En casi cualquier parte, es de sobra conocido, hay alguien que se siente diferente o simplemente Rey, Visir o Emperador. Naces por azar en, pongamos, la China antigua y ya sabes que hombres y aves; caballos y aguas son para ti. Harás apresar al Martín Pescador para arrancarle las plumas; a los tigres, los huesos; a los rinocerontes sus cuernos. Vivirás acompañado de todos los tesoros y te harás enterrar con tus mujeres, tus jades y todas las plumas que tengas de este ave. Ordenarás forrar cajas con ellas, las repujarás en plata y las comprarás en cada esquina de tu reino sin tasa. Porque, te dirás al pasear y contemplarle posado en una rama, lo que de verdad quieres es apresar su cualidad especial: una explosión de color que cambia según incide la luz del sol. Nunca del mismo tono, nunca igual, siempre diferente. Única. Esa diferencia que este despreocupado pájaro consigue con la sencillez de unas pocas plumas bendecidas de luz sin destruir, matar o sojuzgar.
Martín Pescador - Alcedo atthis
Este texto forma parte de mi colaboración con la Asociación de la Naturaleza Primilla, ANAPRI cuyas fotografías Vecinos alados se exponen hasta el 28 de febrero en la Biblioteca Municipal Lope de Vega de Tres Cantos (Madrid). El acceso es libre y gratuito.
Martín Pescador, Alcedo Atthis |
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