domingo, 22 de junio de 2025

Lo horrendo en un un bello lugar - El paso canadiense, Marisa Repiso Álvarez, escritora y montañera - Scribo Editorial



El paso canadiense es la primera novela de Marisa Repiso Álvarez. En un paraje idílico, un valle del Pirineo, una mujer aparece asesinada. De la investigación se hará cargo una inspectora, Aldara que a lo largo de trama hará también un viaje interior, un doble descubrimiento. "He intentado que prevalezca en todo momento la naturaleza", ha afirmado Repiso en la presentación y añade con humor que durante la escritura, se dio cuenta de que había paralelismos entre la cultura japonesa y la gallega, desde elaborar licores hasta rituales con el agua. Aldara ya está en un segundo caso, ha adelantado la escritora, "pero en otro valle". 


Si la inspectora Aldara tuviera que escribir un perfil, que diría. 

Aldara destacaría su formación universitaria en psicología y criminología, experiencia de diez años en el campo de la investigación de delitos graves, conocimiento de los procedimientos legales, orientación al logro, capacidad analítica, gestión del estrés, capacidad para trabajar bajo presión, disponibilidad a tiempo completo y alta preparación física.

En cuanto a mostrar su gran valía, Aldara es de perfil bajo, por limitarse a lo estrictamente necesario y por intentar pasar inadvertida. Si Aldara presentara su valía públicamente le resultaría un poco forzado. Es una persona que se guarda por lo que se refiere a su vida personal y que en lo profesional no se permite romper con lo que debe ser. Su carácter reservado traza una barrera con sus compañeros que ellos mismos intentan romper con notas de humor. En los diálogos entre la inspectora y su equipo se refleja con sorna ese contraste entre su enfoque de la investigación  y sus ayudantes.

La lucha por la defensa de las víctimas, la búsqueda de conocimiento a través de los libros, el actuar con rigor y atender su bienestar, son las coordenadas que aplica para descubrir la autoría del crimen. Aldara cuida su cuerpo y su mente. Intenta buscar el equilibrio en su vida y en su trabajo. Atraída por la naturaleza se sirve de su poder para cargar las energías y provocar los encuentros con los sospechosos. La profesionalidad marca su empeño por conseguir resolver el caso. Su punto débil está en haberse visto superada y marcada en un penoso episodio de su vida, lo que le hace ser rígida en exceso. Sin embargo, de manera progresiva, esa rigidez se va destensando y acepta otros métodos menos ortodoxos y más emocionales para la investigación.


El mal en un paisaje idílico como es el Pirineo. ¿No hemos sospechado siempre de la visión romántica del paisaje?

El paso canadiense  es la historia de un crimen ambientada en un valle con las montañas más altas del Pirineo. El mal se muestra entre montañas, bosques, cascadas… ¡Qué mejor sacudida que lo horrendo se descubra en un bello lugar! 

En cuántas historias, el viento, las tormentas, los páramos o el mar son los elementos que evocan soledad, recuerdos, vida, muerte, amor. Un paisaje puede transmitir infinidad de emociones. La naturaleza es un espejo en el que mirarnos y descubrirnos para bien y para mal.

La visión romántica del paisaje es una inspiración para crear historias en las que el mal se hace más visible por contraste. Parece que nada puede hacer presagiar un macabro desenlace en un escenario majestuoso.  En mi novela, la compensación por la belleza del entorno recuerda los actos horrendos que somos capaces de cometer o silenciar. El entorno natural se convierte en un personaje más, por lo que tiene un gran peso hasta tal punto que se convierte, me atrevo a decir, en el Personaje que transciende el bien y el mal.

La rudeza de las montañas del Pirineo y la sensación de aislamiento pesa igual que una losa para sus moradores. Situaciones opresivas, lo que llamo “velo de silencio”, el riesgo al vacío social y la ocultación de pruebas son las constantes para impedir la resolución del caso, la brutal naturaleza engulle y regurgita a los que entorpecen la autoría del crimen.


