domingo, 18 de marzo de 2018

Si vives deprisa, la poesía no tiene cabida - Ignacio Mª Muñoz, poeta. Cuadernos del Laberinto.

Maribel Orgaz - info@leerenmadrid.com
Abogado, autor de tres novelas, Ignacio Mª Muñoz ha publicado también dos poemarios y ha editado un tercero con Cuadernos del Laberinto, Crónica de ausencias y De la luz y el olvido. En su proceso creativo, publicar no es más que imponerse un obligado cierre a algunos poemas que comenzaron a gestarse treinta años atrás.

Poemas contra la muerte o poemas de la muerte. Y en todo caso, de qué sirven las palabras frente al hecho final.

Decididamente, poemas sobre la muerte; no veo razón en escribir contra la muerte. Al margen de la natural afición a vivir y del deseo de morir viejo, no aceptar el hecho de la muerte es absurdo. Ni siquiera infantil. La escatología, el planteamiento ante lo que hay más allá de la vida, es consustancial con la condición humana y constituye uno de los temas recurrentes de la filosofía, de la literatura y del arte. Pensar sobre la muerte y hablar de ella –es decir, ponerla en palabras– quizá nos ayude a encontrarle un sentido; tal vez a aceptarla; y, seguro, a asumirla como irremediable.

Es una ventaja o una desventaja el no hacer de la escritura una profesión. 

No sería capaz de concluir si tener una profesión en paralelo con la dedicación a la escritura aporta ventajas o desventajas (más allá de que si no se puede vivir de la literatura, es imprescindible tener una ocupación retribuida). Hay muchísimos casos de escritores que han compatibilizado una profesión (y no necesariamente relacionada con la lengua o con la literatura, como filólogo o profesor de historia de la literatura) con la creación. Cuando se escribe, se cuenta lo que se ve, lo que se oye, lo que se vive…, pasado por el filtro de la reflexión y convertido en re-creación; por lo que supongo que la clave está en saber estar atento, al margen de cuántas dedicaciones se tenga.

En su opinión, cuál es la principal amenaza para la labor poética.

Si vivimos muy deprisa –y por ello entiendo que dedicamos poco tiempo a la reflexión o a la contemplación–, está claro que actividades como la poesía tienen poca cabida. Pero tampoco otras muchas. Y volviendo a la poesía, está claro que tanto para crearla como para leerla es imprescindible un relativo sosiego, (otra cosa es que, después, la poesía pueda desasosegar lo que no deja de ser una bonita paradoja ).



Si la poesía es intensidad, ritmo y Voz; qué es la Voz.

No soy crítico literario, pero me atrevo a hacer una distinción: estilo podría ser lo perceptible, el aspecto más formal de la escritura, el que se deduce de lo escrito a partir de unos criterios taxonómicos, por así decir; en cambio, la voz sería la manifestación de lo que induce, lo que provoca a escribir y  hace a un autor inconfundible. La voz es algo así como el humus o el mantillo del estilo.

En estos momentos en Madrid se paga entrada por escuchar recitales de poesía. 

Tal vez el vértigo de la vida actual, la propia rapidez con que vivimos y por la que preguntaba antes, nos obligue a hacer un alto en el camino de vez en cuando y dedicar un poco de tiempo a actividades como la poesía. Quizá en contra de lo que podría pensarse, se está produciendo un repunte en la creación poética; y también entre los jóvenes. Lo que tal vez apuntale lo que decía antes. Si la poesía tiene la virtualidad de permitirnos recrear la realidad mediante la palabra, quizá nunca como ahora hayamos tenido tanta necesidad de hacerlo.

Recomiende, por favor, poetas contemporáneos que le parezcan interesantes.

Estoy muy poco comprometido con recomendar algo, poetas incluidos, por lo que saldré por la tangente y daré nombres de autores contemporáneos que leo, releo o he leído recientemente: Luis García Montero, Antonio Villena, Ben Clark, Iago Chouza y Marga Clark.


La tarde, una bóveda de bronce

donde resuenan los vencejos
que sangra el viento.
El tiempo, una yedra que bordan los recuerdos.

Olvidarte, no:
vivir hasta morir por olvidarte,
morir de ausencias
por vivir de tu recuerdo.

Al cabo, hoy
sólo hay memoria y tiempo.

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