnerable, ¿qué lugar ocuparían la ingenuidad o la bondad en él? 

Hernán Gené -Actor, Director y Pedagogo. No reconozco claramente esta opinión mía de que el clown es ridículo por vulnerable, el clown es un personaje que hace el ridículo pero no creo que sea simplemente por ser vulnerable. Efectivamente, todas las personas ocultamos nuestra vulnerabilidad. La ocultamos creando un personaje que no es vulnerable, que es seguro o eficaz y muchas veces nos convertimos en él. Justamente porque junto a esa vulnerabilidad que todos tenemos hay dolores. Si eres vulnerable te hieren. Y uno no le gusta sentir dolores, y por tanto se protege. Es exactamente contra estas protecciones contra las que debemos luchar en los primeros pasos de un taller o un curso de clown porque uno traslada los reflejos de la vida cotidiana al escenario y entonces es difícil encontrar esa vulnerabilidad en escena.

En cuanto al lugar que ocupa la ingenuidad o la bondad, en el mundo del clown... ocupan el lugar que cada actor quiera darle, es su personaje. Por ejemplo, Chaplin que tiene en muchos de su film grandes gestos de bondad y generosidad que no están separados de un fin que él persigue o  el Gordo y el Flaco cuya bondad para con el prójimo está un poco más velada pero su ingenuidad aparece a flor de piel. Claro que los payasos son muy tontos, no tienen una gran capacidad de reflexión, de poder ir más allá de las cosas muy simples que tienen delante.

Quiero decir, sus conflictos son muy básicos sin duda alguna heredados de la Comedia del arte, donde los personajes se mueven buscando la felicidad y tratando de abastecerse y suplir necesidades básicas como amor o comida. Los clown también van por ahí: se sube a una silla y no sabe cómo bajar. No sabe cómo devolver un jersey que se compró y no le gusta cómo le queda. Cosas que nos ocurren a nosotros en la vida cotidiana. Todos sentimos esa inseguridad ante la autoridad cuando dos policías nos preguntan si tenemos el carnet de conducir, a todos nos ocurren pequeños gestos en la vida real casi atómicos que tienen que ver con el clown que hay que aprender, ver, discernir, aceptar y luego llevar al escenario de un modo proyectado hasta lo indecible.

La ingenuidad de los clown que se asocia muchas veces a una ingenuidad infantil, tiene que ver con esto, son muy tontos. No están hechos para esta vida. Que sean tontos no quiere decir que haya que pensar en ellos de manera peyorativa, si no que es una de las características de los personajes que como todos los personajes están llenos de contradicciones. El clown también puede ser muy valiente como ocurre con Buster Keaton o incluso Chaplin. Pero son personajes casi transparentes, como si no tuvieran piel, todo se les nota, son como los niños que cuando uno les dice quién se comió la mermelada y el niño dice: no sé y tiene manchada la boca; cree que lo oculta y lo está enseñando.
Esto es lo que tiene que ver con lo vulnerable y lo ridículo, con la ingenuidad y la bondad.

Su carrera está centrada en la enseñanza pero afirma que prefiere trabajar con alumnos de cierta experiencia.  

Mi carrera es bastante dilatada, empecé en el 73 a trabajar en el teatro así que llevo 44 años en el escenario, al mismo tiempo que cumplo 20 años en España. Entonces, yo siempre me he definido como un actor, en mi profesión pongo que soy actor pero es verdad que ejerzo muchos roles en esta profesión. Director, dramaturgo, pedagogo... y si parece centrada más que nada en la enseñanza es por una cuestión económica. vivo de dar clases, de mi trabajo como pedagogo.

En mi estudio privado Hernan Gene o en la Universidad Rey Juan Carlos o en la escuela de Circo Carampa o en distintas instituciones por el mundo. vivir de dar clases me ha permitido preservar mi ser artista; es decir, que si tuviese que vivir de mi trabajo como actor estaría obligado a meterme en el mercado de un modo muy angustioso que muchas veces me resulta hasta poco recomendable.