Del proceso de escritura, qué ha sido lo más laborioso.

Me ha llevado tres años escribir esta novela, quizás porque creo ser más bien una corredora de fondo. Lo más laborioso ha sido la revisión del texto. En el proceso de revisión he realizado capas de lectura, por así decirlo. Por ejemplo, lectura de eliminación de párrafos o palabras, lectura de reordenación del texto, lectura de revisión de los diálogos, lectura para añadidos puntuales pendientes, lectura general. Es un trabajo infinito porque nunca sabes cuándo debes poner fin. Puedo decir que escribir un libro se sufre y se disfruta a la vez. 

Por otro lado, sentía la necesidad de un entrelazado en los capítulos como si de un tricotado se tratara, sin que se me escapara ningún punto. El final de cada uno y el inicio del siguiente tenían que estar conectados por el ritmo, el contenido, alguna palabra clave, etc. El final tenía que terminar de algún modo con un cierre que tuviera un cierto nivel estético y de contenido. También las palabras en aragonés, gallego, japonés y el glosario al final del libro ha sido un trabajo minucioso. Por lo que se refiere a los escenarios, ha sido la parte más amable porque mis botas de montaña han recorrido todos sus rincones. Ha sido menos trabajoso la terminología de plantas, setas, geología por ser de mi agrado. En mi caso, solo puedo escribir sobre lugares, montañas, flora, fauna, que he visto y he disfrutado. 




Qué comentarios te llegan de los lectores.

Los lectores han sido lo más importante de esta mi primera experiencia literaria. Todos los comentarios que me llegan los guardo como oro en paño. En general han destacado las descripciones de los escenarios por su viveza, la atmósfera envolvente, la intriga mantenida hasta el final y  la psicología de los personajes.

Todos me han gustado y varios me han sorprendido: "un refinado menú de Fiesta Mayor donde lugares, escenarios, paisajes, personajes, palabras y chispazos, se me ofrecen para degustarlos con avidez y una enorme sonrisa" o "intriga bañada de festina lente". Y éste, que tengo también apuntado: "la novela negra no es un género que me atraiga especialmente, pero tu libro se lee muy bien y mantiene un pulso narrativo excelente hasta el final. Lo mejor es el sabor japonés que impregnan muchas páginas. No lo esperaba y me ha encantado porque la cultura japonesa es muy especial e importante para mí".


Cuáles son tus escritores de referencia.

De pequeña me encantaba la revista TEBEO, recuerdo cada uno de sus personajes e historietas. Ahora, los libros que más me gustan son los clásicos. Miguel Delibes sería uno de ellos por lo sensorial de su estilo. Su obra El camino me encanta. En mi escritura aspiro a copiar ese estilo con los olores, colores, sonidos. También me parece magistral Gonzalo Torrente Ballester por su sabiduría narrativa. Camilo José Cela por su estilo mordaz. Nabokov por su lenguaje apabullante. Los grandes clásicos de la filosofía también están en mi lista por su alta calidad literaria.  En definitiva, me gustan las obras de los escritores atemporales, las "Grandes Inteligencias de la literatura" como diría el entrevistador Bernard Pivot. 



Al abrirse la posibilidad de publicar para muchos escritores, la promoción es la gran batalla. 

Así es. Sin promoción los libros dejan de existir para los lectores. Se sabe que se publican más de noventa mil libros al año en España y que el ciclo de vida de un libro es relativamente breve. En este mar de libros es imposible destacar sin difusión. Trabajar la visibilidad es imprescindible para dar a conocer un libro. Esta labor es determinante. De ahí que sean clave la editorial, los agentes literarios, los medios, redes sociales, ferias, librerías, bibliotecas, distribuidoras, podcasts y el propio escritor para que el libro llegue a los lectores e incluso la colaboración entre escritores. En la promoción se incluye trabajar la difusión previa a la publicación y la promoción una vez publicado. Nos parece que lo difícil es escribir un libro y que todo irá rodado, pero luego viene publicarlo y promocionarlo. Aquí todos nos debemos aplicar el “he venido a hablar de mi libro”, esa es la verdad. Pero por encima de todo siempre debe prevalecer la satisfacción de haber escrito un libro.


