lunes, 11 de marzo de 2024

El tarot, una forma de conocimiento - Natalia M. Alcalde, escritora y tarotista - UP Miguel Delibes, Alcobendas (Madrid)

 


Ayer, en la Sala El Cubo de la UP Miguel Delibes de Alcobendas (Madrid), vino a presentarnos el Tarot, la escritora y tarotista Natalia M. Alcalde @nataliam.alcalde

Natalia es autora de la novela Delirio, que ya camina por su tercera edición y ha obtenido el premio Tuber melanosporum 2024 que otorga Morella (Castellón) en su festival sobre novela negra.

Pero también, es una experta tarotista que imparte cursos sobre lectura de tarot y utiliza las cartas para sus personajes e incluso, desarrollar sus tramas.

Lo que comenzó en Italia como un juego de naipes de la clase alta, explicó la escritora, se transformó en el Renacimiento en una forma de saber que no de adivinación como generalmente se cree.

Al igual que la ciencia disputó a la fe el monopolio del conocimiento del mundo, podría considerarse otras formas de iluminación sobre diferentes aspectos de nuestra vida. El tarot más habitual, que fue con el que Natalia nos explicó su origen y su funcionalidad, es el de Rider-Waite y está formado por una serie de cartas que se dividen en arcanos mayores y menores. Cada naipe contiene un dibujo, a la manera de ilustración condensada de lo que conocemos arquetípicamente sobre reyes, madres, viajes, la muerte o el nacimiento.

Según la psicología de Carl Gustav Jung la psique humana se estructura en el yo, el inconsciente y los arquetipos. Es aquí en donde las cartas del tarot, el experto en leerlas (el tarotista) y quien se dirige a ellas en busca de respuestas se entrecruzan en un intento de dilucidar los desafíos que en ocasiones no podemos solucionar por nosotros mismos. Desde conflictos en nuestro ámbito laboral, dudas sobre la carrera que más nos conviene o amistades que hay que dejar marchar. 

De esta forma, al igual que en una primera etapa, sólo la fe proporcionaba todo el conocimiento más allá de la experiencia personal, desde el movimiento de los astros a las enfermedades que nos aquejaban y fue progresivamente reducida por la ciencia al anhelo de trascendencia: el tarot puede considerarse un conocimiento que ocuparía un lugar en el espacio del misterio. En aquello que ni la ciencia ni la fe logran desvelar. 

Intuición, sincronicidad, la psicología arquetípica de Jung, un conjunto de teorías que plantean la insuficiencia de nuestras formas de conocimiento reconocidas hasta ahora. El tarot pretendería contribuir a todo ello, a ocupar un lugar desde el que proporcionar a cada persona la capacidad de decidir mejor sobre cambiar de trabajo, elegir otras amistades o rechazar una opción profesional.

Plantear una pregunta, y entablar un diálogo con las cartas y el tarotista, ese es el proceder habitual. "El mayor problema es dar con un charlatán", advertía Natalia, "con alguien que apenas tiene un conocimiento suficiente del tarot y que sólo quiere sacar dinero y engancha a las personas para que vuelvan una y otra vez".

"Yo sólo enseño a leer el tarot", explicó. ¿Y qué ocurre si las cartas son negativas?, le preguntaron al finalizar. "¿Es mejor no decirlo?"

"Si son negativas, son tan claras que no se pueden ocultar", aseveró, "si no dijeras la verdad, después te reprocharías el motivo de no haber sido sincera".

 


No hay comentarios:

Publicar un comentario