Es decir, uno tiene que ir a todos los casting, aceptar trabajos que no le gustan, directores que no les interesan justamente porque necesita el dinero. He dejado de hacer esto hace 20 años y es una de las razones por las que vivo en España. España me ha permitido hacer esto. Entonces es por eso y nada más que mi carrera parece centrada en la educación, si yo pudiera elegir, elegiría ser actor: es lo más estimulante y divertido. Si yo tuviese que vivir de la dirección también estaría muy angustiado y muy estresado. ya hace un año que no tengo ningún contrato como director, ¿cómo se puede sobrevivir un año sin cobrar?, estaría tirando cañas en algún bar de la Latina.

Todos los artistas a no ser que tengan muchísima suerte lo más probable es que tengan que tener dos trabajos, uno el que les da de comer y otro el que les da la vida. El trabajo como artista te da la vida. Tengo la suerte de poder dar clase y a veces se superponen varias tareas y la carga de es extraordinaria. Pero bueno es la elección, es la vida que yo he elegido.

Efectivamente, prefiero trabajar con alumnos pero que sean profesionales que sepan cómo gestionar sus emociones frente al público. Aunque no tenga experiencia en aquello que vamos a tratar, pero sí que la tenga delante del público.

Los principiantes tienen la ventaja de que son principiantes y les puedes enseñar la base pero al mismo tiempo, lleva una gran energía hacerles comprender algunas cosas que luego resultan elementales por eso, en la universidad por ejemplo mis ayudantes son los que toman los primeros cursos y yo me dedico a los alumnos cuando ya han hecho sus primeros pasos y tienen adquirida una cierta experiencia en el escenario.


En las entrevistas siempre habla de la libertad del clown frente a otros actores, porque, según ha comentado, lo que el clown saca de uno mismo es más que actuar.

No hay que confundir según mi modo de ver y de pensar lo que los artistas hacen en un taller de clown con lo que luego llevan al escenario con el personaje, el clown y su dramaturgia, cuando hablo de la libertad y del aquello que uno saca me estoy refiriendo a lo que uno hace en los talleres de clown. Pero lo que hace ahí es un laboratorio de búsqueda e investigación. El clown es muy claro y muy concreto y no tiene más dificultades o misterios que otro personaje teatral. El mismo actor si tiene talento, hace Hamlet y puede hacer un clown.

Pero lo que sí hay en un taller de clown es un modo de enfrentarse al público, de relacionarse con el éxito y el fracaso, algo muy humano, muy cercano a nuestras vulnerabilidades como decía antes. Y es esto lo que da una enorme libertad. Y como en los cursos de clown las primeras horas o días, se trabaja mucho con improvisaciones en la que el actor o la actriz suelen estar muy desprotegidos que es lo que se trata de lograr y a veces, muchas veces, he tenido esta devolución como si se sintieran desnudos y simplemente tienen que cantar una canción para veinte personas que los está mirando. A esto me refiero no al teatro o los personajes como un resultado para actuar, el clown uno necesita una técnica actoral.

No basta con el curso de clown, y este es el problema de la mayoría de las escuelas de clown. creen que hacer el clown es lo que tienen que hacer y no es así, tienen que crear luego en el escenario una partitura de movimiento y de acciones. Tiene que ser capaz de recrear esa vulnerabilidad e inocencia, pero es teatro, no es real como muchas veces sí lo es en los cursos.

Yo personalmente no puedo ni creo que nadie puede salir al escenario así tan desprotegido y tan vulnerable a la mirada del público como cuando esté en el curso de clown ni creo que esto baste para un público que llene la sala del circo Price. No se puede, es imposible. Ser payaso es un trabajo muy muy exigente para el actor. Realmente si uno quiere dedicarse al arte del clown exige grandes sacrificios, gran entrenamiento. Hay que saber estar en escena, cantar, interpretar, bailar, también acrobacia, tocar por lo menos tres instrumentos, malabares; esto es lo básico pero hay algo más, de un gran sacrificio que es al estilo de los actores Kabuki: un actor que dedica su vida a un solo personaje.

Nuestra sociedad ya no ve esto como algo normal, como cuando lo era durante el Renacimiento, en los siglos XVI y XVII. Ahora los actores cambian permanentemente y el clown ha heredado esto. Chaplin o Buster Keaton dedicaron toda su vida a un personaje, alguna vez intentaron otro personaje pero es indiscutible que detrás del Chaplin personaje hay un actor muy bueno y además, gestor, director y distribuidor de su personaje.