El paso canadiense

Marisa Repiso 

Editorial Scribo



martes, 17 de junio de 2025

Sobre Cervantes y El Quijote - José Álvarez Junco en la Biblioteca Nacional de España

 

"Soy historiador, no cervantista y llevaré las cosas a mi terreno", aclara en esta extraordinaria conferencia José Álvarez Junco en la Biblioteca Nacional de España sobre Miguel de Cervantes y El Quijote.

La utilización de Cervantes y del personaje cervantino por los nacionalistas españoles del mito quijotesco, comienza Juncos, se da en el gran momento de eclosión de los nacionalismos que es segunda mitad del siglo XIX y primera mitad del siglo XX. 

No siempre la obra de Cervantes fue interpretada como epítome de la identidad colectiva española. Al principio de Cervantes se hablaba en términos universales. La primera traducción de Cervantes, en vida del autor, fue al inglés, después al italiano y al alemán y lo presentan como "crítico del mundo caballeresco, de los ideales nobiliarios".

Cervantes había hecho una obra para burlarse de los ideales de la caballería andante. Esa fue la interpretación que dieron algunos autores ingleses y después franceses y alemanes.

Y en consecuencia, se le asigna ser un indicador de la decadencia de la monarquía hispánica. "Es una curiosa interpretación porque estamos en el momento de la leyenda negra, según definición de Juan Juderías en 1907".

Es el momento en que la imagen de los españoles es muy fuerte pero muy negativa: los españoles son arrogantes, grandes guerreros, crueles vengativos y codiciosos. Son fanáticos porque han producido la Inquisición, eso es lo que dice la leyenda. Pero esto no es cierto, la Inquisición fue una invención del papado y de la monarquía francesa a comienzos del siglo XIII. 

En este contexto se empieza a difundir la idea de que Cervantes es el síntoma de ese declive. Esto es contradictorio con la leyenda negra porque si es un país de grandes guerreros, lo cual formaba parte de los ideales medievales, o es un país que se burla de ellos.

En esa panorámica general, la obra de Cervantes permitía muchas lecturas como cualquier obra clásica. Los grandes autores literarios del siglo XVII y XVIII no hablan en concreto de la identidad española, si no de características generales de los que trata esta novela: la locura, el ideal opuesto a lo real, la ironía. 

Será el romanticismo cuando se produce el giro hacia la interpretación del personaje: Cervantes como la representación del alma colectiva española. En su primacía de los sentimientos, del genio individual los románticos también priman el genio colectivo. "Hay una manera de ser de los pueblos que inspiran a los artistas a hacer cosas de ese pueblo".

En realidad, en España, no se habían producido libros de caballerías. Eran obras francesas, inglesas y alemanas. Y Cervantes se había burlado de todo eso pero no de los ideales caballerescos. Esta es la defensa de Menéndez Pelayo y Juan Valera en el siglo XIX. Cervantes se burla de la literatura caballeresca francesa e inglesa, amanerada y frívola. Cervantes es un autor que enlaza con el romancero y los cantares de gesta, según Menéndez Pelayo, que defiende el verdadero ideal del caballero que lucha por ideales y no por quimeras.




Esto preparó la argumentación, en 1880, para cuando llegara la gran crisis nacional en 1898. 
En una guerra muy desigual, luchada contra una enorme potencia industrial como eran los Estados Unidos de América, y esto no lo sabían los europeos, por eso resultó tan humillante la derrota. España perdió las últimas posesiones coloniales: Puerto Rico, Cuba y Filipinas. Era justo el momento en el que los imperios europeos estaban en su apogeo. Los europeos dominaban más o menos entre el 60% y 70% del resto del mundo y se había establecido así la superioridad de las raza blanca y la obligación del europeo de conducir hacia el progreso a las razas "inferiores". Esto es el origen de tantas cosas que sufrimos hoy en día.

