"En Moguer (Huelva), él no estaba bien", afirmó Carmen Pinzón, sobrina del poeta Juan Ramón Jiménez, en respuesta a una pregunta del público asistente a la conferencia que impartió la gran especialista Soledad González Ródenas en el Instituto Cervantes en Madrid. "Siempre estaba arropado porque tenía frío. ¿Eso es normal?, ¿estar siempre con una manta en ese clima?".
Y en 1913 Juan Ramón decide venirse definitivamente a Madrid, "decide superar el simbolismo francés y a Rubén Darío que tanto daño le hizo", explicó Soledad González, "conoce a Zenobia, se despide de su obra de juventud y cambia su tono vital. Se despide de la melancolía".
En 1917 Juan Ramón elabora por encargo una antología de sus poesías escogidas y en 1922 una segunda antología también por encargo. Este libro es uno de los grandes libros de poesía del siglo XX y "sin embargo, fue concebido como paso de una época a otra".
"A la Hispanic Society, que fue quien encargó el poemario, no les gustó el resultado pero supone el nacimiento de su nuevo yo poético. La obra sorprendió a todos porque esos 427 poemas más los 15 nuevos que añadió era muy poco de todo lo que había publicado. Juan Ramón abrió así un destino indefinido porque no sabía si sus lectores apoyarían esos poemas corregidos y los nuevos. Cambió la ortografía y se dió cuenta de que tenía que cambiar también la forma de difundirla".
Soledad González, Perejil de Plata por la Fundación Juan Ramón Jiménez, también explicó que la preparación del libro le llevó cuatro años y en la editorial Calpe se desesperaban porque nunca terminaba de corregir. "Le dieron un ultimatum ya que sólo para titular eligió entre 11 posibles opciones. Llamó a esos poemas momentos transitorios".
"Le pidieron que hiciera una antología barata y popular y él le pone esa dedicatoria: a la minoría, siempre".
En su vida hay una frontera, antes y después de Zenobia; afirmó González, en Madrid le ocurrieron dos cosas: conoció a Zenobia y se hizo amigo de José Ortega y Gasset. Con ella, citando las palabras del poeta, hace vida: "vivo en cada año por diez de antes: vida, lecturas, viajes, paseos, idiomas (...) yo antes estaba melancólico, no estaba bien; estaba triste, depresivo".
"Lo que más disgustaba a Zenobia era esto, añadió con una sonrisa Soledad González, que le dice cómprese unas castañuelas, haga algo, vaya a bailar. Ella es risueña y Juan Ramón se enamora de ella desde que la ve... plantearse que tiene que mantener una casa le cambia".
A las preguntas sobre la sensibilidad del poeta al ruido o su salud, Carmen Pinzón respondió que a muchas personas también les molesta el ruido y sobre sus depresiones se necesitaría un estudio riguroso de los informes médicos en Estados Unidos para determinar qué le ocurría: "se llega a alimentar con sonda porque no puede comer y se le hacen hasta dos transfusiones diarias de sangre. Cuando se le ingresa, en los informes que conocemos se dice que el paciente se interesa por lo que ocurre alrededor y se da una descripción de su estado anímico que hoy en día no corresponde con el diagnóstico de una depresión".
Pinzón especuló que quizá padeciera la enfermedad de Crohn: "sus problemas digestivos no le dejaban comer, como consecuencia de ellos tenía anemias y lógicamente bajones".
Aparecen nuevos discípulos, insólitos, que le dan mucha alegría porque no siguen la poesía social. Recuperan, en palabras de Juan Ramón, "el espíritu de la poesía".
Sin embargo, se lamentó Soledad González, la poesía de Juan Ramón conocida es la anterior a 1918. El resto queda aún por asimilar porque se quedó fosilizado, se fue al exibilio y nunca volvió. Gracias a la piratería el libro echó a andar solo, la editorial al final, le hizo un favor.
"Tengo mi obra en mi cuarto de trabajo y trabajo en ella como una catedral, cada día por un lado según me tienta. Voy cada mañana a ella como un niño a sus juguetes", Juan Ramón Jiménez.
"Demos a cada cosa, por pequeña que sea, pasión de permanencia", Juan Ramón Jiménez.
No hay comentarios:
Publicar un comentario