Maribel Orgaz - info@leerenmadrid.com
La Sección de Medioambiente del Ateneo de Madrid con más de veinte años en activo presentó ayer, 8ª aniversario del desastre de Fukushima, el cortometraje La Fuga dirigido por Eduardo Soto Pérez.
En Villar de Cañas, Cuenca, se planificó un cementerio de residuos nucleares, ATC. Una zona poco poblada y envejecida de la que no se esperaba una gran movilización social; sin embargo, se formó de inmediato una oposición organizada. El movimiento antinuclear es un fenómeno global que conecta a ciudadanos más allá de sus localidades. El resultado ha sido la suspensión de la autorización de la construcción.
La Fuga se suma a esta resistencia, el cortometraje narra, como un film de ciencia-ficción, las consecuencias de una fuga en el cementerio nuclear de Cuenca. "A Madrid, calculamos que la contaminación llegaría en apenas una hora", afirmó María Andrés de la plataforma contra el ATC.
La narrativa de nuestros desastres tiene algunos títulos estremecedores. El primero de ellos,
Chernobil de Svetlana Aleksiévich, la Premio Nobel de Literatura biolorrusa, que califica a la contaminación nuclear como "un mal distinto, camuflado, disfrazado".
España reconoció a los Héroes de Fukushima con el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia 2011: "este grupo de personas representa los valores más elevados de la condición humana al tratar de evitar con su sacrificio que el desastre nuclear provocado por el tsunami multiplicara sus efectos".
"Este intento de domar materia encabritada encerrándola para que no produzca daños y que aún no sabemos cómo. Se ha intentado meterla en barriles de zirconio, el segundo mineral más antiguo de la Tierra y en 40 años los deja como un colador", Eduardo Soto.
"No lo hemos entendido, Chernobil es el futuro, incluso si lo publicas no lo entenderían. El futuro lo entenderá". Chernobil, Svetlana Aleksiévich.
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