El poder, ya se sabe, cuando no consigue que el súbdito se avenga a sus razones, recurre, palo en alto a enmudecerlo, a inmovilizarlo. En la Europa barroca, dos danzas traían de cabeza a la autoridad, la chacona y la folía. "Solo la chacona encierra la vida bona", escribía Cervantes en La Ilustre fregona y en El amante agradecido, Lope de Vega explicaba que esta danza "que ofende el decoroso silencio de las damas", había venido desde las Indias a Sevilla por la posta. Foto: Lully, Chaconne
Sebastián de Covarrubias en el siglo XVII, en su Tesoro de la lengua española admitía que en sí no hay nada malo en bailar y que es necesario para tomar calor y brío... y ya que tomaba la pluma aplastaba algún demonio: es conocido, admitía resignado, que el carácter de las mujeres las incita al baile. Qué le bailaría Salomé a Herodías, se preguntaba estremecido el gramático y capellán de Felipe II, que aquello acabó con la cabeza de un hombre en una bandeja.
Cuando el poder, ya se sabe, quiere propaganda de lo bien que trata a sus súbditos y lo contentos que están en su reino, se complace en mostrarlos bailando entusiastas.
La chacona en origen, explicaba el crítico musical Stefanno Russomanno procedía de México y al llegar a España se irradió al resto de Europa: "quizá era una danza que bailaba una mujer o una pareja y su coreografía se consideraba muy sensual". Pero allí estaban el catolicismo y el poder absolutista para que la diversión tuviera sus límites. Ya nos divertiremos suficiente en el Cielo, era su mensaje. Pero el danzarín pueblo no entendía por qué no podía divertirse aquí y Allí.
La incredulidad del argumento de un gran baile celestial a tantos años vista, no surtía efecto y los súbditos ya estaban acostumbrados a que de vez en cuando, les aguaran la fiesta: en 1583, la alegre zarabanda estaba penada con 200 azotes, 6 años de galera para los hombres y destierro para las mujeres. Y esto lo promulgaron los alcaldes, porque el poder según desciende en su escala, como es sabido, es aún más servil y meapilas con el que tiene por encima.
En 1615, Felipe III suprime la chacona y eso la hizo más popular. En 1626 ya estaba en Francia a través de la literatura para guitarra y en cada migración, explicó Russomanno en el marco de las conferencias que la Fundación Juan March dedicó a estas músicas degeneradas, adquiere connotaciones nuevas. Y estas mutaciones hacen que se adapte a cualquier contexto. De bailada en la calle a la corte aristocrática, de contoneo barriobajero al gusto versallesco.
Sergio Pagán, conductor de Música antigua en Radio Nacional de España, ha dedicado numerosos programas a danzas a las que, aquellos hombres y mujeres que vivían en siglos de epidemias, hambrunas, soberanos de poderes brutales, mentalidades sojuzgadas por el hierro mental del catolicismo y una vida de una dureza física inimaginable; se entregaban con alegría.
"La chacona", reflexionaba el musicólogo al final de su conferencia, "está de moda. Ha habido una suerte de recuperación con discos y conciertos. Quizá porque es directa, pegadiza, de procedimientos sencillos. Hay algo de chacona, y de folía, en el jazz, en la música popular e incluso en el rock con sus giros armónicos repetidos, obsesivos".
"De alguna manera, estas danzas barrocas siguen encarnando nuestras pulsiones y obsesiones que traducimos en sonidos de manera directa y lo hacen con una carga de entusiasmo, son una invitación al disfrute. Creo que podría suscribir aquello que ya escribió Cervantes: el baile de la chacona encierra la vida bona".
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