jueves, 13 de abril de 2023

Club de Lectura Parque Conde de Orgaz - Abril, Mayo 2023 - Coordinadora, Maribel Orgaz

 





25 de mayo. Un invierno en Sokcho de Élisa Shua Dusapin. Un poema de Karmelo Iribarren.
  
Cerramos nuestra temporada del Club de lectura Parque Conde de Orgaz con la segunda novela más reconocida de la literatura coreana, Un invierno en Sokcho de Élisa Shua Dusapin.

Dusapin había estado en Madrid hacía un par de semanas, en el festival de literatura que celebra anualmente La Casa del Lector en Matadero.

De madre coreana y padre francés, escribió esta novela breve con apenas veinte años y es probable que muchos de los rasgos de la protagonista sean autobiográficos: una joven que tras sus estudios en Seúl decide quedarse a vivir en la desangelada ciudad de Sokcho trabajando en una decrépita pensión en la que apenas hay clientes. La novela ha sido muy premiada y reconocida internacionalmente.

La narración nos parece en general, construida sobre una atmósfera extraña, en la que los motivos de la protagonista para permanecer en un lugar inhóspito y con poco futuro nunca quedan aclarados. Tampoco logramos saber si la visita del dibujante francés es para ella un antes y un después, si quiere irse con él a Francia, si le gustaría que fuera tan sólo un romance durante el invierno hasta que la ciudad y las playas reciban el sol y los turistas.

Leemos algunos párrafos en los que Dusapin contrapone la elaboración de la comida, eviscerar peces, preparar platos de verduras, en los que hay sangre y por así decir, violencia con el invierno y su temperatura gélida. Con la inmovilidad de ella y la poca interacción que tiene ese huésped europeo que se aloja en la pensión para dibujar un cómic.

Algunas descripciones nos parecen muy hermosas a pesar de estar narradas de manera muy sintética y el ritmo seco de la prosa transmite con este recurso aún más frialdad. 

Tenemos diferentes opiniones sobre el final de la narración, abierto y ambiguo. Creemos que encaja bien en todo lo narrado y nos da pie a especular sobre qué ocurre exactamente.

Para finalizar leemos un poema de Karmelo Iribarren.



Esos días

Hay días
en los que levantarte de la cama
suele terminar siendo
más que un acto rutinario
un gesto épico. 
Y no me refiero ahora a las resacas
ni a que caigan
chuzos de punta ahí fuera
ni a que hayas roto con ella.

Me refiero
a cuando te quieren y hace sol
y no te duele nada,
a cuando tienes el mundo
rendido a tus pies,
y no te basta. 



11 de mayo. La vegetariana de Han Kang - Un poema de Pak Chaesam. 

En nuestra primera reunión de mayo leemos, extraído como un relato, La vegetariana de Han Kang. En realidad es una novela corta que se compone de tres narraciones de un mismo hecho: las consecuencias que desata la decisión de no comer carne de una joven esposa y cómo su entorno familiar quiere obligarla a que vuelva a comerla.

Comenzamos nuestra reunión con un vistazo a la cultura coreana que en música y cine ha logrado tantos éxitos. El momento en el que este país asiático toma la decisión de convertir su cultura en una industria que sea tan rentable como otras áreas económicas.

Sobre nuestra narración, a todos nos ha causado una gran impresión y creemos que la recordaremos durante bastante tiempo. Aunque el tema parecía en principio, anodino, la autora logra sin tremendismo, que el lector asista al horror de una sociedad que vive en la modernidad pero cuyas estructuras sociales parecen no haber evolucionado en el tiempo, así que cuando alguno de sus miembros se sale de la norma, como nuestra protagonista, todo su grupo familiar intenta que rectifique aunque esto la lleve incluso al borde de la muerte. 
Ni siquiera cuando se está recuperando en el hospital dejan de intentar que vuelva a comer carne. Esta excepcionalidad nos llama la atención porque el cuñado de esta mujer parece vivir sin trabajar de su mujer, que saca adelante un negocio y el cuidado de los niños sin que nadie le reproche nada.

