sábado, 11 de septiembre de 2021

Mujeres en la Historia de Madrid, Maribel Orgaz. Editorial Sargantana - Firmaré los días 13 y 15 de septiembre. Feria del Libro de Madrid

 


"No soñar, no esperar, no creer en alguna cosa... es como no existir". 
Margarita Xirgu

En las entrevistas y charlas que he dado sobre algunas de las mujeres que he recogido en mi libro, Mujeres en la Historia de Madrid suelen preguntarme cuál de ellas es mi preferida. De las 100 biografías que he recogido, cuál es la más significativa. Quizá más que la vida al completo de una sola mujer, me gustan algunos gestos, me causan admiración algunos momentos vitales. 

Cuando Rosario de Acuña, perdido prácticamente todo, se dedica alegremente a cuidar gallinas en Asturias, la callada tenacidad de Carmen de Burgos estudiando magisterio mientras continuaba soportando malos tratos y un nuevo embarazo; María Zambrano en Italia o Clara Campoamor admitiendo en Suiza que nunca más volverá a España, la decisión lúcida de Maruja Mallo al irse del país con el pretexto de una exposición porque vio venir la guerra civil. 

 Qué tienen en común todas ellas, es otra pregunta habitual. Sin duda, una cierta clase social. Sin duda, inteligencia. Algunas sabían leer y escribir cuando prácticamente todas eran analfabetas, otras proceden de buenas familias e incluso estas buenas familias las apoyaron cuando quisieron seguir su propio camino. Eran inteligentes y todas estas circunstancias a favor les dieron confianza en si mismas y esto fue decisivo para que pudieran desarrollar su gran coraje.

En algunas de las biografías que he recogido una minoría son de estratos humildes y tuvieron en contra su tiempo pero aún más la escasez de recursos y por si esto fuera poco, se enfrentaron a la hostilidad de sus íntimos ya fueran padres, madres o parejas. Las menos privilegiadas perdieron mucho esfuerzo en librarse de lo que, con más recursos, hubieran sido circunstancias menos limitantes.

Las 100 mujeres recogidas aquí son significativas, son las que lograron destacar pero qué ocurrió con la historia de las mujeres que carecen de biografía, o se perdieron, en palabras del buen Galdós, en los desiertos sociales. Hace unos días, han vuelto a llamarme de ese curioso proyecto de convivencia, único en España, llamado Trabensol  para que les hablara de las otras mujeres. De las lavanderas, las cigarreras de Puerta de Toledo, de las actrices, de las bordadoras y costureras; de cómo se ayudaban en la crianza de los hijos, cómo se cuidaban cuando alguna enfermaba, de cómo se defendían a pedradas de los que iban a robarles la ropa que tendían a secar en el Manzanares.  

Esa es otra historia per se, la del apoyo mutuo, la de la colaboración y las redes de apoyo. Esas otras cualidades que también se nos han negado en un discurso retrógrado y mezquino, la supuesta incapacidad para ser amigas para colaborar unidas. 

En 1830, las cigarreras de Madrid se declararon en huelga, cinco mil mujeres se echaron a la calle y en su protesta ni el envío de tropas gubernamentales logró aplacarlas:

"Las cigarreras de Madrid fueron obreras de la Real Fábrica de Tabacos de Madrid. Eran mujeres combativas y trabajadoras, con una conciencia colectiva que las convirtió en las pioneras del primer movimiento obrero femenino en España, con el cual consiguieron la mejora de sus condiciones laborales, como la jornada laboral de ocho horas, dejando un gran legado para las siguientes cigarreras. Sin embargo, pasaron a la historia como un mito romántico basado en un personaje, Carmen, escrito por Mérimée Prosper". Las cigarreras de Madrid: primer movimiento obrero femenino invisibilizado (1808-1885), María González Romero.

De todas ellas hace falta escribir otra historia, saber más y saberlo mejor.




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