jueves, 14 de mayo de 2020

La lectura durante el encierro, la pérdida de libertad y las misiones espaciales

Maribel Orgaz - info@leerenmadrid.com
Entre las diez de la mañana y las dos de la tarde, el monje se veía asediado por la acediaun mal que atacaba al cuerpo y al espíritu, una atonía del alma:
"Le apremia a dirigir la vista una y otra vez hacia la ventana y a saltar fuera de su celda […] Además de esto, le despierta aversión por el lugar donde mora, hacia su misma vida y hacia el trabajo manual. […] El demonio le induce entonces al deseo de otros lugares en los que pueda encontrar fácilmente lo que necesita y ejercer un oficio más fácil de realizar y más rentable. […] Pone todo su ingenio para que el monje abandone su celda y huya". 
Este demonio del mediodía, que los cristianos han descrito desde el siglo IV, cuando surgieron hombres retirados a la soledad del desierto, incluye otras sintomatologías que la diferencian de la tristeza. El cristianismo, como otras grandes religiones, ha acumulado un saber ingente sobre los estados emocionales de todos aquellos que se retiran encerrados en cuevas, celdas o lugares inhóspitos. Sobre esto puedes leer más aquí.

Esta acedia o ansiedad del corazón resulta una lectura acertada en estos días en los que, a diferencia de un creyente voluntariamente enclaustrado, millones de personas han sido encerradas por sus gobiernos

Los monjes, sumidos en la acedia, explicaba Juan Casiano allá por el siglo IV, comían demasiado, se tornaban iracundos o se entristecían. Así que, las plumas de la Iglesia se lanzaron a analizar para identificar y después aliviar, el lastimoso efecto del emparedamiento que amenazaba con trastornar a sus más firmes creyentes.

En el siglo de la racionalidad y la ciencia, a menudo se desdeña lo que aquellos Padres del Desierto reconocieron sin Freud, psicoanálisis ni psicofármacos. Santo Tomás, según detalla Isabel Conejo Feliu de la Universidad Pompeu Fabra en su fascinante trabajo acerca de la evolución de este mal, realizó una gran síntesis, rica en matices, sobre las aportaciones que diferentes escritos religiosos habían hecho a esta dolencia de personas en aislamiento. No es casual que este término siga captando la atención hoy en día y que el trabajo de Feliu se titule, La acedia rasgo de la sociedad actual

Mientras los gobiernos afirman ser capaces de cabalgar el tigre que han desatado, las personas han de conformarse con mantenerse a flote, aunque en estos días parece que nos hemos dividido en dos grupos: los que son capaces de llevar a cabo un ritmo frenético de actividades y los que reconocen no poder sumergirse en una lectura profunda e incluso, concentrarse.
"Percibo todos los días que algo no funciona bien en mi amor a los libros. No funciona bien la literatura en mi cabeza ni tampoco lo hace el cine. Veo buenas películas, pero algo falla, algo se ha roto", Manuel Vilas, poeta.
La honestidad de Manuel Vilas ha sido un contrapunto al festival de escritores y artistas que afirmaban no encontrar diferencia entre ser enclaustrado -sin tan siquiera poder salir a dar un paseo- y su vida anterior o estar encantado de que le hubieran impuesto encerrarse -sin tan siquiera poder salir a dar un paseo- para bajar su ritmo. Lo que pudo ser uno de nuestros grandes recursos, leer las reflexiones de intelectuales, escritores y artistas sobre la administración del miedo, en palabras de Paul Virilio, ha sido una decepción.

Los lectores nos hemos preguntado, entonces, unos a otros, qué estaba ocurriendo. Qué ocurría para que fuera imposible abordar grandes lecturas teniendo supuestamente, las mejores condiciones para ello, cuál era el motivo, qué se podía leer para comprender esta situación. 

Para tener una idea más acertada de si habíamos leído más o en realidad poco más; la industria editorial ha ofrecido algunos datos. Roger Domingo, editor en Deusto, explicaba en una charla muy interesante que leer fue la tercera actividad más realizada en nuestras casas después de ver la televisión y hablar por teléfono. Domingo señalaba el dato curioso de nuestro apego al papel ya que la lectura en ebook apenas había aumentado, a pesar de ser más cómodo y fácil. Desde la Comunidad de Madrid se hicieron públicos los datos de su portal ebiblio que se congratulaba de haber realizado en el mes de abril algo más de 124.000 préstamos de libros on line... para una población de 6,6 millones de habitantes.

