viernes, 7 de enero de 2022

Una ventana a un mundo perdido - La Granada de Tariq Ali - Una novela, una ciudad - Maribel Orgaz, Curso UP Miguel Delibes, Alcobendas

 



“Fundamos dinastías pero no hallamos el modo de gobernar a nuestro pueblo 
de acuerdo con los dictados de la razón. 
No supimos promulgar leyes que protegiera a nuestros ciudadanos 
de los caprichos de gobernantes arbitrarios”, A la sombra del granado. 

"Al escuchar durante la primera guerra del Golfo a un periodista, explicaba el escritor Tariq Ali, que los árabes eran un pueblo sin cultura, sin cultura política, decidí escribir esta novela". 

A la sombra del Granado fue un éxito editorial traducida a más de 20 idiomas, aunque en algunos de ellos el texto sufrió mutilaciones por sus referencias a la homosexualidad. La novela transcurre en la Granada del siglo XV, “el último reino musulmán que cayó en Europa. Éste es el gran significado de Granada, la última etapa de la civilización islámica y los andalusíes, el símbolo de la coexistencia entre tres culturas. Esa experiencia, tan importante, nunca se había dado en toda Europa. Granada fue parte de eso”, Ali.

El pasado 20 de diciembre y en el curso que imparto sobre Una ciudad, una novela en la UP Miguel Delibes de Alcobendas, dedicamos esta clase a la Granada de Tariq Ali. La novela, elaborada bajo la técnica de relato enmarcado, narra acontecimientos familiares en la historia de los Banu Hudayl y sus tres generaciones que ha vivido en el califato de Córdoba durante siglos. Una ventana a un mundo perdido.

Los Bany Hudayl son ricos privilegiados que disfrutan de jardines, juegan al ajedrez, viven en una gran casa rodeados de sirvientes, se bañan frecuentemente, disfrutan de la comida, son indulgentes con sus hijas y su hijo mayor, un conquistador, se redime a través de la guerra contra los cristianos. El hijo pequeño, un símbolo del futuro de toda una comunidad, muere a manos de Hernán Cortés que antes de México fue enviado a sofocar los intentos de rebelión de los últimos musulmanes granadinos.  

El acierto de Tariq Ali en la novela está en las reflexiones y detalles más que en la capacidad de elaborar personajes o una trama bien estructurada. Una de las tías de la familia, enamorada de un sirviente, enloquece y es encerrada en un maristán (bīmārestān). En la actualidad, el único de estos hospitales conservados es el de Granada y ha sido rehabilitado.  

El ambiente, el ocaso de un mundo debido a la intransigencia de unos y la incapacidad de liderazgo de los otros es un logro más del autor y flota sobre cada palabra y los jardines, las dudas sobre convertirse y quedarse, el estupor de ser arrojados de sus casas, de un lugar que es tan suyo como de quienes los expulsaron. "Yo no soy un bereber", dice el patriarca, "y no tengo nada que hacer en el Magreb". 

Así Tariq Ali reconoce la lealtad y disciplina de los jefes cristianos como Íñigo López de Mendoza, Conde de Tendilla, que si bien "aprendió árabe y vestía a lo morisco" se mantuvo fiel a sus señores cuando fue requerido. Al fondo, el lector percibe una crítica a las luchas intestinas estériles entre las poblaciones y tribus musulmanas peninsulares. 

Granada es, en la fantasía novelada de Tariq Ali, un lugar sin esclavos ni eunucos, ni mujeres recluidas, aunque fiel a la realidad en aspectos como la vida refinada de una familia poderosa o los numerosos baños públicos, "las mujeres por la mañana, los hombres por la tarde", un lugar de encuentro entre ellos y un foco de conspiración para los cristianos que se apresuraban a cerrarlos. 



Tariq Ali nació en una familia noble paquistaní aunque sus padres eran comunistas. Como estudiante y tras participar en revueltas en su país, sus padres decidieron enviarlo a Gran Bretaña a estudiar. Allí se licenció en Oxford en Ciencias Políticas. Su trayectoria vital es un ejemplo de la mezcla y quizá de los grandes desafíos que plantean nuestras sociedades. Su familia era, en sus propias palabras, "feudal" pero gracias a su riqueza pudo tener otro destino, formarse intelectualmente y vivir en otro país en el que abrir fuego contra jóvenes universitarios era impensable.

Algo de esta ambivalencia vertebra el texto. Un lamento por la imposibilidad de que ambos mundos convivan, críticas a la ceguera de unos gobernantes que en lugar de unirse contra quienes les amenazaban, batallaban entre ellos para repartirse Granada cuando ya habían jurado vasallaje a los cristianos. De todos los personajes que Tariq Ali respeta e incluso admira, curiosamente, destaca  Francisco Jiménez de Cisneros [Giménez de Cisneros, cuyo nombre de pila era Gonzalo] nacido en Torrelaguna (Madrid) en 1436 y fallecido en Burgos en 1517. 

El Cardenal Cisneros cuyos padres eran comerciantes y esto le dio una primera formación particular para su tiempo, de trato con todo tipo de gentes, que conoció el éxito como religioso, vivió en Roma las intrigas vaticanas y la humillación para un hombre de su rango de ser encarcelado, restituido de nuevo, un día decidió dejarlo todo y enclaustrarse en un monasterio franciscano. Tenía 50 años, por aquel entonces, un anciano, y tras permanecer diez como monje renació, por así decir, para llegar a ser regente, fundar la Universidad de Alcalá, encargar una biblia políglota, construir pósitos de grano para que la distribución de trigo estuviera garantizada en los años de malas cosechas, "tenía prisa, sabía que no tenía mucho tiempo", María Saavedra, historiadora. 

Tariq Ali elige el momento en el que Cisneros llega en 1499 a Granada enviado por los Reyes Católicos para sustituir a Fray Hernando de Talavera, dialogante y partidario de las conversiones sin violencia. 

Alí destaca la intransigencia de Cisneros que ordenó la quema de miles de libros y prohibió hablar árabe para destruir la transmisión de ideas. En Granada, Cisneros dispuso el fin de los esclavos en cautiverio, castigó la sodomía y prohibió que las mujeres se taparan la cara. Ni fiestas ni ropas quedaron libres de sufrir imposiciones y al igual que el final de la novela, en una búsqueda de acabar con un pueblo al completo, decretó que a partir del tercer hijo fueran criados entre cristianos.  

El viejo sabio Wajid al-Zindiq, alter ego del autor, una voz de sabiduría y cordura, quizá también de pesimismo y fatalidad sentencia en una premonitoria mirada sobre la nueva etapa histórica que se abre con su expulsión: " la maldición de la Iglesia será fatal para esta península".


UP Miguel Delibes (Alcobendas, Madrid)
Lunes 17.30h. a 19.30h.
El curso está completo
Profesora, Maribel Orgaz



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