sábado, 25 de junio de 2022

La belleza ha de ser la respuesta a nuestro tiempo - Rafael Navea, poeta

 


Si hubo aves, fueron 
de paso. La noche
terminó muy pronto.
        Rafael Navea

Rafael Navea ha publicado un segundo poemario La horizontalidad sin fisuras, un largo canto al amor y también, puntualiza el autor, al desamor. Se cierra con algunas páginas de aforismos, "una novela en una línea", como él mismo define a este género. Cree que el éxito de la poesía en nuestro tiempo se debe a que miles de voces silenciadas han encontrado en ella una salida a la angustia y a la incertidumbre, aunque advierte que un verso puede ser un veneno para no afrontar lo inevitable.   

Este año has firmado en la Feria del Libro de Madrid.

Es la primera vez que acudo a la feria como autor. Siempre la he vivido desde el otro lado, como lector, y es una sensación extraña. Por una parte, te sientes como un impostor, porque no te ves diferente de todas esas personas que ves pasear frente a ti y curiosear los libros. Y por otro lado, es muy reconfortante compartir ese espacio de intimidad con aquellos que eligen tu obra entre miles para llevársela a casa, en ese momento solo piensas en que ojalá no les decepcione y hagan suyas tus palabras escritas.


Un primer poemario, Cicatrices y ahora un segundo, La horizontalidad de sin fisuras. Cuál es la evolución. 

Creo que el paso del tiempo es lo que marca la pauta de este libro con respecto a mi primer poemario, Cicatrices. Según avanzan los años uno empieza a hacerse preguntas acerca de las decisiones que ha tomado en su vida, los errores, las incertidumbres…Y como aglutinador de todo ello está el tiempo. El tiempo te derrota, te recuerda lo pequeño que eres frente a un devenir caprichoso. El tiempo te da y te quita, nunca te pone en tu lugar, pues hagas lo que hagas siempre estarás en el sitio equivocado. El tiempo te traiciona y te hace envejecer, pero mantiene jóvenes y frescos los recuerdos, y ahí está el gran engaño, la falacia mayor. Nada de lo que rememores existe ya, y todos los poemas, todos los versos solo cobran su sentido en una dimensión que pertenece al autor, es su opio, el veneno que mantiene la vana esperanza de alcanzar algo que nunca llegará a materializarse.


Si la poesía es intensidad, ritmo y voz. En tu opinión, ¿qué es la voz?

El poeta aspira a ser la voz que resuena en el corazón del otro, sus versos, casi siempre en primera persona, necesitan de la complicidad del lector. Compartir una emoción o un sentimiento es vital para la identificación. Y tal vez ese sea el mayor reto en este arte de juntar palabras, la apropiación por parte de quien nos lee de todo aquello que transmitimos con mayor o menor precisión. Entre ser el personaje o crear al personaje yo elijo lo primero, aunque mi mundo interior se mimetice necesariamente con el lector en una sinergia de palabras, sonidos y, por supuesto, de voces sincronizadas, que nada tienen que ver con la comunicación convencional. Un lenguaje compartido, atípico y codificado que nos acerca sin conocernos al corazón del otro.


La horizontalidad sin fisuras incluye aforismos, un género que parece tener cada vez más seguidores. 

Decía el escritor ucraniano Leonid Sukhorukov que un aforismo es una novela de una línea. Yo creo que es esencia y sentencia, un chispazo, una declaración de intenciones. Y es eminentemente poético, porque busca el impacto y la reflexión del lector. La complicidad, la identificación.

Probablemente el tirón que ha tenido la micropoesía en redes sociales como Instagram ha hecho que muchos poetas y escritores adapten su estilo a esta forma de comunicación condensada y fugaz, en un tiempo en que se devoran contenidos y nos convertimos en lectores verticales. Así, el aforismo es asimilado y se adapta a un lenguaje común.

Yo incluí en mi libro, a modo de epílogo, cien aforismos que buscan esa complicidad con el lector en estos tiempos de confusión y espanto, aunque reconozco que me siento más cómodo en una estructura más extensa, desde el punto de vista poético.



Cuáles son tus poetas de referencia.

He leído poesía desde que tengo uso de razón, y cada autor me ha dejado un poso desde el que construir mis versos. Hay un grupo de poetas, todos ellos pertenecientes a la generación de los años 50, que despiertan mi curiosidad y mi admiración en mis tiempos de adolescente. José Agustín Goytisolo, José Ángel Valente, Carmen Martín Gaite, Francisco Brines, Ángel González, Claudio Rodríguez… Esta generación tiene un tono más vital e intimista que social, consecuencia lógica de la época oscura y triste que vivieron y, en mi opinión, sus poemarios reflejan el grito apagado de millones de voces silenciadas.

Si bien es cierto que los poetas con los que me doy una tregua como lector cuando no escribo son más coetáneos de mi tiempo, y de ellos destacaría a Luis García Montero, que para mí condensa todo lo que debe transmitir la poesía. A Rubén Tejerina lo descubrí hace algunos años y también consigue emocionarme. Y últimamente leo a Manuel Vilas, quizá más conocido por sus novelas pero su faceta poética es descomunal.

 

La poesía es un género en auge, a qué crees que se debe en un tiempo que no parece precisamente poético.

¿Malos tiempos para la lírica? Tal vez por eso es el momento de reivindicar la poesía frente a una literatura de consumo casi compulsivo. Quitarle esa etiqueta de género minoritario y friki y hacerlo accesible al lector ocasional, a los mayores, a los jóvenes...Y creo que los movimientos van en esa dirección, hay una apuesta de las editoriales por nuevos autores, jóvenes la mayoría de ellos, que conectan con una generación que no admite clichés y busca un lenguaje nuevo, directo y reconocible. En esa línea y como comentaba antes con respecto a los aforismos, el papel de las redes sociales como difusoras del género poético han impulsado muchísimo su visibilidad. Con esto no quiero decir que todo lo que se publica tenga una calidad incuestionable. El fenómeno de la autoedición ha universalizado la posibilidad de publicar miles de manuscritos descartados y casi olvidados, pero a mi entender se ha apostado más por la cantidad que la calidad y hay cierta saturación en el mercado. Con todo, la política de premios y certámenes seguida por muchas editoriales da visibilidad a autores emergentes que están transformando el panorama poético actual, y suponen aire fresco y una renovación de la propuesta literaria.

En tiempos de guerra, de desigualdad, de incertidumbre, la poesía se tiene que reivindicar desde un lenguaje de compromiso y transformación, ya lo hemos visto en otros momentos de la historia, versos que se convirtieron en himnos como el de Gabriel Celaya y sus estrofas cargadas de futuro. Belleza en respuesta a estos tiempos feos, y si es en forma de poesía, mejor.


Balance

Otro verano.
Se murió mi planta.
Cerraron los bares.
Tiré cenizas al mar.
Se fue gente buena.
Maldije tu nombre.
Deseé otros cuerpos.
Soñé con mi padre.
Me gané el olvido.
Leí a Boris Vian.
Nevó en agosto.
La luna se escondió.
Me vestí de negro.
Mataron a diez mujeres.
Prohibimos los abrazos.
Los pájaros tomaron el cielo.
Terminé este poema.
No aprendí nada de la vida.



Olé Libros Editorial





2 comentarios:

  1. Es un magnífico escritor y mejor persona. Leer sus palabras reconfortan en un tiempo inestable como el que vivimos. Espero que su libro sea leído por muchos.

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  2. Gracias por tu comentario. Sí, es un poemario que se merece atención. Espero que la entrevista contribuya a ello. Un cordial saludo, Maribel

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