Al comienzo del curso de clown el actor está muy unido al personaje y de eso se trata pero poco a poco el actor se distancia del personaje porque el actor es mucho más inteligente que el clown: el actor sí sabe bajar de una silla. El juego es el disparador de todo el conflicto. De la misma manera que el actor que hace Otelo juega a matar a Desdémona. Esto no quita que sus emociones en algún momento del proceso sean verdaderos. Pero los dos saben cuál es el límite. Lo mismo pasa con el clown, Chaplin sabía un montón de cosas que su personaje no sabía. Esta sutileza entre el actor y el personaje es fundamental comprenderla. Esto me refiero con la libertad del clown, que uno saca cosas de uno mismo de una manera mucho más intensa que otro tipo de teatro.

Podría indicar referentes en el mundo del clown.

Chaplin, Keaton, Harold LLoyd, los Hermanos Marx, los Tres Chiflados. En Europa por supuesto, Jacques Tati en el cine. Algo de Jerry Lewis está cercano al clown y los grandes payasos europeos: Charlie Rivel, Dimitri;  Popov en Rusia, Colombaioni... hay muchos.

Vimeo Mutis 

Mutis es su último espectáculo. Cómo le va hasta ahora. 

Mutis que no es un espectáculo de clown tiene algunos momentos divertidos o graciosos pero donde el personaje de clown no aparece, es mi última creación, mi último solo, es un espectáculo hecho con texto de Shakespeare. El 60% ó 70% de las palabras son de Shakespeare. Es la historia de un actor que ha interpretado a Shakespeare toda su vida con quien ha tenido grandes éxitos y que ahora por una circunstancia tiene que ser operado con urgencia y es una operación de la que no va a salir con vida, él no lo sabe obviamente.

Empieza la función y él está en la mesa de operaciones y todo lo que ocurre, lo hace en el limbo del sueño de la anestesia. En ese sueño camina hacia la muerte, habla con Shakespeare por teléfono, reflexiona acerca de por qué eligió hacer teatro, qué tenía esa profesión a la que le ha dedicado toda su vida cuya obra de arte es tan efímera, de la que no quedan más que recuerdos en la gente que ha visto la función. Él piensa por qué se dedicó a esto, mientras utiliza en su sueño las palabras de Shakespare para hablar de sí mismo y empieza a confundir los personajes que interpretó con su vida real y el público ve como va acercándose su despidida y por eso se llama Mutis. 

El balance es altamente positivo en lo artístico, me llevó dos años crearlo y estoy muy contento. He puesto en él obsesiones, miedos, alegrías. He conseguido algo que se parece bastante a lo que imaginaba pero en el plano material no es un espectáculo que hasta ahora haya tenido un éxito comercial. Estuvimos dos meses en el Teatro Umbral de Primavera, en julio tenemos una gira organizada por Argentina y luego estaremos en Chile y Uruguay.  Hay posibilidades de llevarla a México: todavía no está cerrada la aventura de Mutis. Ahora lo que quiero es hacerlo, llevarlo a donde lo quieran ver.

Qué significa Madrid en su carrera.

Yo llegué a España hace veinte años, ya había estado varias veces antes en Madrid pero vine por circunstancias laborales, nunca me fui de Argentina pensando en irme a vivir a España. Simplemente, ocurrió, Helena Pimenta me invitó a trabajar en el años 1998 con Trabajos de amor perdidos y luego me ofrecieron dar un seminario en varios lugares.

Más que España que me encanta, es Madrid. Siempre me parecía una ciudad agradable de visitar, es una ciudad muy acogedora. Conmigo ha sido muy generosa lo mismo que España, que ha sido muy generosa y abierta y es la razón por la que vivo aquí. Los españoles no me dejaron volver y estoy muy agradecido porque aquí he desarrollado la madurez de mi profesión. En cuanto a lo laboral, si hubiera vivido en otro país haría lo mismo porque no me imagino haciendo otra cosa que teatro.

Sí, Madrid sin duda alguna te permite sentirte de aquí, cosa que es difícil en otras ciudades por ejemplo en París o Frankfurt que por más que lleves allí, siempre hay algo te señala que no eres de ahí. Así que, sólo puedo decir eso, gracias España y gracias Madrid por todo lo que me dan.

Fotografía: Cristina DMoreno

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