jueves, 18 de noviembre de 2021

Escribir ha sido una gran sorpresa que me ha dado la vida - Javier Garrigues, diplomático y escritor


Javier Garrigues ha sido embajador y ahora es escritor. Su primera novela, El último capítulo trata de un encargo, un desenvuelto gaditano y un viejo diplomático que apura sus últimos días en Asturias. Garrigues, que también es autor de la pintura que ilustra la portada, se ha divertido mucho escribiendo y en esta entrevista cree que, de ahora en adelante, escribirá más y quizá pintará menos. El último capítulo ha sido prologada por Josep Piqué que pone en la pista al lector sobre algunas reflexiones geopolíticas de la novela, quizá inevitables para quien ha ejercido su carrera en Suecia, Sídney o Ámsterdam. 


La novela comienza con esta casi sentencia: las memorias de un diplomático no tendrían de por sí mucho interés…

Las memorias de diplomáticos no me suelen gustar. Me resultan aburridas y, a menudo, pretenciosas. Por eso, he intentado que la parte autobiográfica de El último capítulo, en la que describo mi trayectoria profesional, resultara desmitificadora. No quería que fueran unas memorias al uso, sino unas “antimemorias”, y que quedara claro que, pese a haber vivido momentos históricos y conocido a personajes famosos e interesantes, la verdad es que no me enteré de nada, no supe calibrar la importancia de los acontecimientos presenciados ni predecir cuales serían sus consecuencias. 

Al escribir este libro, también me pareció esencial introducir elementos de “autoficción” y de intriga, que le dieran más interés y obligaran al lector a preguntarse a cada paso que hay de verdad y de mentira en tal o cual secuencia. Quise que mis recuerdos profesionales y mis confidencias personales formaran parte de un relato de ficción, una historia entretenida, con elementos de suspense y de humor, que tuviera vida propia y trascendiera la autobiografía. Creo que ahí radica su originalidad.


Un gaditano coqueto viaja a Madrid con el encargo de sonsacar a un diplomático anciano retirado en Asturias. Por qué estos escenarios tan diferentes. 

Casi diría que, en esta novela, el personaje principal es el paisaje, más concretamente la sierra del Cuera. Considero que los escenarios son siempre determinantes. A mi, en todo caso, me influye enormemente el entorno. De hecho, donde más y mejor escribo es en el campo, en un lugar muy parecido a La Vega de mi novela, perdido entre el mar y la montaña. 

El joven gaditano, que se desplaza a Asturias para hacer de “negro” y escribir las memorias de un diplomático retirado, se ve afectado por el paraje. Al principio, no es consciente de ello, pero el paisaje asturiano le impacta profundamente y contribuye a acelerar su total transformación.

Por otra parte, en las faldas del Cuera, al amparo de esa imponente sierra, se forja entre el joven escritor y el viejo embajador una relación muy intensa, de confianza y amistad, que cambiara sus vidas radicalmente. El Cuera, siempre majestuoso, a veces amable y otras amenazador, acompaña la acción, marca las distintas fases de esa relación y determina el desenlace de una historia que constituye, si se me permite decirlo, el corazón mismo o el alma de mi libro.




A qué hace alusión el título de la novela, El último capítulo.

El título es una doble referencia, como doble es el relato de la novela.

La más evidente tiene mucho que ver con la trama. La verdadera misión del joven negro es lograr que en sus memorias el viejo diplomático revele el escándalo, que descubrió durante el tiempo que trabajó en Presidencia del Gobierno, para que la oposición pueda utilizarlo como arma arrojadiza contra el gobierno. En un primer momento, el embajador se resiste a divulgar las razones por las que dimitió de su alto cargo, pero, finalmente, lo que ocurrió en Moncloa queda recogido en el último capítulo de las memorias. El CNI, sin embargo, se esforzará por evitar que el libro sea publicado. La intriga en torno a ese último capítulo hace avanzar la narración hasta su desenlace. 

