domingo, 17 de febrero de 2019

Escribo a la tarde, si todo se torna sereno - Carlos Jiménez de Parga, poeta. Editorial Cuadernos del Laberinto

Maribel Orgaz - info@leerenmadrid.com
Carlos Jiménez de Parga es profesor de Lógica en la Universidad Nacional de Educación a Distancia en Cartagena (Murcia). En una sugerente y curiosa conexión, su tesis doctoral trató acerca de la creación de nubes mediante realidad virtual y su poesía adopta rigurosas formas clásicas para abordar el amor simbólico y conformar una mirada sobre el mundo. Ha publicado su primer poemario, En la inmensidad del camino celeste tras diez años de creación en la Editorial Cuadernos del Laberinto. Dante es uno de sus poetas de referencia. Escribe a la tarde si el día ha sido propicio, "con la escala ascendente de un canto de vencejo". 

Por qué el éxito de la poesía en tiempos no precisamente poéticos.

Carlos Jiménez de Parda, poeta. Pienso que no se habría de considerar tan precipitadamente dicha tesis. En realidad algo extraño ocurre cuando suceden tales eventos masivos. Me considero fiel seguidor de Erasmo, y su libro, Elogio de la locura, es una de mis referencias literarias preferidas. De él aprendí a no doblegarme a las modas, aunque es cierto que siempre he sido muy reacio a ellas. Precisamente, en referencia a lo que usted comenta de la concurrencia a tales actos, le cito el siguiente párrafo del libro de Erasmo:

«[...] Cada uno de ellos tiene su forma particular de amor propio, de modo que sería más fácil encontrar quien renunciase a la herencia paterna que ceder un adarme en su fama de ingenioso. Esto pasa sobre todo entre actores, cantores, oradores y poetas: cuanto más ignorantes son, más descarada es su autocomplacencia, más autobombo y engreimiento presentan. Y siempre encuentran lamentos de la misma calaña, de forma que el más inepto es el que más admiradores tiene. Sabido es que cuanto peor es una cosa más atrae a la muchedumbre, ya que –como dijimos– la mayoría de los mortales es propensa a la estupidez».
Resumiendo: si el artista menos dotado es el más satisfecho de sí mismo y el que mayor admiración suscita, ¿por qué habría de preferir la verdadera sabiduría, que supone de entrada un mayor esfuerzo, que le hace retraído y tímido, y finalmente le proporciona menos admiradores?

Efectivamente, no me gusta asistir a eventos que suscitan la atracción de las masas, ya que detrás de ese efecto se esconde una relativa creatividad, pues lo verdaderamente bueno y bello requiere de mucho tiempo de realización (y más en estos tiempos tan complejos); es duro y difícil crear y entender el buen arte.

Mihály Csíkszentmihályi utilizó La Divina Comedia en un intento de abordar con ejecutivos despedidos nuevas herramientas para apuntalar grandes cambios vitales. A pesar del escepticismo de sus colegas, funcionó ¿Cuál cree que es el motivo?

En mi opinión, creo que más que una posible relación entre el concepto de flujo, de mero carácter orientalista, y la Divina Comedia, es precisamente la concepción de Dante en sí misma: un marco teológico-filosófico «stilnovista» en el que inserta su deseo de Dios según la pura acepción Tomista, unido a un profundo conocimiento de la humanidad, el cual se fundamenta en el modo de ejercer la política en el Trecento. Además, su visión utópica y anacrónica de la gobernabilidad de los pueblos se inspiraba en la idea de monarquía, cuya potestad desciende directamente de Dios y en la que reina la justicia para que los hombres puedan alcanzar el fin supremo de la felicidad. Dante recurre a la fuerza de la fe, de la razón y de la contemplación para reclamar un continuo amor a Dios. Por ello, en su obra recapitula toda el saber clásico y aritotélico-tolemaico para describir y narrar las tres partes de las que consta la obra: el Infierno como lugar dramático para aquellos que obraron malvadamente; el Purgatorio, como montaña de purificación de las almas; y el Paraíso, donde se encuentran los nueve cielos más el Empíreo. En ellos están los espíritus de los que murieron antes de tener libertad de elección, junto con la Virgen María, Adán, Eva, Raquel, Beatriz, etc. Finalmente, la presencia del Cosmos en Dios y, por encima de todo, la unidad y trinidad de Dios: Padre, Hijo y Espíritu Santo. En consecuencia, leer la Divina Comedia es una invitación a una vida nueva.
(Fuente: Introducción a La Divina Comedia de Giorgio Petrocchi y Luis Martínez de Merlo. Editorial RBA).

Diez años le ha llevado su primer libro de poemas. Cómo es el proceso habitual de escribir un poema.

Suelo comenzar a escribir por la tarde, si todo se torna sereno. Generalmente procuro tener, a lo largo de los días, un momento de inspiración propiciado por las musas o Apolo. Una vez que empiezo a escribir, en el editor de textos (gEdit en Linux) acostumbro a realizar muchas correcciones. Algunas veces me lleva toda la tarde hasta las doce de la noche, aunque ha habido poemas que me han llevado incluso días o semanas.



Si la poesía es intensidad, ritmo y voz; qué sería la Voz.

