Gonzalo Palacios Goikolea empezó escribiendo relatos pero se lanzó definitivamente al género más exigente, la novela tras su experiencia en una favela brasileña, lo que le llevó a ser presidente de la ONG, Rua da Vida y a la escritura de Karroña que ya va por su segunda edición. Asesinatos, agresiones al medio ambiente, políticos corruptos, explotación de personas: "el género criminal es el género perfecto para denunciar los fallos del sistema en el que vivimos", reflexionaba. A la pregunta de qué consejos daría a otros escritores, no tiene dudas: "que disfruten escribiendo. Y sobre todo que no tengan miedo de emprender un proyecto, aunque no sepan cómo va a terminar".
Karroña que es tu primera novela, ya va por la segunda edición. Qué crees que ha gustado tanto a los lectores.
Creo que lo que más ha gustado ha sido el ritmo trepidante y la frescura de la misma. Mucha gente me ha comentado que se la han leído de uno o dos tirones, que la novela te atrapa y siempre quieres seguir leyendo. También han destacado mucho la segunda parte, donde se narra la historia de Wendy, la prostituta brasileña que aparece asesinada en el Cañón del Río Lobos y cuyo hallazgo da comienzo a toda la trama. En ella se muestra de manera descarnada (tal como es) la vida de una favela del nordeste de Brasil a principios de este siglo, con sus luces y sus sombras, que no son pocas.
Pedro se embarca en una investigación criminal que le lleva desde Burgo de Osma a Brasil por mera curiosidad…
Pedro es un tipo inquieto e inconformista, y de esa manera de ser parte su curiosidad, primero, y su afán, después, por dar con quien haya sido capaz de hacerle eso a la pobre chica. También del hecho de que en las primeras noticias ve que la Guardia Civil no dispone de ninguna pista y, en su interior cree que, tratándose de una prostituta, y además extranjera, no harán gran cosa por hallar al responsable. No es habitual ver a un guía ornitológico como protagonista en una novela de este tipo, pero creo que aporta frescura y originalidad a la misma.
En tu proceso de escritura, qué ha sido lo más difícil.
Quizás haya sido la trama, porque mi método no es nada sistemático sino todo lo contrario. Partiendo de una idea preliminar muy general, voy componiendo la novela sin seguir un guión, tal cual surge, lo que me obliga después a ser muy cuidadoso y repasar muchas veces, hacer cambios, giros... hasta darle la forma definitiva que busco.
Estás embarcado en una segunda novela.
Sí, ya está terminada y va a salir publicada con Distrito 93 en un par de meses. Se titula El secreto del Ambroz y es una novela negra donde un teniente de la Guardia Civil con una historia muy particular (creció en un barrio chabolista del Madrid de los años 80 y conoció de primera mano el infierno de las drogas) deberá desentrañar un crimen cuyo origen está relacionado con unos hechos del pasado que nadie quiere revelar. Un relato que vuelve una y otra vez al pasado, tanto de las víctimas como del propio teniente, para esclarecer el presente.
Eres informático de profesión, qué significa la escritura de ficción para ti.
Es una de mis grandes pasiones a día de hoy. Mi profesión es la que me da de comer, pero no tengo la suerte de que me entusiasme. La escritura, sí. Cuando me siento delante del ordenador a escribir, se me olvidan todas las preocupaciones y, sobre todo, disfruto enormemente del proceso creativo. También he escrito últimamente un cuento infantil, acabo de terminar una novela corta satírica y ando enfrascado en una tercera novela que tiene como hilo conductor el asalto al Banco Central de Barcelona ocurrido en 1983. Tengo un montón de ideas en la cabeza, ojalá tuviese tiempo para escribir todo lo que quiero.
Cuáles son tu escritores de referencia.
Leo mucho, y de los géneros más variados: ensayo, novela histórica, divulgación científica, libros de viajes... En el género negro me quedo con Henning Mankell y Philip Kerr, son los dos autores que más me han marcado (y a los que añoro, pues han fallecido en los últimos años), sobre todo por sus personajes: Kurt Wallander, del que destacaría su humanidad y esa melancolía con la que observa lo que sucede a su alrededor y Bernie Gunther, con ese sarcasmo que siempre le acompaña. Pero también estoy descubriendo grandes autores del género en nuestro país, como Ibón Martín, Susana Martín Gijón o Mikel Santiago. Y un autor con el que me topé hace relativamente poco pero que me parece brutal es Edward Bunker, un expresidiario que refleja en sus novelas a la perfección la vida de los delincuentes dentro y fuera de las cárceles estadounidenses en los años 70.
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