viernes, 8 de noviembre de 2019

Escribir es la vida misma pero amable y benevolente - Ernesto Uría, escritor


Maribel Orgaz - info@leerenmadrid.com
En una entrevista anterior. Ernesto Uría dijo, soy un escritor de poesía que he ido haciendo relatos. Cree que la poesía intenta aclarar no en el sentido de entender sino de poner más claro un mundo que en muchas ocasiones es demasiado duro; en ese sentido la poesía es un territorio, afirma, "en donde estoy mejor". Ha publicado el libro de poemas Brincando en el paladar (2008), el libro de relatos Ficciones y aflicciones (2011), y ha formado parte del libro Tú por tus sueños (2012), con el relato Isla Negra, Primer Premio de la XIX edición del Concurso de Relatos «Meliano Peraile». Ateneo Cultural 1º de Mayo (Madrid 2011). En 2013, publicó Caricia y cruz; y en 2017 su tercer poemario Cuatro tintas del aire, y ahora vuelve al relato con Las islas sin tierra editado por Cuadernos del Laberinto.

Ha publicado poemarios y ahora una obra prosa. Cuál es la diferencia, en el sentido creativo por así decir.

Ya había publicado en 2011 un libro, Ficciones y aflicciones, que agrupaba 25 relatos referidos a una u otra de las dos nociones recogidas en el título. Ambos libros, aquel y éste, Las islas sin tierra, están escritos  en una suerte de lenguaje poético-  poesía en prosa o prosa poética-  si bien ello no obsta para que algunos incorporen una pátina de humor o ironía que no considero incompatibles con la voluntad de escribir historias que deambulen por el  plano de aire, el propio de la poesía y el amor, levemente suspendidas, para establecer una distancia que no pase inadvertida respecto a  la realidad ríspida y decepcionante en la que discurre nuestra vida. Una mirada poética propia, o eso pretendo, que tiña los textos que escriba y publique.

Para un lector que no le conozca y quiera conocer su obra, por dónde empezar, qué le recomendaría.

No sabría responder. La lectura, como la escritura, es un viaje que solo concluye cuando dejamos de existir. Pensemos en París, pongamos por caso. No es la misma ciudad de los años setenta, cuando la visité y recorrí a pie, arriba y abajo, ambas orillas del Sena. Tampoco yo soy exactamente aquel joven que todo intentaba conocer y absorber. Dicho esto, mis libros están ahí, no sé si todavía todos a disposición de los lectores. En términos paradójicos, la mejor elección tal vez sería comenzar por el próximo libro, pero obviamente, aún no es posible.

   
En el prólogo de Las islas sin tierra hay una referencia a la Voz del narrador. En su opinión, qué sería la Voz.

El prólogo lo escribió  Ángel Álvaro Martín del Burgo, joven y virtuoso poeta y músico, pianista y compositor, un honor.

La voz del narrador de mis relatos varía, diría yo, el alma de los relatos quizás no tanto. Y trascendiendo el hecho literario, para mí, persona ciega hace ya mucho tiempo, la voz, las voces de los demás, son probablemente el mayor regalo de la vida, aunque a menudo las palabras y el tono nos lleven a confundirnos, extraviarnos, distanciarnos. Pero, añadiría que por favor, no falten.

Actor, poeta y escritor. Que habría común en estas facetas.

Actor, no soy. He participado durante años en maravillosos cursos impartidos por una maestra sin parangón, Irina Kouberskaia, en la sala Tribueñe de Madrid.  He disfrutado enormemente, he aprendido y explorado recovecos mágicos, he compartido la escena con actrices de hondo calado, pero lo cierto es que nunca fui elegido para formar parte del elenco de alguna de las obras del repertorio. Mencionar, eso sí un recital teatralizado de una selección de mis poemas. Una experiencia, en todo caso, fascinante.

En cuanto a la escritura, más que de desdoblamiento, diría como ya apuntaba en la respuesta precedente, me anima la intención de deambular por un territorio más armonioso y amable, donde el fracaso, la decepción, la perplejidad, el paso del tiempo, las limitaciones, etc. no pesen ni abrumen tanto. La misma vida, idéntico sentir, pero reparado y benevolente.


Los lectores de Las islas sin tierra qué le comentan, qué opiniones le están llegando.

El libro se publicó en plena Feria del Libro de Madrid. Vino luego el verano. Entiendo que no han sido muchos aún sus lectores, que tal vez no lo sean nunca, tengo ya costumbre al respecto. Los fieles, los amigos, tampoco tantos me temo, me han dispensado como siempre, generosas opiniones y palabras de gozo y aliento. Me faltan las opiniones de los lectores nuevos o no, desconocidos. Y también la consideración de la crítica, aunque tras media docena de libros digamos que ignorados, comienzo a perder toda esperanza.

En su opinión, cuál es el mayor inconveniente o las mayores dificultades para un poeta o para un escritor.

A mí el hecho físico de escribir me cuesta mucho, teclear, presentar más o menos bien los sucesivos borradores a las queridas y benévolas personas que me ayudan a seguir adelante en este empeño. Tanta dificultad y el posterior recorrido casi clandestino de los libros, invisibles, como su autor en buena medida, las aflicciones que arrastro y las que incorporo con el paso ineluctable del tiempo, van tejiendo un manto de desesperanza cada vez más extenso y tupido, que recubre no solo el paisaje inmediato, también el horizonte. De ahí que te agradezca mucho, Maribel, esta entrevista, probablemente una de las últimas que me soliciten.


Las islas sin tierra
Ernesto Uría
Ediciones, Cuadernos del Laberinto


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