Sonsoles Sánchez-Reyes comenzó a publicar en Tribuna Ávila historias sobre sus viajes, pequeñas narraciones de hechos singulares que la sorprendieron al recorrer Amberes, Amiens o Reims. La celebridad de este blog, la decidió a publicarlo en papel y ahora ve la luz en una hermosa edición de Cuadernos del Laberinto con el título, El alma en los viajes. Sánchez-Reyes, profesora de filología inglesa en la Universidad de Salamanca, ha querido que le acompañe con su obra fotográfica, Gabriela Torregrosa. Un total de 28 narraciones se suceden "pobladas por ángeles risueños, promesas que atraviesan siglos, héroes y heroínas anónimos, estatuas que parecen hablar", detalla en el prólogo Carlos del Amor.
Estos 28 textos nacen de un blog, Cuaderno de bitácora. Quizá la materialidad de un libro sigue siendo insustituible.
La seducción del libro como objeto es innegable. La belleza de su edición lo hace atractivo de por sí y en este caso, Cuadernos del Laberinto ha conseguido un resultado óptimo: el tacto de sus páginas o el olor del papel ligan la experiencia lectora a recuerdos personales y la enriquecen al abrir todo un universo de sensaciones paralelas que se suman al propio contenido de la obra. Por eso el libro como realidad material no ha desaparecido tras el surgimiento de las plataformas digitales; cada uno ocupa su espacio definido.
Decenas de historias curiosas que parecen conformar un mundo enjoyado de misterio y asombro.
Lo esencial de viajar no es haber estado en un lugar, sino que el lugar haya estado en ti. La sospecha de que se ha sido testigo presencial de algo perenne se reafirma cuando, tras el retorno a casa, la vivencia se ha instalado en las entretelas de la memoria. A eso apela este libro. Al placer de atesorar escenas que parecerían relatos si no hubieran ocurrido, o sucesos que aún logran estremecer por muchas veces que se oigan.
Si tuvieras que señalar un punto común en todas estas historias que forman El alma en los viajes, cuál sería, ¿recomendarías alguna en especial?
Todas ellas son historias que me han fascinado o me han conmovido primero a mí, cuyos pedacitos de espejo he ido recogiendo a lo largo del tiempo para recomponerlas, con el deseo de contagiar en el lector el pálpito que me ha producido primero encontrarlas y después narrarlas. Muchas, inexplicablemente, son extensamente conocidas entre los habitantes de un lugar muy concreto, pero ignoradas por el público en general en cuanto uno se aleja unos kilómetros.
Animaría al lector a dejar que sea el libro el que le encuentre, a comenzar leyendo la historia cuyo título o tema le haya atraído más. Las historias permiten ser abordadas en el orden que se elija, así el lector puede determinar su propio itinerario, diferente del de cualquier otro. Son historias breves e intensas que se leen en pocos minutos pero que se quedan contigo después por mucho tiempo, acompañadas por preciosas fotos, muy certeras y expresivas, obras de Gabriela Torregrosa.
Tenemos referencias en imágenes, gracias a Internet, de casi todos los rincones del mundo. Cuál podría ser hoy en día, la forma de viajar. ¿Tienes una propuesta personal?
Viajar sin lastres preconcebidos, con la capacidad de asombrarse intacta. Ceder al placer de maravillarse, de cuestionarse, hacer del viaje un momento de crecimiento y transformación personal del que regresar cambiado. Perderse en vericuetos que no estén en las guías, salirse del camino trillado. Disfrutar de los descubrimientos, hablar con las personas, probar las comidas, aventurarse por rutas de primeras veces con actitud de valorar la diferencia.
En el proceso de escritura, cuál fue la mayor dificultad.
Me ha costado mucho seleccionar un número limitado de historias de entre el acervo que he ido custodiando en la mochila del corazón desde hace muchos años.
He pretendido rescatar del olvido aquellos jirones de alma que se me quedaron prendidos en sitios lejanos al mezclar la propia vida con otras, presentes y pasadas. Reconocerlos e incorporarlos al equipaje personal incita a que surjan muchos otros por rincones aún inexplorados, en un afán que jamás termina, mientras quede un hálito vital.
Podrías recomendar algún escritor de viajes que te guste especialmente y un lugar al que viajar con tu libro.
El mejor escritor de viajes somos cada uno de nosotros, cuando reelaboramos el episodio para contárnoslo a nosotros mismos y a las personas de nuestro entorno. Ese relato se sucede en tres planos, el previo a partir, que tiene mucho de ensoñación o suposición, los momentos que se viven durante el itinerario, que semejan más una historia de aventuras emocionantes, y la narración posterior a la llegada, en la que los hechos se aderezan con sentimientos, se embellecen y dulcifican con el paso de los días al acomodarse a la evocación y convertirse en domésticos. Igual que ningún amor literario es tan genuino ni deja un regusto tan perenne como el que cada uno ha sentido en sí, ocurre lo mismo con los viajes, que al fin y al cabo pueden concebirse como historias de amor con el mundo.
Un lugar al que viajar es cualquiera que permita contemplarlo a otra luz, con una mirada limpia y nueva; reinterpretar conceptos largamente asumidos para después vincular todo eso a uno de manera individual. Este libro busca despertar la autenticidad de la percepción, trata de que el lector sienta que, aún sin moverse de su ámbito cotidiano, ha visto con sus propios ojos la trastienda de algunos lugares y aspectos más humanos y entrañables de personajes célebres que se los acercan para siempre. Pretende no solo invitar a mirar; también a pensar.
El alma en los viajes
Sonsoles Sánchez-Reyes
Editorial Cuadernos del Laberinto
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