Maribel Orgaz - info@leerenmadrid.com
Esteban Torres Sagra ha obtenido numerosos galardones en poesía y relato. Cree que Internet ayuda a la labor poética difundiéndola y dando a un poeta más posibilidades para ser leído y conocer, a su vez, la obra de otros poetas. Y no lo duda, un poeta necesita una voz crítica constructiva que le oriente. Foto: El Manantial.
Su labor ha sido reconocida con diferentes premios de relato y poesía. Cuál es la diferencia cuando toma el papel para escribir un relato o escribir un poema.
Cuando empecé a escribir rara vez lo hacía en prosa. Siempre me atrajo la poesía muchísimo más. Pero lo cierto es que en los últimos años he ido adentrándome en el mundo del relato corto y del microrrelato y he comprobado cómo también me llena su ejercicio.
Creo que desde 2014 he superado alguna barrera de calidad en mis escritos y, junto a ello, el incremento de envíos a certámenes ha hecho que obtenga algunos premios tanto en poesía como en prosa. En noviembre superé los cien galardones. Ahora contabilizo 104, de los cuáles setenta y dos pertenecen a la lírica.
Escribir poesía requiere un estado de ánimo distinto y –para mí- menor tiempo. es decir un poema se puede escribir en una sola vez, aunque luego su corrección sea infinita. En cambio un relato requiere varias sesiones y en cada una debes volver a vestirte con la misma ropa que cuando lo iniciaste y cuidarte mucho de las incongruencias.
Nunca escribo desde hace ya lustros con papel de por medio. Lo hago directamente en la pantalla del ordenador. Fue algo que decidí conscientemente en su momento y que me da muy buenos resultados, sobre todo en economía de tiempo.
Ambos géneros son caras de la misma moneda. Crear es maravilloso y cuando relees algo que has escrito y notas un pellizco dentro, da igual si son versos o renglones. De todas formas insisto en que hay que ser más metódico y ordenado, menos caótico, para escribir prosa.
Si la poesía es Intensidad, Ritmo y Voz. En su opinión qué es la Voz.
Entiendo que se refiere a personalidad, a originalidad. Para mí “voz” sería en este contexto palabra y concepto antónima de “eco” a la hora de poetizar.
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Es un fenómeno que no conocía y que no he experimentado en directo, pues en los actos de entrega de premios a los que acudo casi nunca hay más de veinte o treinta personas entre jurados, premiados y autoridades. Debe ser por influencias de Internet y porque algún autor ha explotado sabiamente esta vena mediática. Es decir, una buena propaganda es capaz de vender cualquier producto y los poetas no están al margen de esta máxima. Algo así ocurre cuando Sabina publica un poemario. La gente busca al famoso.
Cuál cree que es la mayor dificultad o el mayor problema para la labor poética hoy en día, para que un poeta logre escribir sus poemas.
Yo empecé escribiendo en una Olivetti con un calco. Si hubiese tenido los medios técnicos (tratamiento de textos, acceso a lecturas y a bases de certámenes, la inmediatez de los blog…) creo que mi proyección personal hubiese sido muy distinta y mi forma de concebir la escritura también.
Al margen de estas facilidades de creación y relación que permite la tecnología, pienso que la mayor dificultad íntima para escribir poesía estriba en el poco calado emocional que recibe el autor, quiero decir en que hay tantos poetas que no da tiempo a profundizar demasiado en las características de cada uno, por lo que la red está llena de millones de estrofas (buenas, malas y regulares) que no le reportan al autor un retorno de información sobre su obra, una crítica constructiva que le oriente, por lo que a veces preguntarse para qué se escribe y no encontrar una respuesta satisfactoria puede ser el mayor de los peligros a los que se enfrenta un poeta. En este sentido los premios literarios son los únicos aldabonazos en la puerta de nuestro ego y la manera en que apreciamos que lo que vamos hilvanando en nuestra soledad al menos emociona o sorprende a alguien. Si además damos por hecho que los jurados son personas cualificadas, la subida de la autoestima y el empujón a nuestra labor serían algo así como la gasolina necesaria para que siga funcionando nuestro motor.
Literatura Sagra |
Como toda mi generación, los estudios oficiales (EGB, BUP y COU) gastaban casi todo su tiempo en la literatura clásica (Mío Cid, Manrique, Quevedo…) quedándose casi siempre –en el mejor de los casos- en la generación del 98 y del 27, por lo que realmente no es atractiva, sobre todo la poesía, para niños de quince años. He comprobado con mis hijos que la cosa ha ido casi a peor. Tal vez por ello mis primeras influencias fueron Juan Ramón Jiménez y Dámaso Alonso.
Como he mencionado antes no había internet ni fácil acceso a otros autores más actuales y que conectaran más con los intereses de nuestra generación.
Una vez que te vuelves adicto a la poesía, entonces sí, entonces sí paladeas a los clásicos y descubres sus virtudes, pero se debe llegar a ellos desde la plenitud, no que sean el inicio. Así no es de extrañar que me inclinara por las Ciencias y que fuera más tarde cuando descubriera mi vocación.
A pesar de lo dicho me cuesta un mundo encontrar textos que me marquen interiormente y me satisfagan. Fue Blanca Andréu la que me hizo abrir los ojos por primera vez hacia concepciones que no era capaz de imaginar siquiera. Ahora suelo buscar a Carlos Marzal, a Juan Carlos Mestre, a Amando García Nuño y a J.M. Álvarez entre el marasmo de autores contemporáneos y casi nunca me defraudan.
Para aquellas personas que empiecen a escribir, qué les sugeriría para que su escritura mejore y fructifique.
Casi siempre se empieza imitando a un ídolo, a alguien que te marca de cualquier forma y te abre nuevos caminos, inimaginables hasta que lo descubres. Luego hay que mezclar la inspiración con la sudoración y practicar mucho hasta ir apartándote de aquél que te metió esta necesidad en el cuerpo. A continuación leer a cuantos más autores mejor para tener perspectiva y saber qué se está haciendo en el mundo. Y sobre todo, una vez que se supera esta fase inicial, ser muy crítico con los resultados. Yo diría que uno de los mayores pecados de un escritor es enamorarse de su obra. Ese amor te impide reconocer sus defectos.
Esteban Torres Sagra
Con el lúcido cinismo que nos caracteriza...
O así
Con los oídos rebosantes de dylan
En treinta y tres revoluciones
Con el philips viejo
Con nuestro lúcido cinismo
De alcohólicos de muchos siglos
Como si condensáramos la edad de la vid
En una sola generación de venas
La vida va amaneciendo sobre la pirámide de keops
También la duda amanece de igual modo
En nuestras vidas
Y se asienta con sus zapatos de jazz y su talle claroscuro
En el silencio enjaulado
De nuestras paredes cóncavas
Y no podemos hacer nada por salvarla
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