El historiador holandés, Rutger Bregman, es un pensador a contracorriente, embarcado en demostrar, a través de rigurosas investigaciones, que nuestra imaginación sobre el futuro está atrapada en distopías tenebrosas. Es necesario, según él, retomar nuestra capacidad para proyectar utopías, confiar en las personas y ser audaces. Abandonar el pesimismo antropológico.
Bregman ha publicado tres libros, Utopía para realistas (2016), y Dignos de ser humanos, (2019), el tercero, La humanidad: una historia de esperanza (2021), aún no tiene edición en español.
En esta entrevista, Virginia Baudino, socióloga, destaca los motivos por los que la lectura de Rutger Bregman, y sus rigurosas investigaciones, son necesarias en estos tiempos de pesimismo.
¿Cuál es la singularidad de Rutger Bregman ?
En primer lugar, y no es un dato que se suela tener en cuenta, destacaría su enorme capacidad de trabajo y aún está en la treintena. Bregman tiene 35 años y los autores que he abordado hasta ahora se mueven entre los cincuenta y los setenta: Mark Fisher tenía 49 años cuando murió, Naomi Klein tiene 53, Byung Chul Han acaba de cumplir 65 años y Didier Eribon, 73 años.
Su diagnóstico de nuestra situación está en la misma línea de estos autores pero sus conclusiones son radicalmente diferentes, es un optimista que desborda confianza respecto a la capacidad del ser humano para transformar y mejorar el estado de cosas.
¿Cuáles son las líneas de su trabajo?
Para empezar y según Bregman es una constatación histórica que en el pasado todo era peor para el ser humano. Hemos vivido durante siglos en la pobreza, la falta de higiene, la ignorancia y la superstición.
En apenas doscientos años, esta situación ha cambiado, estamos bien alimentados, gozamos de una buena salud, somos más inteligentes. El dato que aporta Bregman es que en el siglo XIX, el 94% de la población mundial era pobre y en actualidad, sigue habiendo desigualdad, pero la pobreza está ya por debajo del 10% de la población.
Su segunda argumentación es que, pese a estas cifras incuestionables, preferimos engañarnos a nosotros mismos. La mayoría de las personas, según revelan multitud de encuestas, creen que el futuro será peor y que el presente es malo.
Esta es la hipótesis que va a desmontar en Utopía para realistas. Un libro, como todo lo que publica, escrito para ser leído por el gran público, no dirigido a especialistas y que recomiendo encarecidamente.
· ¿En qué consiste la Utopía de Bregman?
Apoyándose en otros investigadores como el psicólogo León Festinger y su teoría de la disonancia cognitiva: cuando la realidad choca con nuestras creencias más profundas, rechazamos corregir nuestra visión del mundo; Bregman apoya, por ejemplo, la instauración de una Renta Básica Universal.
Este mecanismo mental que prefiere negar la realidad antes que admitirla, le lleva a desplegar una inmensa cantidad de datos acerca de los buenos resultados de los proyecto piloto sobre Renta Básica que se han desarrollado desde Canadá a Europa con una asignación sin contraprestaciones.
Sus estudios confirman lo que ya sabíamos, que las personas no necesitan orientación sobre cómo emplear este recurso y que el impacto positivo no sólo es individual, se amplia a lo social. En primer lugar, toda la burocracia implicada en decidir cada contraprestación, recurso y asignación a colectivos o a problemas concretos o a necesidades crónicas desaparece.
Por desgracia, y a pesar de su éxito, estas pruebas piloto, por así decir, como la que se llevó a cabo en Dauphin (Canadá) que fue conocida como la ciudad sin pobreza, fueron canceladas y olvidadas.
Bregman, y sobre esta misma idea de disonancia cognitiva, argumenta acerca de las ventajas de un mundo abierto para las personas que sustituya a la idea dominante que tenemos sobre la inmigración.
Abrir las fronteras a la migración libre haría al mundo más rico y propone un incremento de un 3% más de inmigrantes en todos los países. Esto incrementaría la riqueza en 350.000 millones de dólares que es la suma total de toda la ayuda al desarrollo mundial multiplicada por tres, y los datos, hay que destacar, son del Banco Mundial.
