jueves, 21 de marzo de 2019

El arte no es nada personal - Ángela Martín del Burgo, Novelista, poeta y autora teatral


Ángela Martín del Burgo es novelista y poeta; doctora en Filología y profesora de Lengua española y literatura. Ha publicado cuatro novelas: El mundo entero pasa por Marsella (2015), Asesinato en la Gran Via, Ningún camino de flores conduce a la gloria, y Cenizas sobre un mar de agosto; así como un libro de relatos La muerte de Mario de Sá-Carneiro o La soledad y el poeta. Es autora de seis poemarios; Dónde la muerte en Ámsterdam (2017), Enigma y misterio de Italia, y otros poemas (2016), Poemas de viaje (2011), Caducidad de lo real (Premio Ciudad de Miranda, 1996), La mirada asombrada y Un sueño breve. Es autora de El idiota (2018, obra teatral basada en la novela homónima de Dostoievski).
Ha participado en antologías poéticas y parte de su obra ha sido traducida al italiano. En 2010 se le otorgó el Premio Literario Internacional Omaggio a Pablo Neruda & Salvatore Quasimodo. Ha escrito numerosos artículos sobre novela negra y literatura.

Naipul decía que lleva mucho tiempo a un escritor saber qué tipo de escritor es. En su larga trayectoria literaria, ¿ya sabe qué tipo de escritora es?

Ángela Martín del Burgo- Recuerdo que Marguerite Duras decía que "lo que se escribe sustituye a lo que se vive". Esto es verdad y es verdad en mi caso. No obstante, también he citado en las presentaciones de mis libros un pensamiento que he hallado en un libro del antropólogo Claude Lévi-Strauss, Mito y significado, en el que dice que cuando termina de escribir un libro parece como si él no lo hubiese escrito, sino como si el libro lo hubiese atravesado de algún modo. Este pensamiento, que yo he tenido y sigo teniendo todavía, me ha sorprendido verlo impreso por otro. Se diría que, del mismo modo, mis libros me atraviesan, como si yo fuese un espacio por el que personajes, acciones de mis novelas y teatro, de mi poesía discurrieran a través de mí.

Lo digo también en mi libro de relatos La muerte de Mário de Sá-Carneiro o La soledad y el poeta, del que transcribo un fragmento, aunque el yo que habla no es otro que el narrador del relato:

“De cada sueño mío han surgido personalidades, encarnadas en personajes, que lo han soñado; estos, que no son yo, se han encargado de dar vida a mis sueños. Personalidades distintas a la mía, que no tengo ninguna. Yo soy tan sólo el escenario por el que pasan los actores, los personajes que sueñan mis sueños”.

Puede pensarse que respondo con vaguedad, pero conozco suficientemente esta experiencia mía como escritora y poeta, en la que el yo, cualquiera que este sea, siempre en soledad, condición sine qua non, queda convertido en un espacio que se deja atravesar; y esta disposición de mi cerebro, de mi imaginación, de mi técnica en los distintos géneros literarios, yo la he cultivado y desarrollado durante muchos años. La vida cotidiana no cuenta, la vida cotidiana es algo bien distinto.


Escribe novela negra y poesía, lo que parece una búsqueda personal de equilibrio entre lo feo y lo bello; lo oscuro y lo transparente. 

Al hilo de lo anterior, ya puede pensarse que el arte no es nada personal; esta es una equivocación que se cultiva hoy en día con gusto. Dicho esto, tampoco considero que la novela policíaca o novela negra sea algo feo y oscuro.

Jorge Luis Borges nos dice que ambos géneros – y está hablando del policial y del fantástico -, exigen una historia coherente, es decir, un principio, un medio y un fin. Habla de “disciplina de índole clásica” y en otro momento de “imaginación razonada”.

“Nuestro siglo – escribe Borges – propende a la romántica veneración del desorden, de lo elemental y de lo caótico. Sin saberlo y sin proponérselo, no pocos narradores de estos géneros han mantenido vivo un ideal de orden, una disciplina de índole clásica. Aunque sólo fuera por esta razón – añade -, comprometen nuestra gratitud”.

Frente a esto, ciertas corrientes de hoy en día bajo el rótulo de novela negra quieren alzarse con una fórmula única, y cultivar en ella lo feo y lo oscuro como usted dice, y esto, en demasía.


Vázquez Montalbán decía que la novela negra mediterránea es diferente a la nórdica, que, por ejemplo, se ocupa de que la gente coma. Y en lo que se refiere a mujeres y hombres escribiendo novela negra, ¿hay también diferencias?

Que la novela se ocupe, por ejemplo, de que la gente coma, este pensamiento es muy significativo y me recuerda lo que leemos en El ingenioso hidalgo Don Quijote de la Mancha de Miguel de Cervantes cuando en el capítulo VI de la Primera parte, en el famoso escrutinio, salvan al Tirante el Blanco (Tirant lo Blanc, 1490) de Joan Martorell del fuego, porque, dice el cura, por su estilo es este el mejor libro del mundo: "aquí comen los caballeros, y duermen y mueren en sus camas, y hacen testamento antes de su muerte, con estas cosas de que todos los demás libros deste género carecen". Cervantes inaugura así la fórmula del realismo, aunque el realismo no aparezca en su novela sino para dar alas al ideal. Y por la pregunta que usted hace, la novela negra mediterránea sigue este patrón.

Y en lo que me dice de la diferencia entre hombres y mujeres escribiendo novela negra, yo creo que no hay razón alguna para que las haya; el arte, repito, no es nada personal, aunque en estos tiempos se insista en ello demasiado y en esa diferencia hombre mujer. En la obra de dos grandes novelistas, por ejemplo, como son Ágatha Christie y Patricia Highsmith, no encontramos ningún elemento que nos dé qué pensar que hayan sido escritas por mujeres.

Si la poesía es intensidad, ritmo y Voz; en su opinión, qué sería la Voz. 

Pudiera decirse que la voz es la presencia soterrada de ese desconocido a través del cual se ha ido elaborando la obra. Si utilizásemos un término de la crítica literaria podríamos decir que es la persona o narrador poemático desde el que se escribe el poema, así como en la novela hablamos de persona o personas narrativas.

Biblioteca Pública de Morón de la Frontera - Junto a la vitrina en la que estaban expuestos mis libros
Para un lector que quiera acercarse por primera vez a su obra literaria, por dónde le sugeriría empezar, qué título o género.

Comenzando por la novela, les aconsejaría Asesinato en la Gran Vía y El mundo entero pasa por Marsella. Si al supuesto lector les gustase los relatos, les hablaría de La muerte de Mário de Sá-Carneiro o La soledad y el poeta. Al que mostrase preferencia por la poesía, poemarios como Dónde la muerte en Ámsterdam, Enigma y misterio de Italia o Poemas de viaje. Por último, la obra de teatro El idiota, basada en la novela del mismo título de Dostoiewski, y escrita en colaboración con Á. Álvaro Martín del Burgo. Esta obra fue representada por la Compañía Balagán y dirigida magníficamente por José Luis Checa Ponce en octubre de 2018.

Qué significa Madrid en su escritura.

Madrid ha tenido y sigue teniendo una gran importancia en mi obra. A ella le he dedicado varias novelas, algunas no publicadas y otras publicadas, como, por ejemplo, Asesinato en la Gran Vía. En esta obra, que ha tenido tan buenas críticas y recomendaciones, está todo el amor que Madrid me inspira, toda la pasión que le profeso. A Madrid le he dedicado también poemas en mis distintos poemarios como Gran Vía del dolor, Nieva en Madrid o Cementerio de la Almudena.

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