En mi caso concreto intento cuidar mucho el ritmo, aunque gran parte de él me lo proporciona la métrica de los sonetos y otras estructuras estróficas. La intensidad suele ser ascendente para lograr un estado casi místico a medida que se avanza en la lectura. En lo que respecta a la Voz, es la inspiración que escucho en mi interior a la hora de escribir, ya que guía todo el proceso creativo iluminando u oscureciendo los diferentes aspectos tratados en la versificación y el rigor de la composición lírica.

Hasta Rilke es probable que un artista pudiera vivir al margen de la razón o vivir, por así decir, una vida poética. En nuestros tiempos, ¿cómo escindirse cuando una profesión dispone la mente para su mejor rendimiento analítico?, al margen del hecho de tener que ganarse la vida.

Acabo de leer las Cartas a un joven poeta (Alianza Editorial) y la biografía de Rainer Maria Rilke y, efectivamente, el poeta tuvo una vida difícil, llena de periplos, resultado de acuciantes preocupaciones económicas y de una casi constante dependencia de sucesivos mecenazgos. Respecto a lo que usted me pregunta, cabe decir que la poesía es esencial en la vida, tanto individual como colectiva. Si bien es necesario cultivarla leyendo buena literatura universal, a ser posible, de forma que el poeta componga con criterio y el lector crezca inteligente y humanamente con ella.

En mi vida cotidiana compagino la investigación informática y la docencia de la Lógica con el arte de la poesía, pues una no excluye a la otra, sino que se complementan a la hora de organizar el pensamiento formal y ejercitar la labor intelectual.

Aunque es cierto que en tiempos pasados se podía vivir de la lírica, como fue el caso de Lope de Vega, Quevedo, Góngora o Cervantes, en los tiempos líquidos que corren, como postulaba el sociólogo-filósofo Zygmunt Bauman, es muy difícil sustentarse exclusivamente en la poesía. Incluso Lope de Vega tenía que escribir con frecuencia obras de teatro porque eran más demandadas por el público. Sin embargo, es valiente vivir de la poesía, pues, como planteaba el gran estoico Séneca, las riquezas son oportunas, pero se puede ser igual de feliz sin ellas.


Qué es o qué significa Madrid en su imaginario poético.

En los paseos solitarios y meditabundos que realizo en la ciudad de Murcia, siempre miro hacia el noroeste intentando divisar sobre las nubes la Ciudad celestial. Desde tiempos muy pretéritos (véase el mapa mítico del Libro de Henoc, según Grelot), en la dirección del norte se encontraban las “Puertas de los vientos”, mientras que en la dirección oeste, el ocaso y las “Puertas de los vientos y de las estrellas”. De igual modo, en el noroeste se hallaban la “Residencia de Dios” y el “Jardín de justicia”. En el caso concreto y afortunado de la península Ibérica, hacia el noroeste se encuentra además el “Finis terrae” y el profundo y desconocido océano con su “Ara Solis”.

Mis recuerdos de Madrid se remontan a la infancia, cuando con frecuencia visitábamos a mis abuelos y comenzaba a descubrir la ciudad con ojos de niño. Se trata del período de formación comprendido entre los años ochenta de la movida hasta finales de los noventa. Fue en aquel entonces cuando se fraguó mi imaginario abstracto, en un ambiente familiar cálido y acogedor que nunca olvidaré.

La atracción por Madrid se debe a su condición cosmopolita. Un lugar donde arriban gentes procedentes de todos los lugares con la maleta llena de ilusiones. Es el “rompeolas de España” como dicen los castizos, la villa y corte donde nadie es un extraño y nadie es alguien (el ser y no-ser conjugados).

Madrid es una renovada y cambiante Babilonia, donde coexisten el ocio, la cultura, la diversión, los negocios, pero también la perdición y la soledad entre el extenuante ajetreo de la muchedumbre. Por ello a muchas personas que allí habitan se les aprecia una brizna de tristeza en el semblante y cierto brillo en los ojos. Es Madrid, en definitiva, el gran océano metafórico, que se puede conocer en superficie o en profundidad. En las profundidades donde se halla el grano fino, el alma bondadosa que guía a estas almas a encontrar de nuevo el camino.

En la inmensidad del camino celeste
Carlos Jiménez de Parga
Editorial Cuadernos del Laberinto


Soneto XXXI

Cabalgando en la luz de tu mirada,
como el águila mira al sol de fuego
desprendida del mal de los avernos,
transité aquella noche en tu eterna alma.
Resucito al pensar en tu tez blanca,
al recordar tu ufano y grácil gesto
que en el amanecer dejaste verlo
como estrella colmada entre montañas.
Cuatro mil días llevo hacia los mares
en búsqueda del grial de un tiempo arcano
que su llama al espíritu  encomienda.
Todo para la gloria y veleidades
de este humilde poeta enamorado
que con singular pluma se confiesa.


Vencejos II

Regresan las melodías del atardecer
al iluminarse las nubes de eternidad;
se desmorona la estridencia del caos,
callan las bestias y cantan los ángeles.
Flechas negras en azulados espacios
trazan enigmáticas geometrías
en divinas pizarras celestiales.
Terrazas, patios y azoteas teñidos de ámbar
duermen en la angélica música de las esferas
en una extática partitura primaveral.
La paz y el amor baten alas de felicidad
en el vertical zenit del azul infinito,
con la escala ascendente de un canto de vencejo. 

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