En la comunidad autónoma que tiene a gala ser la más lectora de España, esta cifra de ebook prestados era bastante modesta teniendo en cuenta que sus más de seis millones de habitantes estaban encerrados en sus casas -sin permitirles tan siquiera un paseo al día-. Faltaba recabar los datos de venta de libros, porque quizá hubiésemos comprado en abundancia pero los resultados han sido en palabras del director de la Feria de Madrid, Manuel Gil "dantescos" (y lo más vendido han sido libros para niños).

La gran oportunidad de lectura que supuestamente ofrecía el encierro para millones de personas no parece que haya sido, a falta de datos más precisos, aprovechada.

Que apenas hubieran aumentado los nuevos lectores quizá resulte comprensible pero faltaba una explicación a la perplejidad de los que estando habituados a leer, no podían hacerlo aunque lo intentaran.

En situaciones de aislamiento en misiones espaciales, cuevas y bases en la Antártida ocurre, según explicó Betel Martínez Valdés, psicóloga del Instituto Nacional de Salud Pública de México y de cinco posibles misiones a Marte; "el llamado estado de hibernación psicológica, debido a la privación sensorial y habitar espacios limitados a menudo en situación de hacinamiento". Betel puntualiza "la diferencia es que estas personas se someten a ello voluntariamente y saben cuándo acabará. En cambio, el aislamiento forzado al que se ha sometido a la población, no se sabe cuándo terminará".


Martínez Valdés, cuya webinar junto a Tania Robles puede verse aquí  habló acerca del impacto que esta hibernación psicológica causa: los recursos cognitivos están bajos y esto influye en una capacidad menor de concentración, de memoria y ejecución de procesos: la misma tarea intelectual que antes podía realizarse en una hora, ahora es mejor "partirla en dos y tomarse un café o descansar unos instantes".

Si a ello se suma problemas de sueño, "en la permanencia en cuevas es en donde mejor se ha estudiado la ruptura de ritmos circadianos"; el impacto sobre nuestras capacidades cognitivas es aún mayor.

Gracias a la neurociencia ahora tenemos la certeza de que leer literatura de cierta densidad, alta literatura o como prefiramos denominarlo exige un gran rendimiento a nuestro funcionamiento cognitivo.
"El equipo de Nicola Molinaro ha puesto de manifiesto cómo determinadas imágenes (en concreto el oximorón) estimulan intensas descargas eléctricas en las células nerviosas en ciertas regiones del lóbulo frontal, al contrario de lo que sucede con expresiones carentes de esa riqueza fonética". La lengua y la literatura, armas de creatividad masiva. María Victoria Reyzabal. Ediciones ACCI
En las misiones espaciales, en la permanencia en cuevas o las bases de la Antártida se ha comprobado los efectos del aislamiento "tras dos semanas", según los datos facilitados por Martínez Valdés. Nosotros hemos sido sometidos a dos meses de duro encierro. 

A pesar de lo que afirmaba Manuel Vilas en su artículo: "la literatura no funciona en mi cabeza en estos momentos porque la vida ha dejado de existir". Lo cierto es que nuestro cerebro se concentra, al igual que el de un espeleólogo o un astronauta, en seguir a flote en esta situación de aislamiento traumático y no malgasta energía en tareas que no le son esenciales.

"Prepárate para lo que se avecina", finaliza la psicóloga mexicana en esta charla en la que desarrolla hasta diez recomendaciones. "Cuando acabe la cuarentena si no te has cuidado no sólo físicamente sino emocionalmente, existirá un punto de bajón en el que estaremos irritables o muy tristes. Si has llegado bien al final y te has cuidado no sólo del contagio sino de tus emociones, el golpe postcuarentana va a ser menos de lo que pudo haber sido. Esto ha sido estudiado al salir de las simulaciones, una especie de bajón emocional".

En 1934, el aviador Richard E. Byrd se encerró en una cabaña en la Antártida para recoger durante seis meses, datos metorológicos y disfrutar de tranquilidad y soledad. Hubo de ser rescatado al borde de la muerte:
"Un hombre puede aislarse a sí mismo de las costumbres y comodidades (...) y obligar a su mente a olvidar. Pero el cuerpo no se adapta tan fácilmente, sigue recordando. (...) No creo que una persona pueda vivir sin sonidos, olores, voces; al igual que no puede vivir sin fósforo y calcio. Esto es, en general, a lo que me refería con el término impreciso de monotonía". Solo, Richard Byrd. Editorial Volcano. 

"El deber de un escritor hoy es recordar que hemos perdido la libertad. Bien poca gracia me hace cantar el Resistiré del Dúo Dinámico y pensar que estoy viviendo una aventura épica, porque lo que en verdad estoy viviendo es un delirio de subdesarrollo político, sanitario y económico". Manuel Vilas. 


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