sábado, 11 de noviembre de 2017

Necesitamos la verdad de la poesía - Alberto Ávila Morales, cantautor y poeta

Maribel Orgaz- info@leerenmadrid.com
Alberto Ávila Morales cree que la poesía forma parte de la vida. Unas veces para sortear con humor los contratiempos, en ocasiones para encontrar la verdad y también para cerrar un duelo. Es autor de tres poemarios: Para Isabel, gritos de amor contra el Alzheimer publicado por la editorial Sial-Pigmalión;  Del Humor Al Amor Al Horror y La muerte de Dios; ambos en la editorial Vitruvio.

Cantautor y poeta, ¿cuál es la diferencia?

Alberto Ávila Morales, cantautor y poeta - La diferencia más obvia es que el cantautor se acompaña para decir sus textos de más o menos calidad poética, con algún instrumento (guitarra, piano...); preocupándose principalmente de la musicalidad de lo expresado. El poeta está más pendiente de métricas, ritmos y densidad en la palabra; vierte todas aquellas verdades que nos asustan, las mentiras que nos sostienen y esos sueños que debieran realizarse. Unos y otros, como todo en esta vida, están sujetos al merchandising o marketing, que dicen los mal hablados -ni son todos los que están ni son todos los que son-.

En buena parte de sus poemas hay mucho humor, que no es frecuente en poesía, ¿qué aporta el humor al quehacer poético?

De mis tres poemarios publicados, el primero, Para Isabel. Gritos de amor contra el Alzhéimer, editado por Sial-Pigmalión, no tenía nada de humor y sí de amatorio dolor. En el segundo, La muerte de Dios, editado por Vitruvio, sí había dosis de humor, aunque fuera irónico; mas aun así, se me tachó de duro en la palabra. En el tercero, Del Humor Al Amor Al Horror, también editado por Vitruvio, comienzo con catorce poemas de humor, cualidad que yo defino «como esa cosa que te chorrea por los poros y te va limpiando el cuerpo cuando practicas el ejercicio de vivir». Yo creo que mi humor es de sonrisa más que de carcajada, porque siempre utilizo la ironía. Pienso que esta es la exquisitez del humor. Él aporta, tanto al quehacer poético como al vital, un soporte donde afianzarnos para ir faenando el día a día sin resquebrajarnos en demasía.


Sabed que aún llego enamorado... perdió a su compañera después de una larga enfermedad (Alzhéimer) a edad muy temprana, ¿de qué sirve la poesía en esos momentos oscuros?

Tengo un amigo, ¡gran poeta!, que siempre me dice: «Alberto, amigo mío, desengáñate, la poesía no sirve para nada». Dado el cariz que toman los acontecimientos diarios, va a ser que sí.
Podría ser que valiera para ver las cosas con cierta distancia y perspectiva filosófica. En lo personal, a mí me sirvió para ver el problema que me aquejaba desde un plano distinto: yo escribí el poemario Para ella (que era su título original y después se cambió por Para Isabel) cuando todavía estaba en la enfermedad; y luego las estrofas que forman el verso que tú describes, como una consecuencia en lo que devino. Podría decirse que ese primer poemario fue una catarsis purificadora, y ese poema, que en realidad pertenece a Del Humor Al Horror Al Amor, aquel vómito final con que el cuerpo se serena.

La poesía llena escenarios en unos tiempos que no parecen precisamente poéticos.

Sinceramente, creo que usted tiene una visión muy poética de la poesía. Yo no creo que llene tantos escenarios como piensa, y menos en Madrid donde hay tanta diversión alternativa. A mí, por lo menos, no me pasa; tal vez me falte ese marketing del que hablábamos. Cuando se presenta un nuevo libro se ven siempre las mismas caras: pocas, salvo los familiares y amigos. Debe de ser verdad una frase que corre por los mentideros: «cada día hay más poetas que poesía, y más editoriales casi que poetas». Cuando la poesía se sube a los escenarios, se acompaña si se puede de otros aditamentos: música con preferencia, para dar apoyo.

A la pregunta de por qué hay más poesía en estos tiempos, podría pensarse que en general (en el mundo) y aquí en nuestro país (en particular), se está necesitando un poco de verdad, aunque sea de esa verdad utópica de los poetas ante tanta sucia mentira, ante tantos cuentos patrios para dormirnos, como ya dijera el poeta León Felipe.



Si la poesía es Ritmo, Intensidad y Voz.  ¿Qué es la Voz?

A mi humilde entender, tenemos el Ritmo, que es la cadencia en el poema, así como la Intensidad, que yo llamo la densidad en la palabra. Y luego hay dos clases de Voz: la interior que va (o por lo menos a mí) llevándonos a través del poema hacia un apacible valle o a la cima de un volcán, «al susurro o al desgarrado grito»; y la voz propia del poeta, muy importante al recitar, que debe decir y transmitir aquello que sintió al escribirlo. Ha habido, sin embargo, grandísimos poetas a los que no acompañó la voz o su forma de decir el poema, así como rapsodas grandilocuentes que particularmente no me gustan. En mi caso, puede que mi faceta de cantautor me dé cierta facilidad a la hora de recitar.

Qué poetas recomendaría.

Indudablemente, recomiendo a Antonio Machado por su profundo reconocimiento de la esencia del ser humano, pero se me dirá que lamentablemente el hombre y el poeta ya están muertos, murieron un poco de enfermedad de años y otro poco de asco por tener que dejar su país, aquella España que tanto amaban y les dolía.

Así que, ciñéndonos a los muy vivos, hay varios que me son queridos por su proximidad y sus distintas formas de hacer poesía. Si hablamos de poesía de amor, me encanta por su delicadeza un manchego llamado Francisco Caro; si hablamos de ironía y forma nada usual de poetizar, citaré a un valenciano, Rafael Soler; otro de mis amigos en lo poético-social, es el maño Ángel Guinda; y un amigo y maestro muy querido, el navarro Ramón Irigoyen, quien trabaja el poema hasta la extenuación.

Como el tuerto en el reino de los ciegos

Con tus dudas en no hacer lo que no hacemos,
con la mía en esperar lo que no llega
convocamos las mañanas y aun las horas,
plegando de los días su consumo.
Tú, esgrimiendo por razón
la del despego.
Yo, en el reino de los ciegos,
como el tuerto.
Aún así... ¡qué no daría por consumir
las cerezas que despuntan en tu huerto!

Del Humor Al Amor Al Horror
Ediciones Vitruvio


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