miércoles, 29 de junio de 2022

Escribir poesía es interpretarse a uno mismo - Diálogos con mi perro Sancho, Antonio Perán Elvira, escritor y poeta.



En una entrevista anterior con motivo de la publicación del poemario Discurso de blanda y firme, el escritor y poeta Antonio Perán Elvira hablaba sobre la versificación clásica que nunca ha abandonado y del proceso de su escritura que incluía un lector de confianza. Ahora se propone reeditar todos sus libros que estaban publicados en distintos sellos bajo una misma editorial y ha comenzado con el sobrecogedor, citando sus propias palabras, Diálogos con mi perro Sancho en el que el poeta llama a escuchar una voz con soledad de hombre. 


Reeditas un poemario anterior.

Sí, Diálogos con mi perro Sancho es una reedición. Me encuentro muy satisfecho con Cuadernos del Laberinto, y en especial con Alicia Arés, y quiero que todos mis libros estén en esta editorial.

De los cuatro libros que he publicado: Diálogos con mi perro Sancho, En la Mansión de los Céfiros, Vía crucis y Discurso de Blanda y Firme, posiblemente este primero sea el más lírico de todos; consiguientemente, creo que es el más apto para los que identifican poesía con poesía lírica. En particular, los Diálogos con mi perro Sancho son un sobrecogedor canto acerca de la soledad, que tiene como protagonistas a un hombre y su perro. Está claro que el perro no se siente solo, porque está con su amo, pero no se puede decir lo mismo del amo, porque, primero, su soledad no es voluntaria y, segundo, como dice en uno de los poemas “Porque tú tienes bastante con lo poco que recibes; yo preciso, sin embargo, lo que estimo que merezco”. Y eso que en principio puede parecer una inmodesta alusión a sus méritos, no es otra cosa que una dolorosa manifestación del abandono que siente, como se observa a lo largo de todo el libro. Hay que esperar al final para conocer cómo intentará superar su soledad.




Has recibido varios premios por tu labor poética pero cuál es ese poema que quizá pase más desapercibido entre tus lectores y tu consideras muy personal.

 Ante preguntas como ésta, siempre me viene a la memoria la reflexión que hacía el Quijote sobre los hijos intelectuales, y que venía a decir que, si un padre se equivoca al enjuiciar a sus hijos biológicos, mucho más se equivoca al enjuiciar a los intelectuales. No puedo estar más de acuerdo con esta afirmación, aunque también hay que decir que, fuera del autor, también existe la diversidad en la valoración de su obra. Imaginémonos, por ejemplo, preguntando a un determinado número de personas por el mejor poema, según ellos, de García Lorca. Seguro que tenemos garantizada la diversidad, y posiblemente ninguno de esos poemas estaría en la selección que hiciera el propio autor.

En cuanto a mí, tengo la ventaja de que suelo centrarme en la producción de libros, pero seguro que tampoco coincidiría en la valoración de éstos respecto al común de los lectores. Por lo que se refiere a los Diálogos con mi perro Sancho, tengo que decir que para mí es un libro muy especial, porque es el primero que publiqué, y con esto pasa como con los hijos, que el primero tiene algo a su favor, que no tienen los demás. Si a esto añadimos que en este poemario los sentimientos andan a flor de piel, más que en ningún otro, esa especialidad de la que hablaba queda más clara todavía.

Si hablamos de poemas sueltos, tengo un poema que se llama “No le digas nada”, que es el que más me conmueve, pero estoy convencido de que a todo el mundo no le pasaría lo mismo, porque mi realidad es solo mía e imposible de transferir a los demás.

“No le digas nada.
Mírale, si quieres,
disparando rosas
con ballesta franca;
siempre que de Venus
no confunda flores
la sonrisa blanda,
y le dé su dosis
a la abeja triste
de cordero y pascua.
Piensa en él con esa
persuasión de brisa
que acaricia y calla;
aunque en el ensueño
se acurruque el iris
contra la nostalgia,
y sin que los virus
del amor trasluzcan
la verdad del agua.
No le digas nada.
Tócale, si acaso,
a sutiles pulsos
de gorrión en rama;
que perciba el humus
de tus latitudes
bajo las sandalias,
y un remoto impromptu
para clave y codo
sobre la casaca.
Quiérele, no obstante,
sin dejar aviso,
pero con palabras
no cultives cactus
en su bien estéril.
Llévale hasta el alba,
bríndale un oasis...,
pero, si es inútil...,
no le digas nada”.


Cómo es Sancho para que merezca ser destinatario de todo un libro de poemas.

