martes, 26 de febrero de 2013

Lo que una dama puede hacer con un paraguas


http://i.telegraph.co.uk/multimedia/archive/01440/hippo-mouth_1440541c.jpg
Maribel Orgaz- info@leerenmadrid.com
  “Un día me dirigía sola hacia unas nasas, cuando un hipopótamo con cara de pocos amigos se acercó a mi bote disponiéndose a volcarlo. Con mucha precaución me incliné y le acaricié suavemente detrás de una oreja con la punta del paraguas. El coloso me miró perplejo y nos separamos en inmejorables relaciones: el monstruo se marchó dando resoplidos. No sé si mi afectuosidad le convenció o si mi rara amabilidad le resultó sospechosa. Sea como fuera, el caso es que por fin, mi paraguas, después de cargar con él de Cambridge a África, había servido para algo, bien útil por cierto”. Viajes por el África Occidental, Mary Kingsley. Editorial Valdemar
A pesar de que su tío, el doctor Pez, le instara cambiar el destino de su viaje: “el mejor consejo que puedo darle es que cambie de idea y vaya a Escocia”, la exploradora Mary Kingsley decide continuar con sus planes porque, por primera vez, a sus 30 años dispone de una gran fortuna: “seis meses sin tener que dedicárselos a nada nadie”. Y se marcha a África en 1893... sin olvidar su paraguas.

Del repertorio de consejos y advertencias que sus amigos le dan antes de partir cita éste: 

“El mayor peligro de África Occidental era una clase de hombres a la que nadie hasta entonces se había referido. Los traficantes blancos”.

(Rimbaud, traficante blanco en África escribe en  agosto de 1880:  "¿Acaso no es miserable esta existencia sin familia, sin ocupaciones intelectuales, perdido en medio de negros cuya suerte nos gustaría mejorar, mientras que ellos sólo buscan aprovecharse y nos impiden solucionar nuestros asuntos en un breve plazo". Cartas abisinias, ediciones  del Viento).

Cartas abisinias está disponible en ebook para que pueda leerse desde cualquier parte del mundo.









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