martes, 20 de mayo de 2025

Hacer de la poesía algo colectivo y vivo, perseguir lo bello a pesar de todo - Una lancha motora. Seli Ka, poeta. Editorial Cuadernos del Laberinto

 


Seli Ka ha publicado su segundo poemario, Una lancha motora (Ed. Cuadernos del Laberinto) tras Si yo fuera una asesina (2018). Es también autora de la dramaturgia Hasta agotar existencias (Editorial Inflamavle). Codirectora de la compañía de teatro contemporáneo, La Vértigo Teatro, forma parte de los dúos de hip-hop El no de las niñas y Las moscas. Aunque, "soy más fiel a la poesía que al rap", decía en una entrevista. Ganadora del Poetry Slam Móstoles especial Federico García Lorca con Flores, cree que la poesía es misterio y gracia y también un oasis de encantamiento en tiempos de desesperación. 

Cómo es tu quehacer poético. 

Mi manera de escribir no es lineal ni tengo un hábito, lo he intentado pero no me funciona, lo siento algo forzado. Suelo encontrar una frase que me hace gracia de la que sigo tirando. Lo cierto es que he abandonado el cuaderno y escribo en las notas del móvil. Esto me da pena pero me consuelo pensando que solo soy hija de mi generación. También cojo muchas frases que escucho por la calle, de fiesta, en conversaciones. Robo perlas que la gente anónima suelta por la boca. He vivido muchos años lejos de muchos sitios y he escrito mucho en el bus y en el metro. Escribo cuando estoy tranquila, de vacaciones, cuando tengo tiempo de tener una buena pausa de esas que te dejan mirando la nada. Después llega el momento de pulir, cuando noto que eso que escribo puede ser un poema. A veces se lo enseño a alguien de confianza y dejo que lo intervenga para darle aire a esas palabras.


Ser caballo en la próxima vida, decías con humor, ¿y mientras, en ésta?

Mientras: no dejarme arrollar por el trabajo. Esa es mi máxima pero casi nunca puedo cumplirla. Lo más problemático para mí es pararme a pensar que regalamos casi todo nuestro tiempo a tareas que no deseamos para gente que no conocemos. En este marco del que es difícil escapar busco misterio y belleza, hacer cosas que no sirvan para nada, cosas que me recuerden cuál es mi motivo aquí. Supongo que el propósito es vivir buscando todo lo amable y placentero que hay en la vida, cuidarme y cuidar, reírme, pisar la hierba y acariciar caballos… esas cosas. 




Si la poesía es intensidad, ritmo y voz. En tu opinión, qué es la voz.

Es una especie de identidad invisible que no te deja en paz y que huele muy bien. Creo que la poesía también es misterio y gracia, objetos que se lanzan al cielo y no vuelven, como los globos de los cumpleaños. No sé muy bien cómo se hace esto de definir la poesía, es como pintar un cuadrado con una tiza: ¿es un cuadrado? Sí, y no. No puedo escapar de definiciones metafóricas: cuando trato de decir qué es la poesía es como cuando trato de contar un sueño recién soñado y según lo voy diciendo, desaparece.


Qué hemos redescubierto con el éxito de los Poetry Slam. 

Quizás que queremos juntarnos para compartir las cosas que nos gustan. Hacer de la poesía algo colectivo y vivo, saber que hay más gente absurda como tú que todavía lee poesía. Quizás porque las poetas queremos ser vistas y ponernos en un escenario con un micrófono y murmurar nuestros conjuros frente a la gente porque lo que nos gusta es lo que le gusta a todo el mundo: que nos miren, que nos escuchen, que nos hagan caso.



Cuáles son tus poetas de referencia.

Jana Putrle, Eileen Myles, Alejandra Pizarnik, Angélica Liddell.


La poesía parece estar en  un buen momento, a qué crees que se debe en un tiempo que no parece precisamente poético.

La poesía puede ser un oasis de encantamiento en tiempos de desesperación. Supongo que hoy también perseguimos lo bello a pesar de todo. La poesía no pide nada: está ahí, intacta, y tú solo tienes que ir hacia ella. En un momento como el actual en el que estamos inevitablemente condenados a vivir el dolor del mundo acudimos a la poesía porque nos consuela y desahoga, porque nos hace bien. Prefiero pensar eso a pensar que está de moda. 

 

DÓNDE quedamos los inciertos 
las desviadas 
las problemáticas
los fraudes
sino en películas exóticas 
muros de Facebook 
diálogos condescendientes 
o féretros.

Dónde vuestras promesas, 
nuestras promesas.

Mi casa con jardín
mi perro vacunado
dónde mi crucero
dónde mis vacaciones 
dónde Nueva York.

Decidme
por qué este sofá comprende mi forma
mejor que mi propio cuerpo
por qué mi sombra huye
y las cafeterías me sirven café 
sin yo haber hablado siquiera.

Dónde está mi marido
mi embarazo joven y envidiable
mi salud
mis patrocinios 
dónde Latinoamérica 
dónde mis músculos 
dónde el yoga
y el vino 
y el pedo 
y el lunes
y las risas vacilonas 
porque vaya finde.
Dónde el fin del deambular.

¿A dónde se llega donde decido yo?
¿Y dónde que no sea fuera de aquí?
Que no me quiero ir,
no me quiero ir.
¿Dónde vamos los que no queremos irnos?


Una lancha motora, Seli Ka. Editorial Cuadernos del Laberinto






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