jueves, 17 de septiembre de 2020

El humor es un disolvente del poder. Un chiste es una guerra de guerrillas - Rafael Reig y Antonio Orejudo, Círculo de Bellas Artes

 

"Vivimos con un pie en un mundo que se va", afirmaba el escritor Antonio Orejudo en un encuentro en Círculo de Bellas Artes hace ya varios años. "En un país de nuevos pobres", añadía Rafael Reig. Este encuentro distendido acerca de la pérdida del humor en la literatura española, celebrado tiempo atrás, continúa teniendo una actualidad inquietante. 

Esta charla a propósito de la sátira y el poder podría haberse celebrado ayer mismo, quizá porque siguen siendo los artistas y en este caso los escritores con su sensibilidad, los canario en la mina de lo que realmente acontece.

"En España [en la literatura] la risa está terminantemente prohibida" (18´22) "quizá a partir de los años 50 o incluso antes, con la generación del 98 con tipos lúgubres y aburridos hablando de Don Quijote, el humor quedó desprestigiado", reflexionaba Reig, autor del excelente Manual de literatura para caníbales. Y curiosamente, señalaba, en un país con un corpus de clásicos repleto de humor como El Lazarillo de Tormes, La Celestina o Don Quijote de la Mancha. 

"Buena parte del desprestigio de la risa y el humor (23´49) tiene que ver con el poder de la risa como disolvente del miedo que es la principal herramienta que tiene el poder para controlar, lo estamos sufriendo (...) estamos más o menos calladitos porque se nos ha metido mucho miedo (...). La risa disuelve el miedo (...) muestra la realidad tal cual es (...)".

"El humor", añadía Orejudo cuya obra Fabulosas narraciones por historias  fue amenazada con problemas judiciales si se publicaba, "es un disolvente de la solemnidad, del poder".

La tragedia tiene más prestigio que la comedia, coincidían ambos. "Si hay algo odiado por las élites intelectuales en España es el humor y la claridad expositiva. Que algo se entienda y no sea condescendiente".

"¿No será peligrosa la risa?", reflexionaba Rafael Reig, "frente a eso, guerra de guerrillas. Un chiste es una guerra de guerrillas porque satirizar es una manera de entender el mundo. El satírico es el más político porque escribe de lo que le rodea, quiere intervenir en el debate público".

"La verdadera cultura es de combate. Espero que esta crisis recupere una beligerancia en el sentido deportivo porque eso quiere decir que es importante. Si vale todo y no hay que tomar partido por nada es que nada importa". 


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