                “Es un pastor de verdad, como veis,
y la razón de que siga teniendo
motivos para vivir con provecho,
aunque la oveja soy yo ciertamente.
Persigue a las decepciones con furia
hasta borrarlas de los almanaques,
porque en su mente no dejan constancia;
tolera a las añoranzas, en cambio,
pero mejor cuando están en el fondo,
porque reclama su sitio en el agua;
y a mí me quiere por mí simplemente”.

Ese es Sancho. Pero, sobre todo, Sancho es nuestro, que es lo que le hace distinto de los demás. En su modestia, no pretende ser mejor que los otros perros, pero, a diferencia de éstos, tiene algo que ellos no tienen por el momento, y es que Sancho es nuestro. Tampoco le preocupa ser considerado un simple recurso literario, porque sabe que no lo es, aunque le agradece a la literatura que su memoria no se pierda con los que disfrutaron de él. 


Uno de tus lectores dice, en la referencia de la editorial, que gracias a tus poemas se aficionó a la poesía (quizá las cosas salen gratamente por donde menos se espera).

Todos los escritores esperamos que lo que escribimos guste. No me atrevería a decir que escribimos para que guste lo que hacemos, pero, desde luego, nos encanta significar algo para quien nos lee. Si a eso añadimos que podemos contribuir a la afición a la lectura de alguien, la satisfacción es todavía mayor. Dadas las características de los Diálogos con mi perro Sancho, pienso que se presta precisamente a eso, porque, la gente que no esté muy metida en poesía, puede que se vea atrapada por la sencillez de su lenguaje, lo creíble de las situaciones que se plantean o lo común de los sentimientos que se expresan.


Qué te permite expresar la poesía que no te permitiría expresar la prosa.

  "Poesía es un decir de tal valía,
que arrastra a la conciencia en su corriente,
y anega el corazón profundamente,
por no se sabe qué melancolía. 
¿que qué más del decir? Que es necesario
que llegue a florecer, y a ser preciso,
con habla terrenal de paraíso,
andar de caminante solitario,
morral según tal cual itinerario
y un algo de canción al modo liso”.

Aunque puede que no sea exclusivo de la poesía, sí que es cierto que ésta permite eso que llaman “la expresión de lo inefable”. La cosa estaría ahora en ver si la prosa permite o no esa expresión. Yo no voy a decir que no, por respeto a los que escriben en prosa, pero sí que creo que la prosa es más plural en el tratamiento de situaciones de todo tipo, y sobre todo de lo perceptible, mientras que la poesía se centra más en el mundo interior y el sentimiento. ¿Y por qué ese empeño en describir el mundo interior y el sentimiento? Pues creo que tiene algo que ver con tres versos de ese soneto al que antes hacíamos referencia:

                “Poesía es un sentir, tan imponente,
que hace de la gente, que así siente,
intérpretes del alma y la armonía”.

Puede que esto suene demasiado pretencioso, por lo que vamos a decir que los que escribimos poesía estamos empeñados en interpretarnos a nosotros mismos.


Cuál es tu camino como poeta: una mayor sencillez, concisión. 

Lleguemos a ello por exclusión: lo de la mayor sencillez es algo que no contemplo, porque cada uno escribe como escribe y es muy difícil que lo haga de otro modo. Recuerdo al respecto una anécdota que contradice lo que acabo de decir, pero no en mi caso. Resulta que el hermano de Héctor Gagliardi le dijo un día que a sus amigos no le gustaba cómo escribía, porque no le entendían, y desde ese momento empezó a hacer sus poemas en un lenguaje más popular. Esto por lo visto lo pudo hacer Héctor Gagliardi, pero yo no lo hubiera podido hacer. En cuanto a las formas métricas nuevas, es algo que no me preocupa en absoluto: hay veces (muchas) que utilizo formas clásicas en mis poemas y me siento muy a gusto haciéndolo. En otras ocasiones utilizo formas propias, pero lo de que sean propias o de otro en ningún caso se convierte en un objetivo. Consiguientemente, me quedo con lo de la precisión en la expresión, y además es rigurosamente exacto, porque no son pocas las veces en que me sorprendo a mí mismo diciéndome que lo que estoy haciendo no es exactamente lo que quiero hacer.


Antonio Perán Elvira
Editorial Cuadernos del Laberinto



             




1 comentario:

  1. piggydexshop.com

    En Diálogos con mi perro Sancho, la poesía se convierte en un reflejo del vínculo humano-animal. La conexión única con los perros se explora, mostrando cómo nos entienden mejor que nosotros mismos.

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