sábado, 25 de mayo de 2019

La alegría de mis rosas existe siempre - Saadí de Shiraz, poeta y viajero


Maribel Orgaz - info@leerenmadrid.com
Estos días los madrileños pasean sus rosaledas, la del Parque del Retiro y la del Parque del Oeste. Hay muchas más pero quizá éstas sean las que más aprecian. Cada año, hacia finales de mayo pueden votar su rosa preferida en la situada junto al Templo de Debod, la de Ramón Ortiz. Madrid la llamó así en reconocimiento a un jardinero que comenzó a trabajar siendo apenas un niño y que se convirtió, por su dedicación a las rosas, en Jardinero Mayor de la Villa. Era capaz de lograr híbridos de un color que causaba asombro. A veces la vida es agradecida, transcurre como ha de ser.

El día 22 votamos nuestra rosa preferida y aunque este año apenas hubo en el concurso un rosal rojo, ese color que simboliza la entrega de nuestro corazón; la rosaleda era, una vez más, el Paraíso que el poeta y viajero persa, Saadí de Shiraz elogió. Un océano de dicha:

Una rosa sólo vive durante cinco o seis días,
la alegría de mi jardín de rosas existe por siempre.

En español, ediciones de El Cobre publicó su obra más conocida, La Rosaleda, traducida por Joaquín Rodríguez Vargas, quien ha traducido otras obras de la literatura iraní y al que este país distinguió en 2017 por su labor.


El iraní Saadiz que erró por el mundo durante veinticinco años en un tiempo, el Siglo XIII, de convulsiones históricas inimaginables para escribir después en persa, ese lenguaje de las aves y las rosas, una obra llena de humor, amabilidad y belleza.

Cuando me miras, todo mi cuerpo se vuelve corazón,
cuando te miro, todo mi corazón se vuelve mirada.
                            Saadi de Shiraz

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