· ¿Un cambio en la visión de nosotros mismos?
Otro aspecto a destacar es que Bregman confía en el ser humano y cree que ya es hora de eliminar de nuestra memoria colectiva que somos egoístas, agresivos y perversos.
De nuevo, apoyándose en una ingente masa de datos, demuestra que esta creencia es tan sólo eso, una ficción, y que el sesgo está en los investigadores que han destacado lo negativo en todas las situaciones, en lugar de resaltar nuestro comportamiento generoso y altruista en los momentos de dificultad.
Es lo que Frans de Wool denominó, la teoría de la capa de barniz que es la idea de que la civilización no es más que una capa de barniz sobre nuestros instintos primarios y una catástrofe, la quiebra de nuestra vida diaria, saca lo peor de nosotros mismos.
Para Bregman la imagen negativa del ser humano es un
nocebo, y persiste incluso cuando los investigadores presentan sólidas argumentaciones basadas en múltiples datos acerca de nuestra generosidad, nuestra solidaridad y nuestro altruismo.
Bregman señala que son las autoridades, nuestros políticos y responsables públicos, quienes se dejan arrastrar por el pánico y sus propios intereses. Y aquí está bien recordar a Rebeca Solnit que también escribe acerca de si no son las élites y su egoísmo las que trasladan esta visión a las personas, a la gente. Para los ricos, la prioridad es su riqueza y ellos mismos y este comportamiento creen que es igual en todas las situaciones, en todas las personas.
Esta idea negativa sobre los seres humanos cuándo se ha instalado en el imaginario colectivo.
Con el auge de las noticias, dice Bregman. Los medios de comunicación instauran una percepción errónea de la realidad, crean ansiedad, angustia, depresión, desprecio hacia los otros, hostilidad y son perjudiciales para la salud física y para la salud mental. Y generan adicción.
La era digital y las redes sociales han amplificado esta angustia porque se han desarrollado para estar más presentes en nuestras vidas y ser omnipresentes.
Bregman propone que redes sociales y medios de masas luchan contra lo cotidiano. Tu vida, mi vida, la del vecino, la de mis amigos, todas nuestras vidas son aburridas. Nuestra vida cotidiana es aburrida. Y eso no vende y la prioridad de un medio de comunicación y de una red social es vender.
Si somos aburridos y nuestro comportamiento es correcto, no necesitamos reglas,
control ni domesticación desde arriba. Por lo tanto, no necesitamos líderes. Una imagen esperanzadora del ser humano y esto es subversivo y una amenaza.
Por dónde empezar.
Bregman nos pide que apaguemos la
televisión, que hablemos con otras personas cara a cara y que nos organicemos. Si
queremos cambiar el mundo, nos dice, debemos ser poco realistas y lanzar la
idea de la decencia humana, de soñar lo imposible.
Hasta no hace muchos años, el voto de las mujeres era una
utopía, la democracia era una utopía, la abolición de la esclavitud era una
utopía, el estado de bienestar era una utopía.
Comenzaron como ideas peligrosas y utópicas, hasta que se
hicieron realidad. En los últimos años, la idea de la Renta Universal Básica se
ha instalado en diferentes lugares como Finlandia, Canadá, Suiza, Kenia, los
Países Bajos e incluso, Silicon Valley.
Algunas cosas empiezan a gestarse, aunque aún se consideran ahora mismo irrealizables... hasta que se hagan realidad. Son las ideas del futuro pero para ello hay que salir de las redes sociales y apagar la televisión.
La meritocracia es una trampa - Regreso a Reims, Didier Eribon
Una sociedad profundamente cansada - Byung-Chul Han, La sociedad del cansancio.
Las enfermedades mentales son también una consecuencia de este capitalismo - Realismo Capitalista de Mark Fisher.
Para emanciparse hay que ser intolerante, crítico y aprovechar los momentos de oportunidad - Slajov Zizek.
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