"Y he pensado en los miles de seres humanos,
hombres y mujeres que en este mismo instante,
con el primer escalofrío,
han vuelto a preguntarse por sus preocupaciones,
por su fatiga anticipada,
por su ansiedad para este invierno",
Jaime Gil de Biedma
En Nava de la Asunción, Segovia, se encontraba el paraíso del poeta Jaime Gil de Biedma (Barcelona, 1929 – 1990) una casona familiar llamada por los lugareños la casa del Caño por estar al lado de una fuente, que se prolongaba en idilio armonioso con un jardín inusual en la meseta castellana por su diseño y especies que lo poblaban. El conjunto era un inmenso patrimonio procedente de un mayorazgo y los padres del poeta le dieron un gran esplendor, amueblaron con gusto la casa y la huerta fue en parte ajardinada, se construyeron cabellerizas, una piscina, una cancha de tenis y el llamado, Jardín de los Melancólicos en torno a una gran rosaleda.
La madre de Gil de Biedma, María Luisa Alba, educada en Inglaterra, se encargó personalmente de la mejora del jardín, encargando a un paisajista francés la continuación apropiada a una gran casa señorial del siglo XVII.
"Primera salida al jardín después de veintinueve días de cama. Algo como una embriaguez, una felicidad enorme, apacible. Me instalo a la sombra del álamo blanco -más viejo el pobre, con muchas menos ramas- y pronto dejo a un lado los papeles para dedicarme por completo a mi hora de aire libre, a la maravillosa lentitud de un día clásico de agosto, sin una sola nube. Distingo cada olor y cómo varía y se suma a todos los otros: el de la tierra caliente, el de la acacia a mi espalda, el de los setos de boj que ahora ya sé a qué huelen: a siglo XVI. Aroma gazmoño de las petunias en los arriates soleados. Y cuando la brisa gira y viene del lado del pueblo, olor a humo de leña de pino, que es toda la guerra civil para mí. Además es domingo y hay campanas", Jaime Gil de Biedma en una carta a Carlos Barral mientras se recuperaba de la tuberculosis en 1956.
En la Casa del Caño, la familia pasó los tres años de la guerra civil, "fueron, posiblemente, los años más felices de mi vida, y no es extraño, puesto que a fin de cuentas no tenía los diez", escribió en Retrato del artista. Se escolarizó en este pequeño pueblo segoviano y volvía a Nava de la Asunción siempre que podía. Allí invitó a sus amigos, Carlos Barral o Juan Marsé que finalizó en la casona su novela Ultimas tardes con Teresa publicada en 1965. En su paraíso de Nava, el poeta pidió ser enterrado en el panteón familiar en donde reposa junto a sus padres.
El itinerario de los lectores en este municipio de apenas tres mil habitantes comprende en la actualidad no la casa que los herederos han vendido, sino un cuidado museo dedicado a su memoria, Estación de Encuentro, cuya visita guiada realiza con gran esmero Clara, un paseo por la plaza dedicada a Gil de Biedma y la visita al cementerio en donde está enterrado.
El municipio cuida con orgullo la memoria del poeta y convoca desde hace casi dos décadas, el Premio Poético Internacional, "Jaime Gil de Biedma y Alba".
Estación de Encuentro, Museo Jaime Gil de Biedma
En la puerta se cuelga un cartel con el teléfono móvil de la guía, Clara para solicitarle nuestra visita si no podemos acudir en ese horario.
Soliciten visita también por mail, aquí.
Nava de la Asunción, Segovia.
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