martes, 19 de marzo de 2019

Lo que tus manos saben - H.C. Westermann, Museo Reina Sofía

Maribel Orgaz - info@leerenmadrid.com
Decenas de piezas de madera con alambres, plásticos, metales... trabajadas de manera minuciosa y con aspecto de juguetes infantiles. Otra sala para herramientas inútiles. Y un intermezzo, la extraña sala de los barcos.

Esta exposición, a la que sólo le falta virutas de madera esparcidas y trozos sobrantes de los materiales desechados parece remitir, en su atmósfera de taller al argumento del sociólogo Richard Sennet en su obra, El artesano: "las capacidades de nuestro cuerpo para dar formas a las cosas físicas son las mismas en que se inspiran nuestras relaciones sociales". Lo que tus manos saben al margen de tu cabeza.

Hace unos días tuvimos en Madrid al poeta de la porcelana, en lo que parece una posible vía sobre un nuevo y singular advenimiento del trabajo físico en un mundo de pantallas.

H.C.Westermann, fue un escultor y grabador americano, participó con veinte años en la II Guerra Mundial como artillero a bordo del USS Enterprise, atado a su puesto, veía cómo los kamikaze japoneses caían sobre él mientras les disparaba. Este recuerdo le hace dibujar y tallar toda su vida, barcos de la muerte. 
"En una carta de 1966 junto al bosquejo de unos de sus Barcos de la muerte H.C. Westermann contaba que había hecho el mismo dibujo cientos de veces. Efectivamente, el motivo se reitera a lo largo de los años (...) Los barcos de la muerte son siempre diferentes: barcos veleros, vapores, mercantes
o de guerra, todos ellos presagian un destino fatal. Han perdido el mástil, o navegan peligrosamente escorados. Algunos no avanzan, atrapados en un mar de brea o en la calma chicha; otros vagan después de haber quedado abandonados. Muchas veces se esconden en su propia caja, como si fuera un ataúd".
El Museo Reina Sofía exhibe una gran restropectiva de este peculiar artista que ha sido denominado un ebanista prodigioso. La comisaria, Beatriz Velázquez señaló en la inaguración que "Westermann es singular y por eso no cabe en ninguna historia del arte que contamos en España".

El recorrido que comienza temático, se interrumpe para sorprender al visitante con una sala, los recuerdos de su participación en la guerra naval, que condensa "su preocupación por el cobijo, el abrigo como algo no cumplido porque ir por la vida es difícil, llegar a buen puerto es difícil".


Habitar es construir, dice Westermann, "vivir es obrar, y procurarse un lugar en el mundo, a la vez que ese obrar es un obrando que precipita obras y cuando cesa, precipita obras terminadas".

En la cartela de una de estas naves puede leerse la referencia literaria del artista:
"La novela El barco de la muerte, B. Traven 1923 narra cómo un marinero mercante de forma sobrevenida, queda sin el amparo de la nacionalidad. No se le permite residencia, de modo que al final solo puede embarcarse en un barco de la muerte en donde la tripulación, como muerta en vida y sin opción, meramente subsiste trabajando de forma inhumana. Con sus tripulantes, el barco de la muerte queda privado de puerto, y muestra que todo rumbo es siempre un errar. Aunque quizás el tesón de Westermann al volver a botar sus barcos, una y otra vez, suponga un ánimo de sentido contrario: una orientación tenaz hacia el hogar.

Museo Reina Sofía
H.C. Setermann - Volver a casa
Hasta el 6 de mayo
Días de entrada gratuita 
Lunes. 19h.- 21h.
Miércoles-sábado19h - 21h.
Domingo13:30 - 19h.

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