También charlamos acerca de la situación de las mujeres en Corea y nos planteamos si es así en general, en la cultura asiática. La sumisión a los dictados de la familia y del marido que no interviene cuando el padre golpea a su esposa en una comida familiar porque se empeña en continuar con su decisión de no comer carne.

Durante la reunión algunos creemos que quizá la protagonista, debido a los malos tratos del padre y un incidente con un perro en su infancia, podía haber comenzado a desarrollar algún problema mental y que ahora, al querer ser vegetariana, emerge por la presión que todo su entorno ejerce sobre ella. 





Para finalizar leemos un poema de Pak Chaesam.


             El camino de regreso              

Sobre  el helado camino,

la madre vuelve  al amanecer

empapada del rocío nocturno

después de un día de ventas.

 

No hay tarro de miel en la alacena,

sólo el polvo gris acumulado.

Mientras tanto los niños, tan pequeños para el trabajo,

sin culpas, duermen tendidos aquí, allá.


Nadie ve, nadie comprende cuando ella sacude

la lluvia de estrellas que trae en la frente.

Cuando de sus mangas

se desprende la luz de la luna. 


27 de abril. El baile – Irene Nemirovsky. Un poema de Javier Egea. 

En nuestra última reunión del mes de abril, en el Club de Lectura Parque Conde de Orgaz, leemos El baile de Irene Nemirovsky.

Al comenzar comentamos la vida de la escritora, nacida en una familia acaudalada que le dio una educación exquisita y logró  publicar con éxito pero que acabó trágicamente fallecida en un campo de concentración debido a que era judía. Se atribuye a esta novela muchos rasgos autobiográficos como es la desatención que una frívola madre tiene con su hija a la que desprecia y un padre que se mantiene al margen dedicado a sus negocios.

Coincidimos en que ningún personaje, ni siquiera la protagonista, se alza por encima del ambiente de arribistas, nuevos ricos, frivolidad e hipocresía que impera en todas las situaciones. Los protagonistas de esta novela no tienen límite en su ambición y la hija, de 14 años, sueña con encontrar un amor al ser rechazada por todos, al no ser querida por nadie.

Humillada por su madre, abofeteada incluso en público, tratada como una niña, es lógico que se sienta muy desgraciada. 

Sobre la madre de la protagonista leemos algunos párrafos en los que dará de lado sin miramientos a su propia hija para impresionar a los invitados que están por llegar a su fiesta y también para que no la eclipse a ella que espera encontrar en el baile que ha organizado, un amante joven. Por si no fuera suficiente, ordenará que cene sobre una tabla de planchar y la enviará a dormir a una especie de trastero mientras los adultos disfrutarán de una gran cena con músicos en un salón adornado con flores.

El desenlace, en el que, por un momento, todos se revelan como son, se insultan y faltan al respeto se muestra crudamente al lector. Toda la comedia que venían representado se ha venido abajo.

Para finalizar leemos un poema de Javier Egea.


Un día feliz 


¿Qué pasa en esta calle que el ciego de la esquina
regala los cupones y el de la barbería
olvidó a Maradona y el viejo que gruñía
por el ojo de patio hoy entona en sordina
baladas de Los Panchos y de Joaquín Sabina
y vino el fontanero y hasta la policía
hace la vista gorda con Luis “El Carafría”
que arregla transistores y pasa cocaína
y paran los taxistas en los pasos de cebra
y la dulce pareja por fin encuentra piso
y es el barrio un desorden lavado por la lluvia?
¿Por qué sirve Bernardo de marca la ginebra?
Porque nadie esperaba tan pronto el paraíso.
Porque ha venido a verme Consuelo de la Rubia.









13 de abril. Intérprete de emociones. Jhumpa Lahiri. Un poema de Pablo Neruda

En nuestra primera reunión del mes de abril, leemos un cuento de la autora anglo-india, Jumpa Lahiri, Interpréte de emociones que pertenece a un volumen de cuentos del mismo título y que obtuvo el premio Pulitzer en el año 2000.

