"Su taller, que produjo suntuosos manuscritos para bibliotecas nobles como las de los Medici, los Estensi, los Sforza, los aragoneses, así como para ricos señores extranjeros, entre ellos el rey de Hungría Mattia Corvino, estuvo activo desde 1440 hacia 1480, cuando, también por la invención de la imprenta, Vespasiano se retiró de su actividad y se dedicó a escribir las Vidas de los personajes que había conocido, directa o indirectamente; entre ellos también se encuentra el Comentario a la vida de señor Federico, duque de Urbino", Biblioteca del Vaticano.
Encargar estos libros en los tres últimos años de vida, afirmaba Isabel Ruíz de Elvira, directora del Departamento de Manuscritos, Incunables y Raros de la Biblioteca Nacional de España, da idea de la importancia que les daba el marqués.
Su biblioteca, de la que preservó cien títulos, fue vinculada a su mayorazgo y tuvo un lugar específico en su casa de Guadalajara ya que antes tenía ejemplares dispersos en sus diferentes posesiones. Íñigo López de Mendoza hizo de este legado una medida de su gusto exquisito.
En la Biblioteca Digital Hispánica es posible encontrar un lugar dedicado a la Colección Mendoza.
Tomé esta fotografía en el torneo medieval que cada año se celebra en el palenque del castillo de Manzanares el Real, Madrid.
De los Mendoza y su huella en el paisaje de Guadarrama, la reconstrucción de su castillo en Manzanares el Real y su jardín medieval, su ventisquero y los cisnes del palacio de Guadalajara he escrito en mi último libro, Se nos ha dado tanta belleza (Editorial Tundra, 2024).
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