Maribel Orgaz - info@leerenmadrid.com
Es una paradoja que en nuestras escuelas, que aún se basan en su gran mayoría en la memorización de contenidos, se haya arrinconado la memorización de poemas. En los clubes de lectura siempre teníamos alguno para finalizar la sesión y lo leíamos en voz alta sin analizarlo, sin desmenuzarlo.
Cuando alguien llegaba nuevo al grupo y explicábamos que en nuestras reuniones solíamos cerrar con algo de poesía era frecuente escuchar: no me gusta la poesía. "La poesía no pero la que leemos aquí sí", le animaban.
Éste fue uno de los poemas que más gustaron:
Caballos bajo la lluvia
Astrid Hjertenaes Andersen - 1948
Cuando mi mente está llena de sueños,
más oscuros, más remotos
que lo que puede explicar mi pensamiento,
más salvajes, más ardientes
que lo que puede comprender mi corazón,
quiero sólo quedarme bajo la lluvia
como los caballos permanecen bajo la lluvia
en una llanura extensa y jugosa
entre pesadas montañas, como las de aquí
Estar inmóvil y sentir que el cuerpo mama
este frescor, esta fuerza, esta humedad,
que en torrentes impetuosos me chorrea
por la cara, el pelo y las manos.
Parecerme al bosque que mama,
Como un niño, los pechos del cielo.
Parecerme a la planicie, desbordante de dulzura,
palpitante de píos deseos.
Como están los caballos bajo la lluvia
inclinados, con los flancos mojados,
dejando que el olor a tierra y humedad
les recorra con fuerza y dulzura la mente,
y dejar que caiga la llovizna del cielo,
hasta que el pensamiento libre ya de fiebre
lleve los sueños a la claridad
en una calma resistente y silenciosa.
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