Este relato trata del universo sobre el que Lahiri siempre escribe, la tensión de integrarse en otras culturas, la mirada a los lugares de origen, las confusiones, la perplejidad y en sus propias palabras "la alienación" que sufren quienes se ven obligados a dejar sus raíces para vivir en otros lugares.

Durante nuestro encuentro charlamos acerca de las vidas que se desarrollan a través de matrimonios mal avenidos, expectativas sobre el trabajo que nunca llegan a cumplirse, el desconocimiento que se tiene sobre los propios orígenes. Las dudas sobre la cultura a la que realmente se pertenece. 

El chófer indio que lleva de un lado a otro a una joven pareja y sus tres hijos, fantasea con una posible amistad con la esposa que parece haberle tenido en cuenta, admirarle, frente a su propia mujer con la que no tiene afinidad. 

El ataque de los monos, un animal sagrado en la cultura india, a uno de los niños por el descuido de la madre y un padre ocupado en tomar fotografías está a punto de volverse una tragedia que no llega a desencadenarse quizá en consonancia con las propias vidas de los protagonistas de este cuento. Sobrellevan sin un sentido de tragedia muchas esperanzas frustradas y desengaños que afrontan cada día.

Admiramos que los personajes de Lahiri, aunque trazados sobre un oscuro fondo no lo parezcan tanto y son descritos con indulgencia y empatía y sin emitir juicios sobre ellos. El chófer y sus fantasías le acercan a la inmadurez que él critica en el comportamiento de los padres de los niños; la mirada nueva de la esposa que es poco simpática para el lector, le devuelve, sin embargo, por un momento, la dignidad y la estimación propia, elogiando la manera en la que se gana la vida.

Para finalizar, leemos un poema de Pablo Neruda. Oda a las cosas. 




AMO las cosas loca,
locamente.
Me gustan las tenazas,
las tijeras,
adoro
las tazas,
las argollas,
las soperas,
sin hablar, por supuesto,
del sombrero.

Amo
todas las cosas,
no sólo
las supremas,
sino
las
infinita-
mente
chicas,
el dedal,
las espuelas,
los platos,
los floreros.

Ay, alma mía,
hermoso
es el planeta,
lleno
de pipas
por la mano
conducidas
en el humo,
de llaves,
de saleros,
en fin,
todo
lo que se hizo
por la mano del hombre, toda cosa:
las curvas del zapato,
el tejido,
el nuevo nacimiento
del oro
sin la sangre,
los anteojos,
los clavos,
las escobas,
los relojes, las brújulas,
las monedas, la suave
suavidad de las sillas.

Ay cuántas
cosas
puras
ha construido
el hombre:
de lana,
de madera,
de cristal,
de cordeles,
mesas
maravillosas,
navíos, escaleras.

Amo
todas
las cosas,
no porque sean
ardientes
o fragantes,
sino porque
no sé,
porque
este océano es el tuyo,
es el mío:
los botones,
las ruedas,
los pequeños
tesoros
olvidados,
los abanicos en
cuyos plumajes
desvaneció el amor
sus azahares,
las copas, los cuchillos,
las tijeras,
todo tiene
en el mango, en el contorno,
la huella
de unos dedos,
de una remota mano
perdida
en lo más olvidado del olvido.

Yo voy por casas,
calles,
ascensores,
tocando cosas,
divisando objetos
que en secreto ambiciono:
uno porque repica,
otro porque
es tan suave
como la suavidad de una cadera,
otro por su color de agua profunda,
otro por su espesor de terciopelo.

Oh río
irrevocable
de las cosas,
no se dirá
que sólo
amé
los peces,
o las plantas de selva y de pradera,
que no sólo
amé
lo que salta, sube, sobrevive, suspira.
No es verdad:
muchas cosas
me lo dijeron todo.
No sólo me tocaron
o las tocó mi mano,
sino que acompañaron
de tal modo
mi existencia
que conmigo existieron
y fueron para mí tan existentes
que vivieron conmigo media vida
y morirán conmigo media muerte.

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