La segunda referencia es más sutil y tiene que ver con el estado anímico del diplomático, que parece presentir su muerte y considera estar escribiendo, junto al joven gaditano y al amparo del Cuera, el último capítulo de su vida. Será un capítulo lleno de sorpresas que le llevará a volver a enamorarse de la vida y a querer hacer algo que cambie el destino de su joven compañero y amigo.


Tu carrera profesional te permite una perspectiva al vuelo sobre la deriva mundial.

Efectivamente, la carrera diplomática te permite ser, sobre todo, observador, pero también a veces, protagonista de la actualidad internacional. El seguimiento de los acontecimientos políticos del momento constituye una de las tareas esenciales del diplomático, que debe, además de informar sobre lo que ocurre, aportar su propia valoración de los hechos. El análisis político representa uno de los mayores desafíos para cualquier diplomático. 

A toro pasado no hay dificultad alguna, por supuesto, y muchos son los brillantes analistas que aseguran haber previsto la caída del muro de Berlín o la desintegración de la ex Yugoslavia. Pero el diplomático tiene que opinar y actuar en caliente, y ese es otro cantar. No es fácil, como dice el ministro Josep Piqué en su magnífico prólogo, calibrar el alcance real y las consecuencias de los acontecimientos que nos ha tocado vivir. Entender la dinámica del cambio geopolítico global es complicado, sobre todo en un mundo tan fluido como el actual. 

El viejo diplomático, protagonista de la novela, al igual que yo, siente que ha fracasado en esa tarea y lo quiere reconocer así en sus memorias, con crudeza y sin tapujos. En ese último capítulo de su vida ya no tiene nada que perder ni nada que ocultar. Decir la verdad de lo que piensa le hará libre.


Además de escribir, la pintura es otra dedicación y la portada del libro es obra tuya. Cuándo tomas el pincel y cuándo la pluma.

Desde muy joven he pintado un poco. Nunca lo he hecho demasiado bien, pero me ha gustado. La imagen que sale en la portada del libro es, en efecto, un detalle de un cuadro mío. Me alegró que la editorial accediera a incluirlo porque creo que servirá para que el lector sitúe visualmente donde transcurre la mayor parte de la novela.

La escritura es una afición sobrevenida. Me llegó mucho más tarde. Ha sido la gran sorpresa que me ha dado la vida estos últimos años. Había escrito muchos informes a lo largo de mi carrera, pero no sentía interés alguno por seguir escribiendo una vez jubilado. No me parecía que tuviera nada interesante que decir y no pensaba que fuera a tener facilidad alguna a la hora de coger la pluma. 

Ahora confieso que escribir es lo que más me gusta del mundo. No sé si lo hago bien, pero disfruto intentándolo. Acabo de finalizar una segunda novela, sin publicar de momento, y estoy enfrascado en la escritura de una serie de relatos o cuentos cortos que me tienen entusiasmado. No tengo, por ahora, intención de volver a coger los pinceles, pero quién sabe lo que le espera a uno en el próximo capítulo de su vida.


Qué has dado al personaje de la novela que no ha seguido con lo que planeabas. 

Al personaje que me representa en la novela, le he dado mi afición por los paseos y por la comida. En eso no me ha defraudado. En lo que sí se ha apartado de mi camino y no ha querido hacerme caso es en la mala relación que tiene con sus hermanos. Nada que ver con lo que me ocurre a mí en la vida real. Me interesa decirlo porque en la novela, los hermanos del protagonista son dos personajes despreciables que no tienen ningún parecido con los míos. Pero él se empeñó en hacer de ellos los villanos de la historia y no pude disuadirle. Ya se sabe que los personajes literarios pueden cobrar vida propia y a este, en particular, se le subió el protagonismo a la cabeza.



Javier Garrigues
Colección Valija Diplomática
Editorial, Cuadernos del Laberinto



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