sábado, 2 de octubre de 2021

He regresado de la noche - El viento ya está escrito, Jorge Pascual

 



"Este poemario", afirma el escritor Bruno Marcos en el prólogo, "no trata sobre describir el misterio sino de una voz que hace vivir la emoción de contemplar ese misterio". 

Queda nocturno el silencio en el árbol,
                                     (hay sueño en sus quehaceres)....
Queda silencio al tocar su tronco...
Queda silencio oscuro en cada tronco en su rostro, en cada hoja...
Pasan tanto tiempo dolientes... sus raíces.
Lo que acecha la muerte al árbol en su simetría,
lo que vive su ser en su estar vivo,
lo que mueven a oscuras sus alabanzas.
Lo que mueve la tierra al ser de madera.
Lo que mueve moribunda la tierra al ser de madera y hojas verdes.
                                
(...)

Durante un año y gracias al apoyo de la Fundación CerezalesAntonino y Cinia, Jorge Pascual se dedicó a pasear en la naturaleza. Después publicó un libro, El viento ya está escrito y se ofrecieron en la página de la fundación, registros de los sonidos de los paisajes por los que anduvo, un pinar o un robledal al sol, la lluvia, una cueva. A todo ello se añadieron fotografías, lecturas en voz alta y una filmación. El proceso y la obra. La materia en bruto y el hacer del poeta.

En la escritura de naturaleza, la autora Robin Kimmerer defiende que es necesario un nuevo lenguaje para volver a conectarnos en armonía, "no es la tierra la que está rota, sino nuestra relación con ella y son los artistas quienes pueden establecer de nuevo ese lazo". 

Cuál sería la nueva conexión que necesitaríamos restablecer desde nuestras vidas entre plástico y cemento con los bosques y los cultivos, los animales o las estepas. Podríamos jardinear en las huertas, llenar nuestras casas de macetas, volver a ligarnos a los ciclos que establecen las estaciones, a los ritmos de sequía y abundancia, de fríos adelantados o veranos demasiado abrasadores. ¿Volver a qué y a dónde?

Es de noche y solo anochece y retumba el silencio.
Hoy solo quedan árboles prendidos del fondo del mundo
en la noche iluminada entera por los segundos
                 [que nos pudieran arrastrar
a aquella manera de río, a aquel instante de duda
                [y misterio frío y solo...
Hoy solo queda gota a gota la noche y sus ramas.

 


Sobre otros hombres y otras culturas, sin luz eléctrica, sin avances tecnológicos basados en el vapor y las máquinas, nuestro conocimiento acerca de su estar en la naturaleza es cada vez más desolador. Los habitantes desaparecidos de la isla de Pascua o los vikingos de Groenlandia; culturas de tiempos antiguos inmersas, unidas, sujetas a la tierra que les veía nacer y cuya extinción nos aterra. 


Cuánto ves la noche si anochece y no estás de veras asustado.
Cómo de lento pisan los peces lo antiguo y profundo de su muerte.
Si se peinaran los vendavales nocturnos sus ecos atronadores.
¡Ay! ¡Qué solos!
El eco silencioso y sus quietas estampas de vértigo y camino abandonado a su fin.

 

En cada poema, en cada verso, hay un entendimiento de las tinieblas de un mundo de incontrolables acontecimientos naturales de los que, reconozcámoslo, seguimos huyendo. El poeta contempla árboles y montes, pasea en la oscuridad y siente la certeza atávica que subyace en nosotros, la huida que aún no ha terminado, el miedo ante otras criaturas más poderosas, más perennes y más fuertes que nosotros. La congoja ante nuestra soledad. Nosotros, tan inteligentes y frágiles, siempre temerosos ante el esplendor del caos.


                                                Gris y frágil navega el frío por su melena de laberinto emboscado. 


En este poemario no hay celebración del encuentro con lo natural, no se nombra cada planta y cada nube: no hay posibilidad de protección a través del orden que impone la ciencia, no hay dulzura de mirada romántica. Los dioses hace tiempo que se fueron.


Lamento los cielos pesados,
profundo su bosque de misterio
y tan lejana su agua.
Se desprenden los cielos de sus cielos rocosos.
Yace el destino, le crece horizonte...


"Quizá los artistas puedan enseñarnos a ser de nuevo humildes", aventura Kimmerer. De eso hablan los extraordinarios versos de Jorge Pascual, de que aceptemos lo efímero mientras avanzamos entre los ruidos de derrumbe.


Jorge Pascual (León 1981) es poeta y actor. Ha publicado tres poemarios anteriormente, Morir de viento (Leteo 2001) Manual de Ultramarinos ( Leteo 2015) y Caminan las nubes descalzas (Eolas, 2016). Recibió un accésit en el premio nacional de poesía Eugenio de Nora. Así mismo, ha participado en numerosas antologías poéticas, y ha colaborado en diversas revistas culturales como Entrelíneas o Tel-Aviv. El viento ya está escrito ha sido publicado en Ediciones Menguantes. 



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