En ese momento de auge de las identidades nacionales, de lucha de las naciones europeas por controlar el resto del mundo, España pierde. Y eso fue un golpe tremendo para las élites españolas.

La crisis del 98 no fue una gran crisis económica, continúa Álvarez Junco, se perdió el mercado cubano pero se conservaron ciertos privilegios. Hubo una repatriación de capitales que posibilitó que en España se crearan los grandes bancos, no es una gran crisis política, no cae la monarquía ni el sistema de Cánovas y Sagasta. 

Es una crisis de identidad, nacional, de duda en la propia virtualidad de la nación. La estruendosa derrota de los americanos obligó a crear otros mitos nacionales y ¿qué se podía hacer, a dónde recurrir? Se recurrió a Cervantes y el gran inventor, quizá con el precursor de Ángel Ganivet, fue Miguel de Unamuno.

Unamuno identificó a Cervantes con España. Si bien en 1885 dice que la culpa de todo es de Cervantes y su quijotismo y que hay que ser europeos racionales, después de la crisis del 98 y su crisis religiosa, dice lo contrario. Hay que reafirmarse en el quijotismo. 

El Quijote, en interpretación de Unamuno, es el de sus obsesiones personales y sus planteamientos nacionalistas propios de ese momento. Don Quijote es España y la cura que España necesita. Habría que cultivar la locura de Don Quijote. "La santa cruzada de ir a rescatar el sepulcro del caballero de la locura del poder de los hidalgos de la razón".

Literariamente es muy bonito, dice José Álvarez Junco con sorna, pero ¿políticamente a donde lleva esto? A nada sensato. Cuando se le pregunta, y qué soluciones concretas propone usted. Unamuno espeta: ¡ya estamos con los Sancho Panza! En resumen, su programa político no es más que populismo retórico.

Si de Unamuno pasamos a José Ortega y Gasset, la generación del 14, quizá más racionalista pero Ortega está en el ambiente nacionalista de la época. Y si bien había dicho que no creía en la psicología de los pueblos, poco después dice que los españoles tienen rasgos peculiares que se manifiestan en sus creaciones culturales. Naturalmente, en Don Quijote. 

Para él, Europa se dividía en dos, la del norte: ingleses, alemanes; y la del sur: Italia y España. Detrás de esta concepción, continúa Álvarez Junco, hay una concepción machista. La del norte es sólida, vertebrada y por tanto masculina. La del sur es sensual, invertebrada, caótica y por tanto femenina. Don Quijote es propio del espíritu mediterráneo, caótica y sensual. 

El mundo latino, según Ortega, ha producido sólo dos cumbres, el Renacimiento italiano y Decartes. 

¿Quiénes empezaron a liberarnos de esta interpretación nacionalista? El primero fue Manuel Azaña en 1930 al que le interesa Cervantes como literato y niega que Don Quijote tenga algo que ver con el carácter colectivo español. 

En esta línea, alejada de las esencias nacionales, avanzó José Antonio Maravall que publicó dos libros acerca de Cervantes como modelo del humanismo de las armas y de una utopía en el sentido de contrautopía: el fin es un buen gobierno y ese es el de Sancho Panza. 

Después de 1945 las tragedias de Europa no permitían ya la interpretación de la literatura identitaria. En 1960, la literatura del llamado "problema de España" desaparece después de haber dominado la escena española durante más de 60 años. Los grandes ensayos, finaliza Juncos, entre 1900 y 1960 estuvieron sometidos a él.

Hoy podemos quitarnos, afortunadamente, este prisma de encima.