domingo, 26 de marzo de 2023

Los escritores hablan de sus madres - Albert Cohen, Annie Ernaux, Christopher Hitchens, Lucia Berlin y Orna Donath

Maribel Orgaz - info@leerenmadrid.com

Hace unos días leímos en uno de los clubes de lectura que coordino, Inmanejable de Lucía Berlín. Un relato en buena medida autobiográfico acerca de una madre alcohólica que se levanta con temblores y camina penosamente hasta la primera licorería abierta en la mañana para, junto a otros alcohólicos, poder empezar el día. La narración de apenas un par de páginas, es puro estilo Berlin: no hay lamentos por la situación, ni miseria moral, ni autocompasión. Carga con lo que te traiga la vida y sigue adelante, es el mensaje y el lector siente lástima por un hijo adolescente que advierte a su madre que sólo una clínica podrá ser de ayuda y que hace de adulto ocultando las llaves del coche para que no conduzca.

De la muerte de una madre sugerí que podían leerse unas cuantas escrituras desde diferentes perspectivas. Hay muchos textos pero lo interesante es quizá, leer los diferentes matices de los sentimientos. El periodista Luis Carandell cuenta en sus memorias, cómo su madre en el lecho de muerte vuelve la cara cuando intenta besarla. Carandell escribe su admiración por quien hasta el último momento mantuvo el rasgo principal de su relación de toda una vida. Ni a las puertas de la muerte le acepta.

En Londres, Albert Cohen, se entera de que su madre ha muerto en Marsella. El dolor es tan inmenso que escribe uno de los lamentos más bellos que se han escrito sobre la pérdida, El libro de mi madre. Cohen se entrega sin pudor a los recuerdos infantiles de una madre que le quiso por encima de sí misma, que es al fin y al cabo, lo que todo niño ha de sentir para empezar a caminar en el sol de la vida.

Una mujer de Annie Ernaux está escrito en el tono despojado y sin contemplaciones característico de la Premio Nobel francesa. Su madre con demencia senil, internada en una residencia de ancianos desde hacía dos años y de origen campesino, era el pilar del hogar, la que abrió una tienda, la que se libró quizá por su carácter siempre animoso y su capacidad de trabajo del alcoholismo al que sucumbieron casi todos sus hermanos y hermanas obreros. Bajo la prosa austera de Ernaux late una emoción que en ocasiones emerge en frases minúsculas: "los dos", confiesa mirando a su madre pedaleando junto a su padre en una excursión en bicicleta, "estábamos enamorados de ella". Esta madre pagó el mejor colegio para su hija sabiendo que eso la alejaría de ella y Ernaux traza su biografía en un entorno limitado del que dio a su hija la posibilidad de escapar pero al que ella permaneció atada en muchos de sus prejuicios de clase y género. "El único amor cuyo fin es la separación es el materno", afirma el filósofo José Antonio Marina y en el relato de Ernaux sobre su madre encuentra el mejor ejemplo. 

La madre descrita ante todo como una mujer, como una persona, es de todas las posibilidades de escritura la más infrecuente. Por eso, el capítulo que Christopher Hitchens dedica a la suya, en su autobiografía, Hitch-22 a la que por casualidad ve en la calle un día con su amante, y su suicidio posterior, es una rareza. Hitchens admira su belleza y distinción y describe cómo de adolescente cae en la cuenta, con enorme dolor, de que quizá su madre no abandonó a su padre, distante y frío, por no abandonarle a él.

En esta sugerencia de lecturas no puede dejarse de lado el libro que más impacto ha causado en los últimos años, que no es una novela, sino la rotura de un tabú social. Madres arrepentidas de Orna Donath. El nombramiento de un temor colectivo. Quizá Alberto Durero  ya lo advirtió en algunas de sus vírgenes, severas, malhumoradas y cariacontencidas, inspiradas en su propia madre

Orna Donath, israelí, entrevista a madres arrepentidas en una sociedad cuyo modelo ideal es dar a a luz al menos seis hijos. En realidad, de todas las mujeres que entrevista Donath sólo una de ellas es una verdadera negación, el resto de madres no sabía a lo que se enfrentaba en una sociedad hipermoderna hecha sólo para un tipo de persona: productiva y sana. Un tiempo que cataloga como de segunda categoría a todo lo que orbite alrededor de este modelo: ancianos, niños, embarazadas, enfermos. La madre arrepentida de Donath ha de ser hospitalizada porque una sociedad sólo permite en este caso que tilda de monstruoso, la huida y el refugio en la enfermedad mental.

"Le perturba el amor ciego, abrumador, por el que lo sacrifica todo, de su madre, tanto por su hermano como por él, pero sobre todo por él. Querría que no lo quisiera tanto. Ella lo ama de forma absoluta, y por tanto él debe amarla con la misma entrega: esa es la lógica que ella le impone. Nunca podrá devolverle todo el amor que derrama sobre él. La idea de una vida lastrada por una deuda de amor lo frustra y lo enfurece hasta el punto de que decide no besarla más, hasta rehúsa que ella lo toque. Cuando la madre da la vuelta en silencio, herida, él endurece su corazón deliberadamente contra ella, negándose a ceder". Infancia, J.M. Coetzee. Premio Nobel de Literatura 2003.


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